Cambio de sentido
Carmen Camacho
Siquiera un minuto de silencio
El lanzador de cuchillos
Los que piensan que Rubiales se merece dos años y medio de cárcel por un piquito son los mismos que aplaudieron con las orejas la entrada en vigor de una ley que ponía a los violadores en la calle? ¿Los tipos que jalean a Sánchez y a Óscar Puente cuando piden la dimisión de Ayuso por el fraude fiscal presuntamente cometido por su pareja (cuando aún no lo era) son los mismos que festejan que el Gobierno vaya a amnistiar al clan de los Pujol, que llegó a mover tres mil millones en paraísos fiscales para ocultar el saqueo a las arcas públicas catalanas durante casi quince años? ¿No es el presentador de televisión conocido como Gran Wyoming, que ha dedicado gran parte de sus últimos intermedios a flagelar a Ayuso a cuenta del novio defraudador, el ciudadano José Miguel Monzón que fue condenado hasta en dos ocasiones por engañar al fisco, la última de ellas por sentencia firme de la Audiencia Nacional? ¿No es cierto que, mientras a la pareja de la presidenta madrileña la Agencia Tributaria le discute trescientos cincuenta mil euros, el showman televisivo debió abonar a Hacienda un millón y medio? ¿Utilizó el Gran Wyoming el dinero defraudado para adquirir alguno de los veintiún inmuebles de los que es propietario? ¿No resulta curioso que el Ejecutivo que pretende descolonizar los museos haya colonizado buena parte de las instituciones? ¿No son las reticencias del presidente del PP a designar como candidato a las elecciones catalanas a Alejandro Fernández, verdadero martillo pilón contra el nacionalismo y sus excrecencias, indicativas de que Feijóo no quiere cambiar Cataluña, sino formar parte del sistema que denuncia (con la boca pequeña)? ¿Se puede permitir la política española perder a una persona íntegra, valiente e insobornable como Maite Pagazaurtundúa? ¿Soy yo el único que piensa que San Pedro ha mandado la lluvia esta Semana Santa para ahorrarle a su Jefe el bochorno de verse relegado al papel de mero figurante en el circo multipista de petalás, selfis y reels cofrades en que un número creciente de gilipollas exhibicionistas ha convertido la Pasión de Cristo? ¿Cuándo vamos a echar del fútbol –para siempre– a los impresentables que llaman mono a Vinícius, maricón a Guardiola y gitano a Quique Sánchez Flores? ¿No os da penilla de esa mujer que se va con tiempo a la calle de Alcalá para ver las procesiones en primera fila y llega la Familia Real y se le pone delante?
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