Tierra de palabras

Travesía

Hay que conseguir alcanzar la orilla, ya remamos a contracorriente en plena tempestad

Lo que nos ha dejado el año que se fue es una oportunidad para la reflexión, un nuevo planteamiento para afrontar el que empieza.

Ya conocimos minuto a minuto los estragos porque, directa o menos directamente, nadie se quedó sin naufragar con ellos; lo más doloroso son todos los que no se salvaron. No habrá nadie en el planeta que no conociese a alguno porque casi dos millones de personas fallecidas es para que el oleaje rompa directamente en alguno de nuestros diques.

Los que seguimos aquí, unos achicando agua por las consecuencias mientras otros aprovechan la cresta de la ola, volvimos a ponernos a prueba en estos días. Y digo esto porque estoy segura de que en ningún hogar las fiestas fueron iguales que las hasta ahora conocidas. Se siguiesen todas las recomendaciones, partes de ellas o ninguna… nada tuvo que ser como antes. Y ahora que pasaron, volvimos a descubrir que somos capaces de cualquier prueba. Ese quizás es un buen punto de partida para transitar este blanco calendario que lleno de incertidumbres nos aguarda.

Bien es verdad que cuando nos enfrentamos a un gran sufrimiento podemos desanimarnos y hundirnos en la desesperación. Hay muchos que llegaron al nuevo año exhaustos. Pero si conseguimos superar este obstáculo, y ya parece que comenzamos a ver el destello del faro que nos llevará a buen puerto, entonces podremos quizás transformar eso que en un principio nos pareció un obstáculo en un logro colectivo. Habrá que aprender a sacar de los vínculos con los demás y de las experiencias conjuntamente vividas, nuevas experiencias y transformaciones personales. Hay que conseguir alcanzar la orilla, ya remamos a contracorriente en plena tempestad y en mitad del océano, ahora estamos cada vez más cerca de avistar tierra firme y que todo deje de ser inestable bajo nuestros pies. Todo lo vivido nos dará las fuerzas para hacerle frente a lo que quede por llegar. Una vez que hemos adquirido esta resiliencia, ya no nos presentaremos a las próximas adversidades de la misma manera.

Deseo para este Nuevo Año que, superados los embistes, podamos tomarnos tiempo para saborear la normalidad que es lo que todos deseamos que vuelva a nuestras vidas como el obsequio más preciado. Que seamos capaces de contemplar nuestra existencia con una mirada diferente. Que no vuelva a nuestras vidas la despreocupación y el individualismo y no olvidar que en este año que se fue adquirimos una mayor fuerza interior que nos hará menos vulnerables ante nuevas adversidades.

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