Julio Ruiz: pensar en un hombre se parece a bailarlo

El almeriense, el primer flamenco que logra una beca en el Centre National de la Danse de París, actúa en ‘FlamencOlee’ hoy, en Sevilla, y presentará en el Festival de Jerez ‘La familia’.

Julio Ruiz y el alfabeto del tacto

Julio Ruiz, dibujado por los alumnos de Bellas Artes en París.
Julio Ruiz, dibujado por los alumnos de Bellas Artes en París. / Frantz Vaillant
Braulio Ortiz

11 de diciembre 2025 - 06:30

El almeriense Julio Ruiz, el primer bailaor y coreógrafo de flamenco becado por el Centre National de la Danse y la Cité Internationale des Arts de París, advierte últimamente una constante “en las mesas redondas en las que participo, o en una charla con una compañera”: una mezcla de desánimo y cansancio por las dificultades que rodean cada proyecto. “Pero si queremos ser españoles y artistas, no nos queda otro remedio que abrazar la precariedad”, asegura un intérprete que se resiste a la desesperanza y prefiere quedarse “con el momento tan bueno en el que estamos los creadores, en el que rompemos con los patrones heredados, cogemos ideas e inspiraciones de otros sitios, abrimos ventanas”. Por eso, su paso hoy por el festival FlamencOlee, en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus), donde interpretará junto al guitarrista David Caro la performance Salvar a un hombre (a las 12:30) y mantendrá la conversación OrgulloSOS con Ángelo Néstore y Mercedes L. Caballero, se plantea como una celebración. La de quienes se apartaron del camino marcado y encontraron un horizonte pleno en los márgenes. “En el flamenco de ahora, y también en la poesía o en las artes plásticas, hay una libertad muy estimulante, gente que ha repensado el mundo desde el género y la sexualidad... Nos quitamos los lunares, pero nos los ponemos si nos apetece. Se está revisitando todo desde el placer, que es una actitud que necesitábamos”, prosigue Ruiz.

El creador, que presentará en el Festival de Jerez en febrero su nuevo espectáculo, La familia, ya comprobó con su anterior montaje, Tocar a un hombre, un hermoso dúo sobre la vulnerabilidad de los afectos que defendía junto al bailarín Javier de la Asunción, que quien entiende el arte como búsqueda avanza inevitablemente en la intemperie. “Sólo por leer el título [de Tocar a un hombre], desde muchos Ayuntamientos nos dijeron que no les interesaba programarnos”, recuerda Ruiz, que se siente incómodo cuando lo etiquetan como valiente. “Nadie llama así a un niño cuando se pone a colorear o empieza a jugar, él simplemente hace lo que siente. Yo he vuelto a ser ese niño, y me dedico a lo que me apetece”.

Julio Ruiz, en 'La familia'.
Julio Ruiz, en 'La familia'. / Julián Azcutia

Un juego sin concesiones en el que un artista que “trabaja desde la herida” resulta magullado: con La familia, en la que da vida a tres mujeres de su clan –su abuela, su madre y su tía–, descendió a un pozo donde resonaban las preguntas que arrastra desde su infancia. “Crecí en un hogar con muchísimo cariño, pero también con muchos silencios, y había situaciones que no entendía”, cuenta el coreógrafo, “así que les dije a mis parientes: voy a hacer una güija hasta que me deis las respuestas que necesito”.

“Muchos programadores nos decían que no con ‘Tocar a un hombre’ en cuanto leían el título”

Al principio, enfrentarse a ese hermetismo doméstico fue “duro”, pero Ruiz comprendió que “tenía que disfrutar, que pasármelo bien. De modo que La familia se convirtió en un cuento, y esas tres mujeres se volvieron tres animales. Y en medio un niño, un niño que soy yo y que no comprende qué ocurre exactamente”. En la catarsis hay dolor –“es lo que pasa cuando hurgas en una herida, que te salpicas de sangre”–, pero también humor, porque Ruiz sabe por su entorno que la vida siempre tiene un reverso cómico. “Las mujeres de mi familia se ríen en un velatorio, y viven ese funeral como el evento del año”.

El almeriense aún manifiesta una alegría incrédula cuando se le pregunta por su estancia en París. “¡Buah!”, exclama. “Lo viví como un sueño, yo quería darme cuenta de todo lo que estaba viviendo. Llegué a ensayar el primer día y consulté si podía dejar mis cosas, y casi que se rieron de mí. Vamos a ver, tú tienes un estudio para ti tres meses. Esto es tuyo, toma la llave y punto. No estamos acostumbrados a ese lujo en España”, rememora entre risas. “Además, desde el Centro Nacional de la Danza me acompañaban a los espectáculos que quisiera, para presentarme a los directores o directoras de los teatros, y yo que soy muy aplicado fui a 30 obras en tres meses... Los programadores venían al estudio, con lo que cuesta que venga un programador en España al teatro... Y yo estaba feliz, me decía: Qué bien que el flamenco esté aquí”, evoca.

“Crecí en un hogar con mucho cariño, también con muchos silencios que no entendía”

Ruiz, un artista que presta mucha atención a la escritura, se inspira en un poema de Roberto Juarroz para la performance de hoy en el Cicus. “Las responsables del FlamencOlee querían que hiciéramos Tocar a un hombre, pero Javier [De la Asunción] vive ahora en Alemania y era complicado. Entonces trabajamos unos versos que se quedaron en el tintero, Tal vez sea por esto que pensar en un hombre se parece a salvarlo, y los retomo en esta improvisación, en la que me acompaña David Caro, alguien con quien tengo confianza”. Confianza para sentirse libre, y para seguir en el juego, el placer y la búsqueda.

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