mónika bellido. bailaora

"He sido, soy y seré siempre defensora del flamenco en la Universidad"

  • La artista algecireña confiesa encontrarse en una etapa de madurez personal y profesional que le está aportando mucho Ya piensa en crear su propia escuela

La bailaora Mónika Bellido (Algeciras, 1972) es una activista total del flamenco. Afronta ahora su undécima temporada como responsable del aula de baile de la Escuela de Flamenco de la Universidad de Cádiz en su Campus Bahía de Algeciras. En 2006 costaba encontrar alumnos. Hoy hay lista de espera a los tres días de abrir el plazo de matrícula. Bellido, filóloga y periodista además, ha llevado siempre la danza flamenca consigo. Desde su salto a la Universidad de Granada -escenario de sus primeros pasos como docente- hasta su paso por Madrid, donde literalmente no paró de evolucionar hasta su regreso a su ciudad natal.

Prima hermana de Alejandro Sanz, la música vive en ella desde que ambos eran muy niños y correteaban juntos en los veranos de El Rinconcillo. Admiraban ya a Paco de Lucía, el mito al que ella tuvo la fortuna de entrevistar hasta por dos veces.

-Más de una década ya de esta experiencia de enseñanza en la universidad…

-Pues sí. Parece mentira ¿verdad? Aquí arrancamos de la mano de Francisco Trujillo, entonces vicerrector del Campus Bahía de Algeciras, y Virtudes Atero, que lo era de Extensión Universitaria. He sido, soy y seré siempre una defensora del flamenco en la universidad. En la de Granada di clases a estudiantes de INEF (Instituto Nacional de Educación Física) y en Madrid a alumnos del Instituto Español de Extranjeros. La etapa del comienzo de 2006 en Algeciras fue muy dura.

-¿Por qué?

-No teníamos alumnos. No había conciencia de esto. Luego comprobamos cómo a las cosas hay que darle su tiempo y poner mucho esfuerzo. Hoy tenemos lista de espera a los tres días de abrir el plazo de matrícula. También creo que ha sido decisiva nuestra filosofía de trabajo, basada en el baile no como un fin, sino como un medio para acercarnos al Flamenco. Siempre lo explico: necesitamos que bailen unas alegrías, por seguiriyas o una bulería por soleá pero sabiendo qué y por qué lo están haciendo en cada momento. No queremos una mera concatenación de pasos y que luego todo quede en el aire. Buscamos un sentido profundo. Y el contexto es el Ffamenco.

-Poco antes del verano pasado juntó su baile a un grupo con El Lele y José Antonio Chacón como cantaores y el guitarrista Antonio Martín. Todos con muy poca experiencia pero cargados de una ilusión apabullante ¿Y eso?

-Eso fue mágico (ríe entusiasmada). Nos pusimos a trabajar muy poquitos días antes del acto in memoriam a Paco de Lucía que la Universidad de Cádiz organizó en la Politécnica de Algeciras. Fue una noche muy especial. Lo hice porque quería poner en valor a los artistas de aquí, la gente tan joven y con tanta calidad artística que tenemos. Y porque muchas veces parece que lo que viene de fuera es siempre lo mejor y no necesariamente tiene por qué ser así. Quería que en este acto, expresamente, estuviese esto representado y se viera que tenemos una forma de cantar, tocar y bailar nuestra, muy flamenca y elegante. Es un valor en alza.

-¿Y la conexión entre ustedes?

-Es así porque hay un vínculo propio entre los artistas flamencos. Por eso, a veces no necesitas grandes ensayos para poder hacer algo realmente profundo y sentido. Tenemos códigos comunes, que nos pertenecen a todos y nos unen como comunidad. Es un tesoro. Seguimos juntos. El Lele es muy flamenco, muy visceral y auténtico. Todos los artistas estamos en evolución y nunca terminados del todo como tales. No echas mano solo de tu técnica y tus recursos, sino que tienes que buscar tu verdad para transmitírsela al público. Chacón me encanta por su finura y elegancia. Y lo que me gusta de los dos es cuando están juntos, el contraste que ofrecen. El uno es el contrapunto del otro, algo muy bonito. Antonio Martín tiene un futuro muy prometedor por delante, una gran proyección porque es jovencísimo. Tendrá mucho éxito por su sensibilidad y todo lo que tiene por decir. Nos hemos juntado una serie de sensibilidades que hicieron posible aquella noche de homenaje a Paco de Lucía y esperemos que muchas más.

-Mónika Bellido es afán didáctico y ahora está embarcada, también, en teatro flamenco para niños

-Sí, es un espectáculo que se llama En busca del compás y que tiene mucho que ver con mi faceta de madre. Se me ocurrió escribir un guioncito adaptando un cuento clásico para explicarles a los niños de dónde venimos. De una manera sencilla y que resultase divertida para ellos. Tiene tres partes diferentes, en las que se les muestra el compás por alegrías, tangos y martinetes. Para eso usamos recursos escénicos y viene conmigo un actor que se llama Víctor Almazo. Padres e hijos lo pasan en grande y el próximo Día Mundial del Flamenco, el 16 de noviembre, lo interpretaremos en Prado del Rey y en otra fecha en San Roque. Es un día de fiesta.

-Hablemos un poco de dos figuras claves en su formación, el bailaor Pepe Heredia y el guitarrista Andrés Rodríguez

-Ayy -dice melancólica-, el Flamenco no hubiera avanzado en el Campo de Gibraltar sin la figura de esas dos personas. Pepe Heredia fue mi base, mi primera piedra, el que me enseñó a dar mis primeros pasos. Me inculcó la elegancia, porque soy una bailaora al uso, pero firmemente convencida de que el flamenco no está reñido con la elegancia. Y Andrés Rodríguez fue un dinamizador y activista fundamental del flamenco aquí, con una cualidad impresionante y es que siempre sabía darle su sitio y valor a todo el mundo. Quizá no fuera un virtuoso técnico de la guitarra, pero removió esto por entero con la creación de aquel grupo, Soleá, del que formé parte y que está en la historia del flamenco en esta comarca. Formaron parte de una generación importantísima, muy comprometida con nuestro arte. Durante el III Encuentro Paco de Lucía, en la mesa redonda que coordiné, quise recordar su figura porque es algo más que merecido.

-Sería un crimen dejar pasar esta entrevista sin preguntar por su relación con dos gigantes de la música: Alejandro Sanz, primo hermano, y Paco de Lucía

-Con Alejandro he vivido desde niña en el ambiente de una raíz flamenca muy fuerte, que une a nuestra familia. Pienso que el flamenco ha influido plenamente en su evolución personal y artística, basta escucharlo para darse cuenta de que es así. Tiene mucha inspiración flamenca. A Paco de Lucía lo conocí durante mi etapa en Madrid. Fue en la boda de Ricarda, la nieta de Niño Ricardo. Ahí fue la primera vez que lo vi. Jamás lo olvidaré porque para mí era ya un icono por el que sentía muchísima admiración y respeto. Para mí era como un gigante. Entonces… lo que más me llamó la atención fue la manera tan sencilla que tuvo de dirigirse a mí: "Ahh, tú eres la que escribe en la revista El Olivo, ¿no? Te he leído algunos artículos". Me quedé boquiabierta, me impactó. Pude entrevistarlo luego en dos ocasiones: una fue el año de la muerte de su madre, Luzía, y de Camarón, momentos muy duros de su vida. El día que terminaron la grabación de su disco Luzía fue el mismo en que lo pude entrevistar en los estudios de Musigrama, allí estaba Félix Grande. La segunda entrevista llegó cuando fue nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz, en aquel histórico acto en Algeciras. Esta segunda conversación no pudo ser personal porque, por entonces, vivía en Mallorca y si esperaba a que viniese no podríamos publicarla en el diario Sur el día de la entrega. Me atendió por teléfono y me dio una pedazo de entrevista impresionante. Guardo aquel audio como oro en paño. Paco era una persona cuyo silencio impactaba, con un mundo interior muy enigmático. Imponía pese a su sencillez. La última vez que lo vi fue en la boda de Alejandro porque él era padrino de uno de sus hijos, de Dylan. Una pena que se nos fuese tan pronto, porque quedaba tanto aún por hacer…

-Qué me dice de la relación periodismo-flamenco, dos de sus facetas vitales

-Como buen espíritu crítico que he sido siempre, tengo que decir que hemos avanzado mucho y elevado el nivel en varios aspectos. Pero hay una realidad: todavía no nos terminamos de creer lo que tenemos entre manos. No sabemos dónde ponerlo… ¿En el conservatorio, en la universidad?

-¡Usted siempre ha querido sacarlo a la calle!

-Yo sí, pero eso es una iniciativa personal de Mónika Bellido, que quiere transmitirlo por todos los motivos y de todas las maneras. Pero no se trata de eso, no. Esto no puede ser algo de ese cariz. Necesitamos planteamientos y políticas comunes. Aquí falta que vayamos más allá de las pompas creativas que han surgido para regular el flamenco y, por supuesto, que el rumbo esté marcado de forma clara, que se consoliden verdaderas estructuras. Y en todos los ámbitos, institucionales y por cauces más formales. El ejemplo, entre otros, es la Universidad de Berkeley como ente formativo de músicos.

-Hemos hablado de la Mónika Bellido del pasado y el presente ¿Y la futura?

-Pienso que estoy, como bailaora, en una buena etapa de madurez creativa y personal y eso te proporciona ciertas licencias, en el sentido de que no está ya uno preocupado por ciertos aspectos como lo que se pueda pensar o no sobre lo que uno hace.

-Se la ve libre y serena

-Sí, es eso. Estoy en un momento de utilizar el baile como una herramienta para buscar dentro de ti y transmitir las cosas que quieres llevar hasta el público. El flamenco es muy sencillo y, a la vez, muy difícil. Todos estamos hechos de la misma pasta y el lenguaje de la emoción del flamenco nos une a todos. Ha llegado el momento de que impulse mi propia Escuela de Flamenco aquí en Algeciras, es un proyecto que voy madurando. He disfrutado mucho el taller El Baile, un viaje a las emociones, que hicimos en los vursos de verano de San Roque con el psiquiatra y psicoterapeuta emocional Jorge Miguel García Téllez y la pianista y bióloga Estefanía Pérez Solís. Es una experiencia muy bonita, que ha gustado mucho. Me enriquece personalmente. Entre los tres conseguimos abrir un camino de ligazón entre el flamenco y lo emocional. Los alumnos bailaron por alegrías, por soleá, por tangos, por tarantos. Todos los palos estuvieron ahí. Espero que se vuelva a repetir. Estoy en un momento muy bueno, la verdad. Creo profundamente en el baile. El flamenco es una forma de vivir y de entender el mundo y siempre me devuelve mucho más de lo que yo le doy. Para mí es muy importante poner en valor lo que cada maestro ha ido dejando en tu aprendizaje. Siempre he reconocido a todos mis maestros porque es muy importante lo que cada uno de ellos ha dejado en mi mochila.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios