Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
En tránsito
Visto lo visto, uno tiene la sensación de que el PP todavía no se ha enterado de la clase de adversarios que tiene enfrente. Por desgracia, nos gobiernan los equivalentes de los Peaky Blinders en el mundo de la política –basta pensar en el uso sistemático de la mentira más obscena, por no hablar de la compra descarada de votos y lealtades–, pero el PP parece empeñado en creer que está disputando una elegante competición de doma olímpica en las praderas de un castillo del Loira. Delante tienen a unos tipos que usan toda clase de armamento prohibido, incluidos los gases tóxicos, como se hacía en los peores tiempos de la guerra de trincheras, pero ellos siguen empeñados en combatir a esgrima saludando con una caballerosa inclinación de cabeza antes de iniciar el combate. Es inaudito. El otro día descubrimos que Pedro Sánchez tenía en nómina a una mujer –de nombre Montserrat Gusano, la realidad imita al arte– cuyo único trabajo consistía en llevar una cuenta de Twitter dedicada a ensalzar al gran líder: “Mr. Handsome”, se llamaba la cuenta (pagada con dinero público, faltaría más). A estas horas, es probable que el PP todavía no se haya enterado. Y mira que lo tenían todo, hasta el nombre ideal –“Los Gusanos”– para designar a todos esos aduladores de Sánchez pagados con dinero público, pero ni por esas se les ha ocurrido denunciarlo. Así son ellos, empeñados en oponerse con un florete a unos tipos que salen de su casa con un lanzallamas en las manos.
Cuando se habla de la buena fortuna de Sánchez, esa mezcla de audacia y baraka que le ha permitido salir indemne de todos los fregados en los que él mismo se ha metido, se suele olvidar la actitud mucho más que torpona de un PP que todavía no se ha enterado de la clase de enemigo con el que se está enfrentando. En realidad, el PP tiene delante a una banda capaz de hacer cualquier cosa, pero las lumbreras del PP creen que basta soltar un hermoso sermón en favor de la observancia y la templanza, como hacían aquellas señoronas del Ejército de Salvación frente a los pubs llenos de borrachos, y de pronto, alehop, los pecadores caerán arrepentidos de rodillas y volverán gritando a sus casas: “¡Aleluya, he visto la luz!”. Pues no, nada de esto ocurrirá. Así que será mejor que todos nos vayamos preparando para la guerra de trincheras porque esto se está poniendo muy, pero que muy feo.
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