Gumersindo Ruiz

Era del año la estación florida

Tribuna Económica

11 de junio 2024 - 00:45

Las elecciones europeas han mostrado la complejidad de las gentes de Europa, ideologías, intereses, y expectativas, que entran en conflicto, pero que han de encontrar compromisos en el nuevo parlamento. Las economías y sus problemas son dispares; sólo entre las ocho principales del área del euro el crecimiento oscila entre el 0,2% y el 2,8%, el paro entre el 3,2% y 11,5%, y el comercio exterior va de 8,7% de superávit a un déficit del 5,5%; sin embargo la inflación, al igual que los tipos de interés, no divergen tanto. Seis referencias podemos tomar para el nuevo parlamento europeo, de las que vemos tres en este artículo. La primera, la solidaridad entre países y regiones, que se concreta en los fondos europeos, que seguirán siendo, pese a los negacionistas, para la producción medioambientalmente sostenible. Aquí hay que considerar que no todo es exigir, y las contradicciones de países y regiones que no son capaces de invertir lo que reciben, fondos de educación que se devuelven por pura ideología, o retardos de años en subvenciones a la instalación de placas solares o vehículos eléctricos, deberían hacer reflexionar a los electores sobre la capacidad real de gestión de cada uno. La segunda es mantener un euro fuerte y estable, que pese al dominio del dólar se aprecia ligeramente; frente a tanto euroescéptico populista elegido, tenemos la increíble ventaja de poder comprar más baratas energía y materias primas de las que somos tan dependientes. Para ello hay que cumplir unas normas, y Dinamarca renuncia voluntariamente, pero Hungría, Chequia, Polonia, Bulgaria, no es que no quieran sino que no son aptos para incorporarse al euro. Un tercer rasgo es la política fiscal, donde el déficit va del 1,1% en Holanda, al 5,4% en Italia; el nuevo parlamento no podrá eludir el tema de la armonización, evitando dentro de Europa rebajas fiscales oportunistas por parte de países y regiones, así como insistir en la lógica de la suficiencia de ingresos para hacer frente a tantas necesidades. El BCE compra deuda pública y privada para evitar especulación contra países fiscalmente frágiles como Italia; y en España pagamos por nuestra deuda pública a 10 años poco más de un 3%, y si quitamos la inflación realmente no pagamos nada; y en Italia, que paga casi un punto porcentual más, los partidos populistas dicen una cosa a sus electores, y son dóciles y cumplen con exigencias fiscales cuando necesitan el salvavidas de la UE.

“Era del año la estación florida” –decía el rebuscado Góngora– “en que el mentido robador de Europa/ media luna las armas en su frente, /y el Sol todos los rayos de su pelo/ luciente honor del cielo/ en campos de zafiro pace estrellas”. Donde el robador es Zeus (cuya constelación vemos en primavera), que toma la forma de un manso toro blanco (media luna de armas en su frente) en el que confiada se sube la hermosa Europa, a la que rapta. Resulta distraído intentar sacar metáforas de la mitología, y de los regalos que Zeus le hizo a Europa, el autómata de bronce que guardaba las puertas de Creta, el perro que no dejaba escapar ninguna presa, y la jabalina que jamás erraba en el blanco, dejando aunque sea por un rato la cizaña irritante, que es ya permanente, con o sin elecciones.

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