Si no el diablo, como sostiene el famoso dicho anglosajón, al menos en este caso los grandes problemas están en los detalles. Y no hay que rebuscar demasiado en las estadísticas que diariamente facilita el Ministerio de Sanidad para constatar que hay motivos sobrados para hablar de un grave problema respecto a la salud de los profesionales sanitarios.

Hace dos semanas, las cifras indicaban que había 31.052 casos de contagio entre auxiliares de enfermería, enfermeros, médicos, farmacéuticos y demás miembros del personal que a duras penas y en muchos casos con escaso o meramente ineficaz material de protección atienden a los miles de enfermos en el país. Ayer eran ya 43.325 las personas contagiadas en esta primera línea de contención de la pandemia. O lo que es lo mismo: en 15 días, la tasa de sanitarios infectados se ha disparado hasta el 40%. En pocas ciudades como en Cádiz este problema es tan elocuente que incluso se antoja redundante explicar por qué esta propagación del virus en los hospitales es tan preocupante: allí hay ya más contagios entre sanitarios que entre el resto de la ciudadanía.

Éste es uno de los detalles. Hay otros, claro. Y algunos de ellos permiten contemplar, siquiera allá a lo lejos, al final de un larguísimo y tenebroso túnel, el final de la abrumadura tiranía del virus. El indicador más claro, pese a que aún está lejos de dejar de constituir una tragedia, radica en la cantidad de muertes registradas ayer. Fueron 185, lo que supone un leve incremento respecto a las dos jornadas precedentes, ambas con 164, pero la tendencia sigue por debajo del baremo de 200 fallecimientos que durante tres días consecutivos se han producido, por lo que de momento se confirman las razones para la esperanza. En total, y al hacer este recordatorio siempre habrá que respirar hondo, son ya 25.613 las personas que han perdido la vida en España desde el comienzo de la epidemia.

En cuanto a los contagios –los confirmados mediante PCR–, en las 24 horas del lunes al martes se detectaron 867 nuevos casos, elevando el total a 219.329. De estos, se han curado –también desde el estallido de la crisis– 123.486 (en este registro se incluyen tanto los enfermos dados de alta como las personas a las que se le ha realizado una prueba serológica pero no se ha podido evidenciar el momento en que contrajeron la Covid-19). Ayer, Sanidad confirmó 2.143 nuevos casos de personas libres ya de la enfermedad.

"Sigue el ritmo más o menos descendente que se ha observado en los últimos días y semanas", resaltó el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, antes de recordar que el aumento de contagios se debe seguramente al retraso de las notificaciones que suele producirse después de cada fin de semana. Las cifras son "favorables", recalcó Simón, si bien apeló un día más a la obligada prudencia para evitar los "temidos rebrotes", más aún ahora, con la desescalada en marcha.

A la letalidad del virus se refirió el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en una comparecencia en el Senado. Defendió Illa que, lejos de lo que se apuntó hace algunas semanas, España, con un 11,7%, tiene la tasa de letalidad más baja del entorno europeo. Ante los ataques de la oposición, procedentes del PP y Vox en su mayoría, el ministro detalló las cifras de otros países para justificar su afirmación: las tasas de letalidad en Italidad (13,7%), Reino Unido (15,1%), Francia (19,1%), Bélgica (15,1%), Holanda (12,5%) e Irlanda (12,2%) son todas superiores a la de España.