Como decíamos el martes pasado, estudiar el cambio frente a la permanencia de la mujer como un ser inferior al varón, es el de una lucha en principio minoritario y circunscrito a mujeres muy formadas y que a partir del primer tercio del S.XX se extiende a todas las clases.

Centrándonos en inicios del S. XX y en España, una mujer que tuviese la suerte de nacer en una familia medianamente acomodada, vivirá en su “gineceo” particular. No tendrá que salir a trabajar para otros, aunque lo haga dentro de su propia casa, dónde será polivalente. Guisará, limpiará los espacios de todos; será ante todo madre y esposa, y lo hará con la suerte que le haya acompañado en la elección que tome su marido o familia. Incluso se dirá que es ella la que lleva la voz cantante en la toma de decisiones, aunque esas no se las reconocerá ninguna ley, solo la bondad de su dueño y señor. Accederá a estudios básicos, leer y escribir y las cuatro reglas de las matemáticas, si se empeña, pero hasta 1910 tendrá prohibido hacer estudios superiores, cuando la Consejera en Educación Emilia Pardo Bazán lo haga reconocer legalmente. Esos cambios afectarán a muy pocas. Hasta 1931 no se reconocerá, y solo hasta el 39, el derecho al voto, a poder comprar y registrar a su nombre lo que pueda adquirir, a la libertad sobre su propio cuerpo. En la Dictadura Franquista se perderá lo ganado por la lucha de muchas mujeres y algunos hombres; hasta 1978.Desde ese momento el acceso a la educación y al trabajo oficializado, harán visibles a las mujeres, incluso frente al Estado democrático de visión patriarcal que en 1989 negaba el derecho a la baja maternal a las interinas sustitutas.

Por todo ello hay que afirmar que la verdadera revolución que significa el acceso de las mujeres a su reconocimiento como personas es el producto de una larga lucha que aún no ha terminado. Hay quién no desea que cambien las cosas, que todo siga igual, aquí y en Katmandú, pero me imagino que será por la fuerza de la costumbre. El Movimiento Feminista sólo se terminará cuando ninguna mujer pueda ser minusvalorada por razones de biología o tradición, en cualquier parte del mundo.

Por eso es preocupante que en marzo de 2024 una encuesta dé datos altísimos entre chicas sobre el apoyo al movimiento feminista y por el contrario la mayoría de varones considere que este va contra sus derechos. Y ahí habrá que trabajar su ignorancia; el Movimiento Feminista no va contra los derechos de los varones, sino sobre la lucha por la igualdad de todos, y eso sólo podrá conseguirse si vamos a conseguirlos hombres y mujeres de la mano. He ahí el reto.

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