Hace 570 años, tal día como hoy veía la luz en Florencia Amerigo Vespucci, comerciante, explorador y cosmógrafo que en 1491 se trasladó a Sevilla como agente comercial para dedicarse a la trata de esclavos y al armado y aprovisionamiento de buques. Allí cambió su nombre por el de Américo Vespucio cuando en 1504, en agradecimiento a los servicios prestados a la Corona de Castilla, se le confiere la cualidad de castellano.

Tras un primer viaje a Venezuela con cuatro naves aparejadas por la Corona y capitaneadas por Alonso de Ojeda, Vespucio se mudó a Lisboa realizando dos viajes más a tierras del actual Brasil bajo pabellón portugués. Tras su vuelta a España desempeña un cargo principal en la Casa de la Contratación organizando y proveyendo expediciones destinadas a las Indias. Eran tiempos de efervescencia en la exploración marítima con Enrique de Portugal (el Navegante) llegando por el Este hasta la India en busca de las Molucas las islas de las especierías donde encontraban la canela, el clavo, la pimienta y el jengibre. Mientras Colón apadrinado por Isabel de Castilla viaja con rumbo oeste y a océano abierto hasta llegar a lo que el cree que son las Indias y lo atestiguaba trayendo en su viaje de vuelta exóticos indios de piel rojiza, papagayos, animales raros y fantásticas historias acerca del oro. Aseveraba que, partiendo de España o Portugal, en tres semanas se llegaba a Cathay (China) o Cipango (Japón). Sin ser un gran marino Vespucio fue el primer navegante que sabe relatar bien y de forma amena las incidencias de sus viajes y, al parecer por encargo del rey de Portugal, escribe un opúsculo de treinta y dos páginas que contiene en su mismo título una revolución sin igual en el modo de ver el cosmos: Mundus Novus.

Aún sin sospechar en lo más mínimo las dimensiones que pudiera tener el continente, al menos percibe la existencia de su parte meridional como una realidad independiente. Vespucio corona de hecho del reconocimiento de América, porque si a Colón le corresponde el mérito de su descubrimiento, a Vespucio le corresponde el merecimiento de haber comprendido su significado. Al contrario que Colón, empecinado en sostener hasta su muerte el haber llegado a las costas orientales de Asia, el tuvo la visión de hallarse ante un nuevo continente que ensanchaba el mundo conocido. Aún así, era lógico que fuese Colón, el hombre que desde la cubierta de la Santa María, divisó la costa de Guanahani (isla de San Salvador en las Bahamas), quien diese el nombre de “Colombia” a las tierras recién descubiertas. Sin embargo, cuando en 1507 sale de la imprenta la Cosmographie Introductio el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller fue el primero en emplear el flamante (y ya eterno) nombre de “América” en el mapamundi en que se representa por primera vez al Nuevo Mundo separado de Asia. Nunca un escritor se ha hecho tan famoso con una obra tan exigua.

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