Confabulario
Manuel Gregorio González
A lienación planetaria
Diafragma 2.8
Hay algo en común con todos aquellos que tenemos la suerte de vivir cerca del preciado elemento, ese gran cuerpo de agua salada, llámalo hipnótico o embaucador, con ese olor a salitre que emana y que nos acerca los vientos de poniente, levante, vendaval o del moro.
Esa relación que nos une desde que nacemos y nos ata a él, enfurecido o tranquilo, mueve nuestro reloj vital desde el primer minuto. Remueve nuestros sentidos cuando lo contemplamos. El mar o la mar, eterno dilema, estereotipo musa de artistas de todas las disciplinas.
Como dice esa frase: “Todos provenimos del mar, pero no todos somos del mar. Aquellos que sí lo somos, los hijos de las mareas, tenemos que volver a él una y otra vez”. Y eso es precisamente lo que sentimos la dicha y la suerte de pertenecer al selecto grupo de los piratas del Estrecho.
He dicho.
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