Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Conspiración?
En tránsito
La Factoría de Guionistas de la Moncloa continúa con su oferta imparable de ficciones disparatadas de serie Z. Estamos ahora en la primera temporada de la la trama de humor chanante de Koldo el Orondo, quien disfrutó de una baja por incapacidad total mientras estaba a sueldo del PSOE: vean ustedes hasta qué extremos llega “la dignidad de lo público” que tanto reclaman los sindicatos en las manifestaciones del 1º de Mayo. Ahora mismo, el segundo episodio de la serie nos ha proporcionado uno de esos giros argumentales que en ajedrez equivaldrían a un delirante movimiento de caballo (loco). Y ahí tenemos a José Luis Ábalos, que acaba de pasarse al Grupo Mixto porque se niega a renunciar a su escaño en el Congreso (no olvidemos que en el Grupo Mixto se encuentran también los cuatro diputados de Podemos). Este giro de guion es tan estrafalario que ni siquiera Night Shyamalan se hubiera atrevido a usarlo en una de sus películas. Si no fuera porque algún día –y será pronto– esto va a saltar por los aires en forma de catástrofe económica, sería para reír y reír durante meses seguidos, como si estuviéramos viendo una inacabable comedia de Monty Python (solo que los Monty Python eran inteligentísimos, mientras que nuestros cómicos tienen la solvencia intelectual, y moral, de una habichuela). Al paso que vamos, no descarto que Pedro Sánchez –disfrazado de Mariano Rajoy con una barba postiza comprada en un chino– acabe pasándose al Grupo Mixto para votar una moción de censura contra el propio Pedro Sánchez, o quienquiera que sea que ocupe el gobierno (si es que hay alguien ocupando el gobierno, o si es que hay un gobierno en este país que ya ni siquiera es un país). Tal como discurren las cosas, no sería descabellado.
La política española se parece cada vez más a una comedia idiota protagonizada por una comparsa de bufones que ni siquiera saben qué papel están representando. Es triste decirlo, pero es así y no nos queda más remedio que aceptarlo: nuestra política –o nuestra Factoría de Ficción– ya no es más que un delirio lisérgico. Y ya hay quien vaticina un final para este delirio: un día, tal vez no muy lejano, Puigdemont volverá a Cataluña en loor de multitud. Y ese mismo día, Pedro Sánchez tendrá que abandonar el país escondido en un maletero. Así son las tramas estrambóticas a las que nos vamos acostumbrando.
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