Carlos Navarro Antolín

No es país para SánchezNosotros nos extrañamos, Pedro

La aldaba

El presidente no se merece España. Porque en España nos enorgullece ganarnos los títulos estudiando

08 de junio 2024 - 00:30

Hay que ser muy desahogado para soltar en pleno mitin que el matrimonio Sánchez-Gómez no es ni el primero ni el único en ser perseguido “por la derecha y la ultraderecha” : que antes de ellos había sido víctima ni mas ni menos que la ex consejera y ex ministra Magdalena Alvarez. Hay que ser muy descerebrado para acusar a los jueces y saber que saldrás indemne. A ver, presidente: las condenas a estos corruptos gobiernos socialistas llegaron por sus robos de dinero público a manos llenas para uso y disfrute en consumos más que indignos. Los hechos son hechos y las pruebas determinan las condenas. La consejera socialista de la Junta de Andalucía condenada hasta por el supremo por corrupción en el caso de los ERE sorprende que aún tenga ganas de asistir a mítines. Faltaron Chaves y Griñán. Con lo callados que ya estaban todos los socialistas condenados en su estrategia de enterrar en el silencio las numerosas condenas por el caso de los ERE en Andalucía y vuelve a saltar la bicha. Griñán rogó su indulto, cual independentista perdonado, a Sánchez. Pero Sánchez no quiso , al menos en público, ni mencionar el caso ERE como poniendo un cortafuegos , confiando a la suerte de la mala salud del ex presidente condenado para evitar entrar en prisión. Antes las imputaciones eran una condena, ahora para los Sánchez-Gómez estar imputado es un orgullo. El hombre blanco que presume de pulcritud señala a la justicia que se revuelve por seguir siendo independiente. El hombre blanco se mancha con su propio fango con el caso Koldo, el Delcy Gate, hasta por los trapicheos de su propia esposa que por imitación va pidiendo ser directora de cátedra sin tener titulación y ordenando que se le regalen prebendas digitales a empresas amigas. El presidente no se merece España. Porque en España nos enorgullece ganarnos los títulos estudiando. Nos sacrificamos durante años para conseguir un honrado reconocimiento profesional. No encargamos tesis a un negro. No firmamos y cobramos libros escritos por terceros. No se coloca a una ex ministra en la fiscalía del Estado, o a un amigo en el TC. No se aprueba una ley de amnistía en contra de la mayoría de la opinión de los españoles. No, señor Sánchez, España no es una país para usted. Los españoles, aún de toda condición ideológica, condenan la mentira, su kirchnerismo y las dudas sobre su gestión económica en manos de la amiga de los condenados por los ERE, Maria Jesús Montero. Solo los delincuentes se sienten orgullosos por serlo.

TIENE gracia que el presidente del Gobierno aluda a la costumbre para censurar que un juez de instrucción firme la citación judicial de Begoña Gómez a tan sólo cinco días de las elecciones europeas. “Resulta extraño”, dice Pedro, rebautizado como el puto amo por su corcel más correoso, colocado en esta legislatura en el lugar preferente del tiro de la cuadriga monclovita. Tiene gracia la afirmación de Sánchez porque es él quien ha dinamitado usos, ritos, costumbres y liturgias que hasta su llegada eran respetadas por diferentes jefes del Ejecutivo. Una de las características del sanchismo es sacar continuamente conejos de la chistera y sorprender con la ruptura de los criterios establecidos. Se sorprende Pedro de la decisión del juez. Nosotros nos extrañamos de su descaro cuando aludió a la Fiscalía: “¿De quién depende, eh? ¿De quién depende?” Desde Suárez a Rajoy ningún presidente del Gobierno había desnudado de esa forma la cúspide de la pirámide del Ministerio Público. Nosotros nos extrañamos de que una ministra de Justicia pasara del banco azul a ejercer de fiscal general del Estado. Nosotros nos extrañamos de que un ministro de Justicia pasara a magistrado del Tribunal Constitucional a propuesta del Gobierno del que había formado parte hacía solo unos meses. Nosotros nos extrañamos, Pedro, de que la posición del grupo socialista en la sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo fuera defendida por un banderillero, luego premiado con un ministerio en un caso más de la degradación de la vida pública española. La costumbre era que el líder del grupo es quien toma la palabra y replica al que pretende ser investido. Nosotros nos extrañamos de la parada de cinco días para reflexionar, cuentitis tan aguda como irresponsable; de las maniobras cuando menos exentas de prudencia de la esposa del presidente, y de las risotadas en la tribuna del congreso cuando su rival directo afirmó que no es presidente porque no quiso. Se podía y se debía responder de otra forma, con argumentos, con seriedad y, por supuesto, con acidez o ironía, pero no como el alumno bochinchero que se sienta en la última fila del autobús el día de la excursión. Nosotros nos extrañamos de la visita al jefe del Estado para comunicarle que seguía en el cargo, de que el Rey acudiera acompañado por un secretario de Estado a la investidura del presidente de Argentina, o de que fuera Marruecos quien informara de nuestro volantazo diplomático. ¡Ha roto tantas costumbres! Al menos ha reactivado el género epistolar. Seamos positivos. Felipe tenía su bodeguilla. Y Pedro su escritorio. Zapatero era tan avieso como aburrido.

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