Gumersindo Ruiz

Hace sólo 4.000 años

Tribuna Económica

04 de junio 2024 - 01:00

Pienso que el partido que más bien puede hacer desde el Parlamento Europeo es aquel con ideas impopulares, como que la agricultura ha de ser inevitablemente ecológica y no derrochadora de recursos; que la mejor inmigración es la que cubre necesidades laborales, pero no es excluyente de una política sensible de asilo; o que la tecnología y productividad van de la mano de industrias que reduzcan la huella de carbono, produciendo bienes verdes, desde baterías para almacenar energía solar, a tejidos, o materiales de construcción para edificios medioambientalmente eficientes. Estos mensajes son difíciles de articular frente a la simpleza de los discursos populistas, al igual que no es fácil defender que para mantener las libertades y diversidad en Europa se necesita la fortaleza de la Unión, del euro, del Banco Central Europeo, de un presupuesto común sustancial dirigido al desarrollo social y a la tecnología industrial, e intensificar el intercambio interior. Todo esto beneficiará a veces a unos, y a veces a otros, y aunque algún partido trate de ganarse a sus votantes diciendo que va a Europa a defender sus intereses, la única defensa es trabajar para construir Europa con todo lo que une o no a los países. Los intereses empresariales, por ejemplo, no se alcanzan con concesiones nacionalistas, sino con una divisa fuerte, un mercado común vibrante, una política tecnológica cohesionada, sin ceder en los derechos sociales y civiles, y con unidad inquebrantable ante la amenaza de Rusia, el oportunismo comercial de China, o las veleidades de Estados Unidos. Un ejemplo es la restricción al comercio que calcula el FMI (ver trabajo de Estefanía Flores y otros, 2022) que sobre la media simple de 22 posibles restricciones, da 11 a Asia y Estados Unidos, y sólo 6 a Europa; el problema principal de Europa no está dentro sino fuera, y es ingenuo pensar que la economía europea va a funcionar bien si se intenta atender a las exigencias de cada país, sin tener en mente la Unión en su conjunto.

La fabulosa exposición Dinastías del MARQ de Alicante, se remonta a los primeros reinos europeos conocidos, hace 4.000 años. Aunque lo que pasó en un tiempo tan remoto tiene escasa utilidad para las complejas decisiones de ahora, nos desvela cómo reinos poderosos y estructurados para la producción y distribución, con tecnología de aleación de metales, medidas, y una simbología jerárquica y religiosa cuyos vestigios vemos en piezas fascinantes, desaparecen de la historia por mala administración de las relaciones de poder, violencia, desequilibrios sociales, explotación codiciosa de los recursos, y también por las enfermedades y climatologías adversas. Los comisarios de la exposición, Juan López Padilla, Roberto Risch, y János Dani nos cuentan una historia antigua, pero con ella intentan alertarnos de nuestras fragilidades en una época en que nos creemos dioses tecnológicamente, pero con instituciones mal adaptadas, y sentimientos que siguen siendo primitivos y manipulables. Ojalá que acertemos con nuestros votos y vayan al parlamento europeo personas que lleven con ellas no rencores, agravios o reivindicaciones simplistas, sino la ambición y el propósito de fortalecer nuestra sufrida y querida Europa.

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