Paco Mir. Componente de Tricicle

"Uno pretende ser lo que no es: ésa es la base del poder y del humor"

  • El trío está de gira presentando su espectáculo, 'Bits', una comedia sobre internet y la estupidez humana que ellos definen como una comedia digital en código de gags trinario

El bit, la unidad mínima de información empleada en informática, ha encontrado en Joan Gràcia, Paco Mir y Carles Sans unos rostros familiares con los que mostrarse al público. Los componentes de Tricicle regresan a los escenarios para burlarse de la estupidez humana con internet como premisa. Paco Mir responde a esta entrevista en representación de este trío bienavenido al que avalan más de tres décadas y media de un humor amable e inspirado.

-A principios de año, cuando retomaron Bits, estrenada en mayo de 2012,dijeron que era la "versión dos punto cero, mucho más elaborada".

-Pasa con todas las obras. El hecho de hacerlas tantas veces te permite mejorar lo que no estaba del todo bien. Uno de esos aspectos es el ritmo, hemos ido añadiendo detalles que igual son imperceptibles pero que hacen que el espectáculo esté mucho más ligado. No somos una compañía de improvisación, pero sí de vez en cuando probamos cosas, y si funcionan se quedan. De hecho, Bits dura más, unos diez minutos, en comparación con cómo estaba la propuesta al principio.

-Que nadie se espere un estudio sociológico sobre internet y sus consecuencias: la red es un mero punto de partida, una excusa, para hacer reír.

-Sí. Utilizamos como transiciones, como puentes, todos esos actos que tenemos ya como costumbre con internet: los chateos, los mails, las búsquedas en Google... para trasladarnos de un sketch a otro.

-Hace unos días, con motivo de la actuación en Córdoba, hizo una afirmación preciosa: que las bromas eran siempre más o menos las mismas, que el tema siempre era, dijo, "el hombre contra sí mismo".

-El problema es siempre la estupidez humana, te la puedes aplicar a ti mismo o a las relaciones. Uno siempre pretende ser lo que no es, es la base del poder y del humor. Y el humor siempre se está burlando del poder, sea tu jefe, tu pareja, el Gobierno... alguien que sea más fuerte que tú; el humor está ahí para intentar derribarlo. Los medios han cambiado. Y lo que hacía antes el enamorado Cyrano por carta ahora se hace por whatsapp.

-Es el espectáculo en el que más hablan, según parece.

-Hablamos, pero sólo un momento, la gente no sale del teatro exclamando: "¡Ahora hablan!". Como no tenemos normas fijas ni tenemos que rendir cuenta a un colegio oficial de mimos, podemos hacer lo que nos da la gana, que más o menos es lo que siempre hemos hecho. Hemos utilizado las herramientas idóneas, las que nos hacían falta para cada momento del espectáculo, con libertad.

-Esa libertad con la que han manejado su carrera no les ha pasado factura: siguen siendo comerciales y pueden estirar una producción hasta tenerla cuatro años de gira.

-Tenemos un público fiel, que además se ha renovado. Los abuelos trajeron a los padres y los padres trajeron a los hijos. Y los hijos te descubren. Quizás, no estamos en las páginas de internet que ellos consultan, pero los ves con cara de fascinados. Yo creo que es porque tenemos un ritmo muy ágil, y damos tanta información como la que ellos necesitan. Un niño puede estar viendo la tele, hablando con un compañero por teléfono y haciendo los deberes. En la obra siempre hay tres personas actuando, muchos movimientos, gestos, voces en off... Hay mucho material, y eso les engancha.

-Pero ese ritmo debe de ser agotador para un intérprete. Y eso lleva a cierta paradoja: con la experiencia tendrán cada vez más controlado el tempo, pero las energías ya no serán las mismas que cuando tenían treinta años.

-Es la paradoja de siempre. Una y otra vez nos proponemos hacer algo tranquilo... y siempre acabamos reforzando la velocidad. Nosotros tenemos una media de siete, ocho sketches, pero en este Bits tenemos doce y mucho de ellos compartimentados en muchos gags. El ritmo de entradas y salidas es frenético para el espectador, para nosotros no tanto porque te acostumbras. Pero el público sí tiene esa sensación de ostras, cuántas cosas en tan poco tiempo.

-Aquí hay un homenaje a Les Luthiers. ¿Qué otros cómicos, en su opinión, formarían parte del linaje de Tricicle?

-La verdad es que tenemos una mezcla tremenda. Dibujos animados como La Pantera Rosa o Los Picapiedra, unos más antiguos como Félix el gato. Nos gusta el cine mudo, pero somos más de Buster Keaton que de Chaplin. Y de Jacques Tati. Dentro del mundo del cine, está Lubitsch, que vivió la transición del mudo al sonoro y es un maestro de la comedia. Si es bueno lo que haces, no importa si cantas o si hablas. También sentimos devoción por Howard Hawks, Peter Sellers, Cary Grant, los Monty Python... y en televisión por Un hombre en casa, y en teatro, pues por una tradición que entroncaría con Els Joglars y Comediants.

-Han publicado una enciclopedia sobre la compañía, Tricicle. De la Z a la A (Ediciones B). Se ha escrito de algunos episodios que comentan, como la historia de un concejal que los invitó a un club de alterne y esa vez que golpearon accidentalmente a Artur Mas. Pero ¿cuáles serían sus entradas favoritas en ese libro?

-Nuestro aspecto favorito del libro es que haya tantas entradas, que nos hayan pasado tantas cosas... Es una mezcolanza, hay como cinco corrientes de lectura del libro. Estarían los datos, cuántas cosas hemos hecho... Y después las anécdotas, y en otro apartado las enseñanzas pedagógicas, los trucos de Tricicle para un actor. Habría también reflexiones sobre el mundo del arte y también bromas porque sí, porque es un libro de humor, claro.

-La primera vez que actuaron cobraron en especie, una cena de conejo con caracoles. Es una anécdota bonita, que recordarán con añoranza, pero hoy la profesión ha vuelto a esa precariedad...

-El sector está castigadísimo. Con historias como el microteatro parece que hay más movimiento teatral, pero hay mucha gente trabajando por amor al arte o para justificar su ego. Eso no es una industria teatral. El 21% de IVA ha motivado que teatros grandes tengan problemas para encontrar producciones con toda una compañía...

-Y con 35 años de trabajo a las espaldas, desde su veteranía, ¿cómo se divisa el humor que se hace ahora?

-Siempre hay de todo, sería injusto hacer generalizaciones. Pero desde hace tiempo triunfan las opciones baratas: los monólogos, propuestas muy sencillas que suelen ser repetitivas, basadas en tópicos sobre las relaciones entre hombre y mujer. El humor elaborado, inteligente, tiene un círculo más reducido y no está el tiempo para apuestas arriesgadas.

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