E STE recién estrenado año nuevo nos regala doce níveos meses de posibles realidades, de supuestas percepciones que se harán certezas, no por el hecho de habitar en la mente sino por la determinación que tú mismo le pongas desde el corazón. Pero a estas alturas ya uno sabe que lo importante no es en sí llegar al objetivo marcado sino poner atención a cada paso dado hasta llegar a vislumbrarlo.

Nuestra naturaleza tiene un maestro interior que en silencio siempre nos acompaña. Cuando entramos en zonas de oscuridad este maestro interior trabaja por nosotros sin descanso, siempre intentando llevarnos de vuelta al resplandor y la espaciosidad de nuestro verdadero ser. Aunque nosotros según las ocasiones lo hagamos, él jamás nos da por perdidos. "Trabaja sin cesar por nuestra evolución, no solo en esta vida, sino también en todas nuestras vidas anteriores, utilizando toda clase de medios hábiles y todo tipo de situaciones para enseñarnos y despertarnos, y para guiarnos de vuelta a la verdad".

En el libro "Charla de mesa", del maestro sufí Rumi, que escuchó a su maestro, se encuentra este implacable y atinado párrafo:

"El maestro dijo que en este mundo hay una sola cosa que nunca debe olvidarse. Si fueras a olvidar todo lo demás, pero no esto, no habría motivo de preocupación, mientras que si recordaras, realizaras y atendieras a todo lo demás pero olvidaras esa única cosa, en realidad no habrías hecho nada en absoluto. Es como si un rey te hubiera enviado a un país para cumplir una tarea específica y concreta. Vas a ese país y realizas otras cien tareas, pero si no realizas aquella para la que te enviaron, es como si no hubieras realizado nada en absoluto. Del mismo modo, el hombre ha venido al mundo para cumplir una tarea específica, y ése es su objetivo. Si no la realiza, no habrá hecho nada".

Todos los maestros espirituales, el interior o los exteriores, nos dicen siempre lo mismo: que el propósito de la vida en la Tierra es lograr la unión con nuestra naturaleza fundamental iluminada. Y la única manera de hacerlo consiste en emprender el camino que nos lo descifre, recorriéndolo con todo el fervor, la inteligencia, la valentía, la fuerza interior y la mayor determinación posible.

El recorrido será más placentero a medida que se domine la capacidad de llevar la mente a casa, soltarnos y relajarnos; hacernos asiduos al proceso de confiar y esperar todo y a la vez nada.

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