Postrimerías
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Cambio de sentido
No soy yo la que insiste, es la realidad la que persevera. Es por eso que se me suceden los artículos estupefactos ante la indolencia (dogmas, ideologías, falacias, intereses políticos y electorales, mala fe y excusas mediante) con la que asistimos a la violación sistemática de los derechos humanos, a la masacre de decenas de miles de niños inocentes. O artículos, ya en el terreno doméstico, sobre el desmantelamiento de los trenes mansos que paraban en el pueblo y que bien podrían vertebrar con igualdad el territorio, en vez de poner tan lejos a Jaén (era difícil que un tren que vaya o venga de Madrid no pase y pare por allí, ¡pero lo consiguieron!), Almería, Huelva, o a los pueblos alejados de las áreas metropolitanas. No desmantelan trenes, paradas y líneas porque no sean rentables, es que no son rentables porque las están desmantelando desde hace décadas.
Pero vengamos a lo de hoy: algo pasa con Renfe. Y comienzo a sospechar que lo que pasa comienza a ser estructural. Sus problemas parecen afectarle de cabo a rabo. La competencia de otras compañías ha surtido efecto, pero para mal: las condiciones se han vuelto leoninas, propias de vuelos low cost. A menudo hay que pagar por servicios hasta hace nada tan plácidos como escoger asiento o cambiar el billete. Ah, no olvides contratar y pagar la tarifa para hacer cambios. Así después no funcione. Así después tengas que anular el billete, penalización mediante, para no perder el importe íntegro. Así tampoco sea posible anularlo. Así vuelvas a la web para comprar uno nuevo y te notifiquen que está en cola de espera, como si fuese a pillar entradas para un concierto de Taylor Swift en vez de un tren para ir a trabajar. Así después la app tampoco funcione. Así después pases la mañana colgada al teléfono para que, con suerte, te digan que allí tampoco pueden hacer nada. Así después en taquilla te digan lo mismo. Así a continuación pongas una reclamación. Así después, pasadas semanas, respondan que “por motivos de gestión interna no ha sido posible, hasta la fecha, dar contestación a su reclamación” y que ya te escribirán un día, si eso. Así acabes palmando pasta, pillando un tren de la competencia y dando gracias al cielo por ello, porque el de Renfe por el que has porfiado lleva tela de retraso. Y esto solo por nombrar incidencias menores. Métase en las redes, teclee Renfe, dele a “más recientes” y contemple. Algo pasa en Renfe, señor ministro. Deje de medirse en Twitter con los peores y póngase a trabajar.
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