Los tres dirigentes más poderosos de la Unión Europea -Macron, Scholz y Draghi- visitaron ayer a Zelenski en la capital de Ucrania. Se despejó la duda que albergaban los ucranianos, que temían que estos mensajeros europeos le conminasen a alcanzar un acuerdo de paz con Rusia sobre la base de los territorios ocupados por Putin. No será así. A pesar de que la guerra está acarreando un coste importante a las economías mundiales, tanto Estados Unidos como la Unión Europea seguirán apoyando con dinero y armamento a Kiev para hacer frente a Rusia. Lo más importante de lo sucedido es que los tres países (Francia, Alemania e Italia) se comprometieron ante Zelenski a que Ucrania adquirirá el estatus de candidato a ser miembro de la Unión Europea. Esto se debe confirmar en un Consejo que tendrá lugar en Bruselas en unos días, pero tanto la visita de estos líderes como la de la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, indican que esa decisión es firme. Aunque el espaldarazo político a Ucrania en estos trágicos momentos es loable, hay que esperar que este país, como otros aspirantes -caso de Moldavia-, cumplan con todas las exigencias democráticas y económicas del club europeo. También sabemos que el proceso de entrada en la Unión Europea de cualquier país es largo, porque supone una adaptación de su legislación en el ámbito político y económico para lograr unos de los estándares más exigentes del mundo. Sólo hay que recordar los casos de Turquía, Albania o Montenegro, que están en el camino de la adhesión. Con la entrada de Ucrania, la Unión Europea verá ampliada en miles de kilómetros la frontera que le separa de Rusia, lo que llevará a mejorar la política de defensa común de Bruselas. Junto a su posible adhesión a la UE, la OTAN tendrá que considerar un estatus para Ucrania. Todo indica que eso terminará ocurriendo, como prueba el hecho de que Zelenski participará en la cumbre de la OTAN de finales de junio en Madrid.