Tierra de palabras

Nada es eterno

Algo que no recogieron las crónicas es la faceta poética de Blanca que sí lo hizo Alfredo, su compañero

Hay veces en que las crónicas no hacen honor al momento vivido. Sin profundizar en porqué suceden estas cosas, que hoy no es el tema aunque sea un importante tema, diré que el viernes pasado sucedió algo mágico en la comarca que cuando busco quién consiguió captarlo en su crónica con el fin de disfrutarla… no encuentro. Quizá este sea un daño colateral del daño directo que vive hoy el periodismo y sus profesionales. Con plantillas reducidas, imposible que un rotativo roce el don de la ubicuidad.

Y es una pena no disponer de tiempo y medios para poder empaparse y vivir cosas como las que el viernes los privilegiados que abarrotamos la sala vivimos. Yo intentaré desde aquí transmitir un ápice del embrujo que no encontré en las crónicas, porque, afortunadamente, estuve allí y puedo contarlo.

Blanca Orozco es mucha pintora, mucha poeta, mucha hija, mucha amante y mucha amiga como para no haber llenado aforo y rebasarlo. Y hablo en presente y digo "es" y no "fue" porque la magia del encuentro se hizo palpable al ella también estar entre nosotros. Si algo saqué en claro del encuentro es que es inmortal por el peso de su obra y por el peso de sus actos. Ninguno de los que nos acercamos al micrófono lo hicimos guardando distancias, de forma protocolaria. Ninguno. Todos llevábamos clavado a fuego nuestras historias con Blanca; más directa o indirectamente todos en la sala éramos damnificados.

Algo que no recogieron las crónicas es la faceta poética de Blanca que sí lo hizo Alfredo, su compañero. Y es que cuando los seres queridos se marchan empiezan a salir recuerdos de donde menos lo esperas, señales que ellos mismos antes de su partida nos dejan. Y de esos poemas que aparecieron como un vital soplo de la nada, Alfredo hizo, con todo el corazón puesto en ellos y sus propias manos, sesenta ejemplares que nos regaló a los intervinientes.

Todavía no la tengo en la pared de casa, ahora sí puedo decir que tengo sus poemas: "Mi soledad se ha vuelto amarilla/ y ahora regreso a la nada de nuevo/ En silencio, camino entre recuerdos/que no fueron o que nunca existieron/ Jamás pude llegar a morirme tanto/ y jamás deseé seguir respirando/ Si existe el vacío, lo llevo dentro/ y si existe la muerte/nada es eterno".

Si debo destacar algo del encuentro es el calor y la luz de la sala. El calor humano y la luz de Blanca.

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