
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Romper el mar con un martillo
Diafragma 2.8
Una de las cosas que más me subyuga es caminar cámara al hombro esperando a que la fotografía me encuentre en el camino. En esas estaba cuando lo vi, una de esas tantas personas anónimas, ya mayores, que pide limosna en la calle. Pero lo que más atrajo mi interés fue observar que parecía tener el don de la invisibilidad al paso de los viandantes. No se percataban de su presencia o miraban hacia otro lado, obviando su mirada perdida, el mapamundi de la experiencia de sus arrugas y ese pelo que las nieves del tiempo platearon, como decía el tango. Nadie puede predecir el futuro de cada cual, pero no quisiera terminar siendo un invisible más. Muchas veces los renglones torcidos de Dios son los más rectos. Me acerqué y le di las gracias por ese bofetón de realidad que me dio, no sin antes invitarlo a desayunar. Hace frío en muchos corazones absortos en la vorágine de estos tiempos sin identidad.
He dicho.
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