El sufrimiento no tiene su origen en ningún otro lugar más que en nuestra propia mente. El mejor modo de alcanzar un verdadero estado de felicidad consiste en adiestrarla con el fin de eliminar nuestros estados mentales negativos, caldo de cultivo para insatisfacciones.

El adiestramiento, como cualquier otro, necesita mucha práctica. Y en este caso la práctica consiste en la atención y la alerta introspectiva para reconocer las actitudes perturbadoras que aparecen en nuestra mente. Una vez que hayamos tomado la determinación de actuar, hablar y pensar de un modo beneficioso, la alerta impedirá que nos distraigamos. La alerta interior nos hace conscientes de lo que estamos haciendo, diciendo y pensando, y si nota una actitud perturbadora nos avisa del peligro.

Hay una reflexión de tradición budista que me parece de vital importancia: "Cuando te encuentres solo, observa tu mente. Cuando estés con gente, observa tu habla".

El ajetreo de la vida en el que la mayoría anda inmerso nos hace inconscientes de lo que está sucediendo en nuestro interior. De tanto dirigir la atención hacia afuera desatendemos nuestro verdadero conocimiento, fuente infinita de sabiduría, y perdemos el rumbo dejándonos arrastrar por el oleaje. No hay nada más saludable que un tiempo de silencio para así poder asimilar lo que experimentamos, ser conscientes de lo que pensamos y de lo que sentimos. Observar nuestra estrechez mental que nos impide aceptar una nueva idea o situación convirtiéndonos en personas poco tolerantes con los demás y con nosotros mismos; temerosas de no mirar más allá por miedo a que nuestro inestable castillo de arena se desmorone.

La primera enseñanza dada por Buda describía los cuatro hechos sobre la existencia conocidos como la Cuatro Nobles Verdades. Estas cuatro verdades son: (1) Sufrimos experiencias no deseadas (la verdad del sufrimiento). Estas experiencias insatisfactorias deben ser identificadas. (2) Estas experiencias tienen causas: la ignorancia y las actitudes perturbadoras (la verdad de la causa). Estas causas deben ser abandonadas. (3) Existe una situación de serenidad en la cual todas las experiencias no deseadas y sus causas han sido eliminadas (la verdad de la cesación). La cesación de cada actitud perturbadora debe ser realizada. (4) Existe un camino que nos guiará a ese estado de paz (la verdad del camino). El camino tiene que ser practicado.

La práctica comienza con un profundo deseo, un auténtico propósito, de ser libres; ser capaces de tomar una determinación para liberarnos a nosotros mismos de una mala situación para aspirar a una mejor.

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