Cambio de sentido
Carmen Camacho
Plácido
El español es amante del esperpento como arte y diversión. De Valle a Carandell, pasando por Berlanga, nos regocijamos con las situaciones disparatadas en las que sale a luz nuestro espíritu anarcoide y pícaro. La última, ya lo saben, fue el vodevil de la rueda de prensa de la fontanera (ex)socialista Leire Díez y la irrupción en la misma de Aldama. Todo un show que nos hizo recordar viejas imágenes de Roldán en calzoncillos o Ruiz Mateos disfrazado de Supermán. Muy divertido, pero no debe tapar lo que de verdad está ocurriendo, que es muchísimo más que esta comedia de corral que algunos quieren dejar en simple anécdota de frikis políticos.
El caso Leire ha destapado el intento de las cloacas socialistas (por ahora vamos a dejarlo ahí) de desprestigiar a la UCO (es decir, a la Guardia Civil) por el simple hecho de investigar hechos y actividades presuntamente delictivas que afectarían a la galaxia PSOE. Es decir, por hacer su trabajo. No es cualquier cosa: la Guardia Civil es uno de los pilares en los que se asienta el Estado español desde 1844 (por eso la odian aquellos que quieren finiquitarlo), un elemento fundamental para el mantenimiento del Estado de Derecho y la seguridad de los ciudadanos. No se puede jugar alegremente con ella sin poner en riesgo la Democracia.
En estos días se ha recordado el amplio historial de corrupción y esperpentos de las últimas décadas: la descomposición del felipismo, la moción de censura contra Rajoy... pero aquellos hechos tuvieron motivaciones económicas y partidarias que, aunque muy lamentables y nocivas, no atacaban a los cimientos del Estado de Derecho. Sin embargo, en la fase terminal del sanchismo estamos asistiendo a ataques y asaltos más que preocupantes contra instituciones fundamentales para el funcionamiento del sistema: los jueces, la prensa independiente, la diplomacia, la Guardia Civil... También se observa cómo el mismo Gobierno que en su retórica oficial y mentirosa se erige como martillo de bulos, intenta engañar y manipular a la opinión pública con una desvergüenza casi pornográfica. Como ejemplo, esa fake propia de Pepe Gotera y Otilio de que un ex capitán de la UCO había fantaseado con volar el coche de Sánchez, a lo Carrero. Hasta tres ministros la repitieron como papagayos y, cuando se demostró la burda manipulación, se negaron a rectificar. Esto es más que un esperpento. Es una ataque a la verdad, a la dignidad de los ciudadanos y al sistema democrático que debería pasar factura a sus responsables.
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