Tierra de palabras

De la escritura

La libertad consiste en descubrir quiénes somos, entender lo que realmente queremos hacer

Cuando el poeta y narrador José Manuel Caballero Bonald fue investido doctor honoris causa por la Universidad Nacional de Educación a Distancia en Madrid, en su discurso afirmó que el escritor debe ser un vigilante del poder, de cualquier poder, y ha de colaborar en la regeneración moral y cultural de la sociedad. Añadía que siempre ha pensado que la literatura es el trabajo que mejor le justifica y, en cierto modo, el que le parece un más perseverante ejercicio de la libertad. Poner el dedo en la llaga supone una dignificación moral y guardar silencio una perfidia.

A diferente escala que la obra literaria, puedo asegurar que acercarme a esta ventana cada semana me ha aportado muchas enseñanzas en cosas que tienen que ver con el mundo de la escritura y con el mío propio. Y es que se puede utilizar la escritura como un adiestramiento para penetrar en nuestra existencia y lograr el ansiado equilibrio interior, porque cuando uno por fin empieza a encontrar una coherencia entre sus palabras y sus actos comienza a alcanzar un profundo sentimiento de serenidad sea en el ámbito que sea.

Hace tiempo creí que la libertad consistía en hacer todo lo que uno quisiera. Sin embargo, ahora comprendo que la libertad consiste en descubrir quiénes somos, entender lo que realmente queremos hacer en esta tierra y por fin, simplemente hacerlo.

Leí en un particular libro sobre escritura creativa que nuestro pensamiento es un cúmulo de basura; nosotros acumulamos la experiencia y de la descomposición de las cáscaras de frutas, hojas de espinacas, posos de café y demás restos "mentales", nacen nitrógeno, calor y tierra fertilísima. Y en esta tierra fértil florecen las nuevas ideas. Comprender este proceso nos ayuda a aceptar la infinita paciencia que con el devenir de los acontecimientos hemos llegado a convertir en nuestra mayor virtud.

Mi admirado José Luis Sampedro escribe que la misión del escritor es hacer una interpretación más honda de los acontecimientos, penetrar hasta llegar a una interpretación más secreta. Hay que entrar, usando un verso de San Juan de la Cruz "más adentro en la espesura". Interpretando, en este caso, la espesura como el interior de uno mismo; esa maraña que hay dentro de cada uno. Y si miramos dentro de cada uno de nosotros, lo encontraremos todo. Pero para hacerlo hay que saber mirar. Ahondar en la realidad, y la mayor realidad se encuentra mirando dentro; ese es el mayor de los descubrimientos.

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