Erupción en la palma | la guardia civil ante uno de los mayores retos de su historia
  • El teniente coronel de la Guardia Civil, Juan Carlos Lafuente, relata su experiencia al mando del dispositivo de seguridad en la emergencia de La Palma

Un gaditano frente al volcán

Juan Carlos Lafuente, ante la colada de lava del Cumbre Vieja. Juan Carlos Lafuente, ante la colada de lava del Cumbre Vieja.

Juan Carlos Lafuente, ante la colada de lava del Cumbre Vieja.

Escrito por

· Pedro M. Espinosa

Redactor Jefe

El 19 de septiembre, cuando las entrañas de la tierra se abrieron y empezaron a escupir toda su rabia ardiente a la superficie de la isla de La Palma, un gaditano estaba en primera línea de la batalla frente al volcán. Es una tarea tan desigual como imposible, pero hay que librarla, básicamente para evitar que la destructora lengua de lava se lleve vidas humanas además de construcciones en su espantoso camino hacia el océano. Y Juan Carlos Lafuente, gaditano del casco antiguo, teniente coronel de la Guardia Civil en la Comandancia de Tenerife, fue el elegido para ocupar el cargo de Jefe del Dispositivo de Seguridad en la emergencia volcánica de La Palma. Desde entonces Juan Carlos no se ha separado del volcán, que no se cansa de vomitar su furia y que ha cambiado para siempre la fisonomía de una isla ahora dividida por las coladas que parten del Cumbre Vieja en un recorrido de destrucción lenta pero imparable. Esta semana, el teniente coronel Lafuente atendió telefónicamente a Diario de Cádiz para relatar cómo está viviendo esta experiencia completamente nueva en el país, como es mandar un operativo en una emergencia volcánica.

“El Gobierno de Canarias –cuenta– tiene establecido un Plan de Emergencias en previsión de erupciones volcánicas. En este plan se recoge que llegado el caso se tienen que constituir diferentes grupos. Uno de seguridad, que lidera la Guardia Civil, luego hay otro de intervención, que lo coordina la UME; y un tercero de Protección Civil, que lo lleva Cruz Roja. Estos equipos trabajan conjuntamente. El director de la emergencia es el consejero de la Junta de Canarias, que nos ordenó a la Guardia Civil liderarlo. Ahí interviene también Policía Nacional, Local, Protección Civil y la Policía Autonómica. Nosotros lo que hacemos es coordinar a todos los grupos que intervienen en la emergencia como fuerzas de seguridad”.

El teniente coronel Lafuente explicando a los reyes de España el dispositivo de seguridad de La Palma. El teniente coronel Lafuente explicando a los reyes de España el dispositivo de seguridad de La Palma.

El teniente coronel Lafuente explicando a los reyes de España el dispositivo de seguridad de La Palma.

Nos comenta Juan Carlos que desde antes de que se iniciara la erupción “nosotros ya sabíamos que iba a producirse, porque dentro del Plan de Emergencias hay un comité científico y este había estado avisando de que cada vez había más terremotos y que era probable la erupción. Una semana antes de que se produjera ya, en previsión, estuvimos examinando caminos en aquellos lugares donde los científicos pensaban que podía aparecer la boca del volcán, que al final distó tres kilómetros, o sea que no estaba muy lejos del punto que habían estudiado”.

La erupción se inició el domingo 19 de septiembre “y nosotros esa misma mañana ya habíamos mandado a la Usecic, con gente nuestra de refuerzo, para ayudar al operativo de La Palma. Así como una patrullera del Servicio Marítimo”.

Según Lafuente, el primer día fue el más complicado. “Había muchos nervios, fallaban las comunicaciones, nosotros mandamos para la zona a todo el personal que había en la isla, aunque estuviera libre o de vacaciones, porque no sabíamos cuáles eran los riesgos. Al principio había cierto temor. Lo pasamos mal. Los guardias no tenían claro ni siquiera los riesgos que iban a correr. No sabíamos la velocidad de la lava, había mucha ceniza, pero la gente hizo lo correcto, que en ese momento era evacuar las viviendas de las zonas más afectadas por la erupción volcánica”.

Reconoce que había temor por la vida de las personas “pero también por la de nosotros mismos. No sabíamos la velocidad que iba a coger la lava. Había que hacer lo posible para que no se nos quedara nadie atrás, alguien mayor que no se enterara de lo que estaba pasando y que fuera sorprendido por la colada de lava. Fue un trabajo de ir casa por casa, con las sirenas, con megafonía, asegurándonos de que todas las viviendas se habían evacuado. Los guardias se aseguraron que no había viviendas ocupadas. Por eso había que salir a la carrera y sin llevar todas las pertenencias que les hubiera gustado, porque lo primero era sacar a la gente. Luego con el tiempo, viendo las viviendas más seguras, fuimos organizando esos acompañamientos para que fueran sacando enseres o rescatando a sus animales”.

Porque lo cierto es que nadie había trabajado con anterioridad en España en una emergencia de este tipo. “La anterior era de los años 70 y no había ningún trabajo parecido. Pero ahí estuvimos nosotros, que fuimos los primeros en llegar, teniendo claro que lo primero era salvar la vida de los ciudadanos. ¿Cómo lo hacíamos? Pues ensayo y error. Íbamos probando las cosas que nos iban funcionando y las que veíamos que no pues las íbamos desechando. Creo que fue un trabajo en el que todas las administraciones se han coordinado de forma eficiente”, indicó.

¿Y cuál es la situación actual de la erupción? “Ahora parece que hay un momento de estabilidad volcánica. Los terremotos están contenidos, las coladas no avanzan al norte o al sur, que es lo que más preocupa, no se están ensanchando, sino que van acumulando altura y llegando al mar. Con lo cual no se prevé que pueda haber más viviendas afectadas a corto plazo, pero sí que nos preocupa que la gente se relaje, nuestros guardias, los ciudadanos, que otros servicios de seguridad se relajen, porque no hay que olvidar que en la última erupción volcánica que hubo aquí en los 70 las muertes se produjeron cuando el volcán ya estaba casi finalizando la erupción. Fueron muertes por emisiones de gases. Hay que consolidar todo el trabajo que hemos hecho”, aseguraba el teniente coronel Lafuente.

A bordo de una embarcación con la fajana creada por la colada al caer al mar. A bordo de una embarcación con la fajana creada por la colada al caer al mar.

A bordo de una embarcación con la fajana creada por la colada al caer al mar.

Reconoce que están viviendo momentos muy duros, atendiendo a personas que han perdido toda su vida. “Es una tragedia terrible; hay personas que lo han perdido todo pero al menos han salvado la vida. Puedo contar muchas anécdotas pero me quedo con una. En el puesto de mando avanzado, nosotros empezamos a utilizar drones para ir viendo cómo avanzaba la colada y que nos ayudaran en la toma de decisiones. Veíamos qué casas estaban afectadas y cuáles no. A pesar de que el Gobierno de Canarias tenía una web donde se podía ver por dónde iba la colada, muchos ciudadanos venían hasta el puesto de mando para preguntarnos cómo seguía su casa, si había llegado la lava. Una mujer mayor venía todos los días, y al quinto día le dijimos que su casa estaba afectada por la lava. Se quedó destrozada. Pero esta señora siguió viniendo porque quería ver si se llevaba también su farmacia, la casa de la vecina donde tomaba café, la tienda de ropa donde compraba, incluso su iglesia. Nos decía, es que el volcán se está llevando toda mi vida. Era su mundo entero lo que estaba desapareciendo. Es muy triste”.

Reconoce que han vivido momentos muy emocionantes incluso entre sus filas beneméritas. “Dos guardias que vivían aquí cerca del volcán, en esta zona, y que han perdido sus casas en vez de estar llorando por los rincones están trabajando como los que más. Con una sonrisa en la cara siempre, sin perder las ganas de trabajar y eso es increíble. No se puede expresar con palabras”, nos cuenta Juan Carlos.

También agradece que ha habido muchos guardias que han venido a ayudar desde fuera de las islas. “Yo los he visto llorar. Gente de dos metros llorando. Acostumbrados a emergencias, antidisturbios, gente que ha estado destinada en la valla de Ceuta y Melilla y que acaban llorando al ver la impotencia de los vecinos, ayudándolos a cargar las lavadoras, las maletas... Está siendo muy duro también para nosotros”.

Una tarea complicada ha sido además asegurar la zona afectada por las coladas para que no entrara nadie. “Desde el principio establecimos puntos de control para que nadie sin autorización entrara a la zona por donde van discurriendo las coladas. Puntos de control para que nadie pasara. Aparte teníamos dispuestas patrullas móviles para vigilar que no se colara nadie, y lo que intentamos fue montar una Comandancia en La Palma. Porque aquí lo que hay es una pequeña compañía, de 120 agentes, que ha pasado ahora por esta emergencia a unos 300. Lo que hemos hecho es aumentar todas las especialidades. Hemos traído patrulleras, guardias de montaña para hacer rescates, gente del Seprona, porque hay un montón de animales que han estado sueltos porque la gente salía corriendo de las casas, animales de compañía pero también de granja. También hemos traído a agentes de policía judicial porque teníamos miedo de que hubiera pillaje. Un helicóptero para ver cómo van evolucionando las coladas. El Servicio Marítimo, a submarinistas de los GEAS... En fin un gran despliegue”.

Además la Guardia Civil está colaborando con el comité científico (INVOLCAN) realizando mediciones de dióxido de azufre en la patrullera del Servicio Marítimo y en el helicóptero, “ya que es importante hacer las mediciones alejados de la isla, es el dato científico más relevante para determinar el fin de la erupción volcánica”. Y por último, quiso añadir que “nosotros no vamos a dejar solos a los palmeros, cuando los demás se hayan ido, nosotros seguiremos aquí con ellos, porque el peligro va estar incluso después del fin de la erupción”, dice.

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