La esquina
José Aguilar
Salazar no es un dictador luso
Alberto González Amador ganó en plena pandemia más de dos millones de euros en comisiones como intermediario en venta de mascarillas. Una pareja española media no ingresa ese dinero en 40 años. Hay gente lista. Al declarar a Hacienda, Amador falseó presuntamente 15 facturas para ahorrarse pagar 350.000 euros. Hay gente avispada. Lo pillaron; está pendiente de juicio por dos delitos fiscales. Metido en el embrollo, el comisionista pidió auxilio al jefe de gabinete de su novia, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso. Miguel Ángel Rodríguez es uno de los grandes talentos nacionales para la intriga.
En un caso similar, de comisiones cobradas por el hermano de Ayuso por venta de mascarillas a la Comunidad de Madrid, Rodríguez consiguió desquiciar al presidente del PP Pablo Casado: acusó a la presidenta de tráfico de influencias y fue destituido. Hay gente astuta. Y esta vez Rodríguez repitió la jugada. Filtró a la prensa que la fiscalía había propuesto un pacto a Amador, pero por órdenes del Gobierno se volvió atrás. Había sido al revés, el abogado de González Amador en un mail a la fiscalía reconocía los delitos y proponía un pacto. Hay gente mentirosa. Ayuso añadió otra falsedad: “No hay fraude. Hacienda le debe casi 600.000 euros”. La Fiscalía hizo una nota oficial para desmentir los bulos que salían de la Puerta del Sol y alguien filtró a la prensa el mail del abogado del comisionista.
El escándalo colocó al fiscal general, Álvaro García Ortiz en la posición de Casado. Un nuevo éxito de la telaraña montada por la factoría Rodríguez. Hay gente implacable. El fiscal general del Estado está siendo juzgado por el Tribunal Supremo acusado, sin evidencia sólida, de revelación de secretos. Se ha debatido mucho sobre si debía dimitir para salvar el honor de su institución, aunque sea inocente. No comparto ese criterio. Sin embargo, si ahora se le declara inocente y desenmascara la operación de intoxicación política, quizá lo haga. En el juicio, Rodríguez ha admitido que mintió. Y Amador ha acusado al fiscal de perjudicarle; intenta dar carpetazo a su caso penal, por indefensión. Hay gente muy desahogada y muy ingeniosa.
También te puede interesar
La esquina
José Aguilar
Salazar no es un dictador luso
Manual de disidencia
Ignacio Martínez
Pues es mentira
Por montera
Mariló Montero
Prostisoe
La ciudad y los días
Carlos Colón
La realidad empeora a Torrente