Mercedes de Córdoba: “De niña veía el baile como evasión, hoy es un grito”

Flamenco

La bailaora y coreógrafa cierra el año con el éxito de 'Olvidadas', su homenaje a las mujeres del 27 y Premio Lorca al mejor espectáculo.

‘Olvidadas’: el baile como desagravio

Mercedes de Córdoba: un largo idilio con el baile / José Ángel García
Braulio Ortiz

30 de diciembre 2025 - 06:31

2025 ha supuesto la consolidación definitiva del talento de Mercedes de Córdoba: en febrero triunfó con Olvidadas en el Festival de Jerez, un montaje en el que invocaba a las mujeres del 27 que había estrenado meses antes en la Bienal de Sevilla, y en abril logró el Premio Lorca al mejor espectáculo de flamenco. La creadora, en plena madurez, sigue creyendo en el baile como un grito de denuncia o de celebración.

Pregunta.–Ahora que se acerca el centenario del 27, Olvidadas, que usted dedicó a las mujeres de esa Generación, parece más pertinente que nunca.

Respuesta.–La obra no se planteó para el centenario, no la pensé con una estrategia, yo la hice porque me encontré con estas mujeres y me enamoré de ellas. Pero nos hace mucha ilusión que después de este año que nos ha dado tantas alegrías, entre ellas el Premio Lorca al mejor espectáculo, Olvidadas se siga moviendo. Estaremos a final de marzo en el Centro de Danza Matadero, en Madrid, y ojalá eso sea el preámbulo para que bailemos mucho a estas mujeres, ahora que se acerca el centenario de esa maravillosa generación...

P.–Emociona el encuentro entre usted, una bailaora del siglo XXI, con esas poetas y artistas del siglo XX a las que la vida no se lo puso fácil.

R.–Yo siempre digo que Olvidades es una invitación para que el público sepa de estas mujeres, las busque después del espectáculo. Hay gente que me escribe por las redes y me dice, agradecida: No las conocía, las he buscado, son increíbles. Yo he puesto mi granito de arena, y espero que ellas estén contentas. Quería tenderles la mano y sacarlas de la oscuridad, y darles las gracias, porque si hoy vamos conquistando la igualdad, que no es un sueño sino un derecho, es por la lucha de las mujeres que nos precedieron.

P.–Reivindica a figuras como Concha Méndez o María Zambrano, pero le conmueve especialmente la juventud de Marga Gil Roësset.

R.–Me impresionó su mirada melancólica. Hice con la sobrina, que también se llama Marga, un work in progress, y profundicé mucho en su personalidad. Era muy vanguardista. Más allá de lo que sentía por Juan Ramón, de si se suicidó por amor, yo creo que el mundo se le quedaba pequeño, y más en el momento en el que le tocó vivir. Ella tenía un talentazo, sólo hay que ver sus dibujos de niña... Todas estas mujeres a las que homenajeo tenían un pensamiento avanzado.

P.–Para Mercedes de Córdoba, ¿el arte es una catarsis?

R.–Es un grito, pero yo me he dado cuenta con el tiempo, al principio era más un juego. No es que me pese la vida, pero es verdad que quienes nos dedicamos a esto tenemos una sensibilidad a flor de piel. Los creadores dialogamos con nuestro mundo interior, sentimos la necesidad de exponerlo, de exponernos. La niña que yo era bailaba porque le gustaba, porque era una evasión; ahora soy más consciente de lo que significa el arte, percibo el baile como un grito, como un desahogo.

“Si hoy te pones una bata de cola y unos lunares eres una clásica. Yo hago lo que siento, lo que creo que soy es verdadera”

P.–En su anterior espectáculo, Sí, quiero, se casaba con su vocación. ¿Ese idilio continúa?

R.–Sí que sigue en pie. Como en toda relación [ríe], con sus más y sus menos, con sus idas y venidas. Pero mis dudas nunca han sido con la danza ni con el flamenco, sino con lo que le rodea, con el sistema, con lo que cuesta sacar adelante un proyecto... Yo intento que esas dificultades nunca maten el amor que siento por esto.

P.–Tanto en Sí, quiero como en Olvidadas se rodea de bailaoras jóvenes. ¿Qué consejo les da?

R.–No me gusta la palabra maestra, yo me veo más como una acompañante. A mí me encanta coreografiar, es una faceta con la que disfruto, pero me emociona más que mi compañía pueda ser un aprendizaje para las que vienen. Muchas bailaoras pasan de la escuela a un tablao, y a montar un proyecto sin haber estado dentro de uno, sin controlar el lenguaje del escenario, cómo te comunicas con los técnicos o preparas un dossier, por ejemplo. Yo les facilito esas vivencias, más allá de los vídeos que puedan ver en Youtube. Mi consejo es que no pierdan el amor al oficio, y que lo que hagan lo hagan de verdad, no por seguir modas.

P.–Esa última idea podría resumir su carrera.

R.–En algunos festivales me han dicho que soy más clásica, y estamos en un momento raro en que si te pones una bata de cola, unos lunares y una flor eres antigua, no te mueves al compás del presente. ¿Perdona? El mismo respeto debe ir para un lado como para otro. Yo no me considero tradicional, yo hago lo que siento. Yo creo que soy verdadera...

P.–Ahora que vamos a entrar en otro año, ¿algún deseo para el futuro?

R.–Con el Premio Lorca, las cuatro nominaciones a los Premios Max, 2025 ha sido un año muy pleno en lo artístico. Tengo alguna idea para el futuro, pero no he presentado nada a la Bienal. Olvidadas ha supuesto un cambio en mí, hay un antes y un después, me noto más madura, y necesito pararme a pensar hacia dónde voy.

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