La Línea

Centenario y con futuro

  • El Mercado de la Concepción cumple un siglo bajo la gestión del Ayuntamiento

  • El proyecto de rehabilitación integral con los fondos Edusi garantiza su permanencia

De lunes a sábado, a las ocho de la mañana todo está primorosamente dispuesto para que los colores y olores inviten a llevarse a casa productos frescos y de calidad. El Mercado de la Concepción cumplirá a finales de este mes de septiembre un siglo bajo la gestión del Ayuntamiento de La Línea. Cien años que llegan con una demanda de mejores aparcamientos por parte de los comerciantes y con la mirada puesta en el proyecto de rehabilitación integral del edificio; una iniciativa ya comprometida por el Consistorio y en el que los empresarios depositan sus esperanzas para dar un empuje al comercio de proximidad frente a la feroz competencia de las grandes superficies.

El recinto, de estilo modernista y con forjados de hierro, fue proyectado en 1878 por el arquitecto gaditano Adolfo del Castillo e inaugurado en 1882, hace ahora 135 años. En septiembre de 1917 la plaza pasó a manos municipales cuando el gobierno local recuperó la concesión a un particular que originariamente se había establecido hasta 1981.

Los comerciantes reclaman una bolsa de aparcamiento para facilitar las ventas

Cien años después de aquella reversión al patrimonio municipal, cerca de un centenar de pequeños empresarios linenses se ganan la vida cada mañana en el mercado, aunque el progresivo declive del edificio haya provocado un descenso de hasta el 35% en el número de comerciantes en los últimos diez años.

Hace no demasiado tiempo sumaban 150 puestos, según explica Luis Gil, presidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado de la Concepción y que lleva 37 años al frente de la carnicería que antes regentó su padre. La zona de las pescaderías es donde más evidentes son las ausencias.

Pese a los evidentes achaques del inmueble, el encanto del comercio de proximidad y sus valores -frescura, calidad y experiencia- se mantienen inalterables. Los mostradores de las pescaderías, carnicerías, floristas o fruterías lucen cada día cuajados de productos de gran calidad a precios muy razonables. "Los comerciantes nos esforzamos por la calidad, dar un trato cercano y ajustar los precios", defiende Gil.

"Aquí encuentro muy buen precio y calidad. Los pasillos de un supermercado no huelen a nada", razona un cliente mientras recibe una bolsa llena de tomates para gazpacho. Tomates "de los que huelen y saben a tomate". Al otro lado del mostrador, Antonio, hijo y nieto de fruteros, resalta que el secreto se encuentra en madrugar para traer el mejor género del mercado de mayoristas. "Me levanto a las 3:15. Todavía hay quien pregunta por qué no abrimos por la tarde. Hay que trabajar mucho pero el cliente recibe a cambio frescura, calidad y cercanía", enumera el tendero.

La demanda más recurrente entre los empresarios no es otra que el aparcamiento. "Cada vez más los clientes vienen con prisas y buscan un acceso rápido. En eso no podemos competir por el momento", comenta otro vendedor. Los comerciantes han propuesto que se habilite una parcela cercana como bolsa de aparcamiento de rotación. A la puerta no se puede llegar en coche, lo que supone un impedimento para captar negocio más allá de los vecinos de la zona centro.

El ambiente gourmet, tan de moda en otros recintos de este tipo, ha comenzado a asomarse tímidamente a la plaza linense. Dos puestos, uno de vinos y otro de quesos, configuran por el momento la oferta gastronómica para tomar algo durante las pausas entre compras. Los comerciantes esperan que la rehabilitación permita la llegada de más establecimientos de este tipo, puesto que el maridaje entre hostelería y abastos crea unas interesantes sinergias que han hecho reflotar otros antiguos recintos en toda España. "El puesto se llena cada fin de semana, sería interesante tener más negocios de este tipo. El público lo demanda", subraya Virginia Medina, empleada de un coqueto negocio de vinos.

La actividad comercial no se ciñe a los muros interiores del edificio. En los alrededores, cada día se instalan varios puestos ambulantes de calzado y ropa o un carromato con una vitrina rebosante de bollos y vienas amasados apenas unas horas antes y horneados sin artificios.

En una de las esquinas del mercado se fríen churros que impregnan el ambiente del clásico olor de los relajados domingos por la mañana aunque sea miércoles y las prisas marquen el compás de buena parte de los clientes.

No es difícil ver carteles en algunos negocios con referencias a que los tenderos hablan inglés. Desde la apertura de la Verja, en 1982, los vecinos de Gibraltar ampliaron sus opciones para comprar frutas y verduras más allá de los productos importados desde Marruecos o el pescado y la carne congeladas.

"Son una parte importante del negocio. Pero las colas y la paridad de la libra han hecho que la presencia de clientes gibraltareños haya caído hasta un 80%", detalla el presidente de los empresarios de la plaza.

La recta final del verano también ha hecho que parte de los compradores ocasionales, los que están de paso en la ciudad por las vacaciones, se hayan marchado. Se trata de aquellos que estando de veraneo compran carne de partes nobles para una barbacoa o pescados para darse un homenaje. "Pero la vuelta de los clientes habituales compensa su marcha. Un perfil sustituye al otro", resalta el presidente de los comerciantes.

También hay quien ha confiado al mercado, y sus expectativas para el medio plazo, su proyecto de vida. Rubén Sores aparcó su trabajo en el sector de la industria para montar un puesto de quesos con denominación de origen.

REFORMA

El debate sobre el mañana del Mercado de la Concepción no radica tanto en el futuro en sí, que no se cuestiona pese a la dura competencia de las grandes cadenas de distribución, sino en la necesaria reforma de la plaza.

La entidad local ha efectuado unas ligeras reformas ante el centenario que han consistido en la demolición de los puestos de pescado sin uso. La planta alta, vacía desde 1996, ha quedado igualmente diáfana. Pero el edificio presenta los achaques lógicos de la edad y se encuentra obsoleto.

Largamente demandada por los comerciantes, la rehabilitación del mercado y su entorno forman parte de los proyectos que el Ayuntamiento de La Línea prevé afrontar con los fondos Edusi. La ciudad percibirá 10 millones de euros de la Unión Europea, de los que buena parte serán para el recinto.

El proyecto de los fondos Edusi se basa en las estrategias de centro comercial abierto. Además de remozar el inmueble, la intención local pasa por peatonalizar el entorno para fomentar las compras y convertir el mercado en uno de los ejes para revitalizar el comercio.

La estrategia Edusi de La Línea plantea una conservación íntegra de los accesos actuales del mercado, incluyendo el cuerpo central y las fachadas norte y sur. La regeneración será integral, teniendo en cuenta cuestiones como la accesibilidad o la eficiencia energética. Se pretende que tras la rehabilitación del edificio, el mercado cuente con un espacio diáfano central de doble altura que realce las arquerías catalogadas por la Junta de Andalucía.

Pero el uso de la segunda planta está aún por definir. La estrategia Edusi plantea su posible funcionamiento como un ente independiente , incluso con un horario diferente. "Para oficinas o para puestos de tipo gourmet. Pero tenemos el compromiso de que no se hará nada sin consultar a los comerciantes", apunta Gil.

CELEBRACIÓN

El Ayuntamiento de La Línea ultima una serie de actos conmemorativos para festejar el centenario. Hasta el pasado jueves se mantuvo abierto el plazo de presentación de fotografías para un concurso con el que además se nutrirá una exposición. También se mostrarán al público los planos originales y otros documentos que obran en poder del archivo Francisco Tornay.

De puertas para adentro, los tenderos también se están organizando para que el centenario de la municipalización suponga una oportunidad para dar realce a su actividad y captar nueva clientela. "Queremos decorar los puestos con banderines conmemorativos y embellecer un poco el entorno", destaca Gil.

El bullicio y las compras apresuradas marcan las últimas horas de la mañana en la plaza. A las dos de la tarde, las puertas se cierran pero la actividad se mantiene durante al menos un par de horas más. Toca hacer caja, retirar el género y dejarlo todo limpio para que al día siguiente los puestos luzcan de nuevo en perfecto estado de revista.

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