José Gómez ‘Lazarus’: “Claro que hay margen para ver la Semana Santa de otra manera”
Entrevista
El fotógrafo malagueño acaba de publicar su libro ‘Cinco lobitos’, un singular testimonio gráfico de la Semana Santa de Málaga a través de las manos de quienes la hacen posible
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El fotógrafo malagueño José Gómez Romero, más conocido como Lazarus, (Málaga, 1976) es un viejo conocido de la Semana Santa de Málaga, cuya iconografía más tradicional pone a dialogar con motivos contemporáneos, musicales y cinematográficos, en un verdadero alarde pop. Su último proyecto, recién publicado, es Cinco lobitos, un libro de fotografías en el que la misma Semana Santa queda retratada en las manos de quienes participan y de quienes observan: aferradas a cirios, varales, estandartes, instrumentos musicales, acreditaciones, teléfonos móviles, micrófonos, otras manos y demás elementos, estas manos dan buena cuenta de un tiempo detenido en torno a un acontecimiento único.
Pregunta.¿De dónde nace la idea de Cinco lobitos?
Respuesta.Principalmente, de mi mala relación con mis fotos cuando están recién hechas. Desconfío de mi trabajo cuando está apenas salido del horno, necesito tomar tiempo y distancia. Por eso vuelvo a mis archivos una y otra vez, porque es ahí donde puedo evaluar con más fiabilidad la calidad de las fotos que hago. A comienzos de este año empecé a revisar fotos de la Semana Santa de Málaga hechas desde 2014 y me di cuenta de que muchas imágenes daban todo el protagonismo a las manos de los participantes en las procesiones. Pensé entonces en la posibilidad de contar la Semana Santa desde las manos, y con esa idea me lancé a hacer fotos en las procesiones de este 2025. Eso sí, decidí ampliar la mirada y buscar las manos no solo en los varales y en los cirios, también entre quienes observan desde fuera. Y, bueno, el resultado me hizo ver que se podía contar esta historia así, desde las manos de muchas personas, distintas pero reunidas en torno a lo mismo.
P.¿Qué fue lo más difícil, hacer las fotos o la selección posterior?
R.La primera dificultad tuvo que ver con la atención que requería un trabajo así en un contexto tan diverso como la Semana Santa. Cuando hago fotos necesito estar centrado en un objetivo preciso, en este caso las manos, pero mantener en una procesión toda la atención puesta en un único elemento es complicado. La mirada se te va a todas partes. Después, se trataba de que la selección fuera ajustada y significativa, y eso me obligaba a mirar afuera, a quienes observan, porque la Semana Santa también está ahí. Las manos de un padre que sostienen a su hijo en brazos al paso de una procesión encajan perfectamente con toda la iconografía de la Semana Santa. Pero había que hilar bien ese relato en el resultado final.
P.Hablando de contexto, ¿hay algún interés por su parte en dar cuenta del tiempo en que está hecha cada foto?
R.No necesariamente. Busco la imagen, la encuentro y ya está. En Cinco lobitos las fotos no están fechadas y, de hecho, solo habría manera de ubicar en el tiempo una de ellas. En esta imagen, alguien valida su silla en la Alameda Principal de Málaga con su móvil, a través de una aplicación que entró en vigor en la Semana Santa de este año. Pero solo un observador sagaz podrá percatarse.
P.¿Las manos son ya indisociables del móvil?
R.Eso parece. Confieso que cuando empezó a generalizarse la presencia de los móviles en los desfiles de la Semana Santa me mostré muy crítico. Pero, al final, lo cierto es que esta tecnología se ha incorporado a todos nuestros procesos habituales, y eso incluye también las procesiones. Recuerdo a una mujer mayor en el barrio de la Trinidad, en Málaga, un Lunes Santo, en plena salida del Cautivo, que estaba de rodillas, rezando, y al mismo tiempo lo estaba grabando todo en su teléfono móvil, seguramente para mandarle el vídeo después a alguien. Y, la verdad, no considero que eso sea criticable. Por mi parte, he aprendido a respetarlo. En una de las fotos de Cinco lobitos que más me gustan, un chico se ajusta una cruz hecha con una hoja de palma en el ojal en el Domingo de Ramos sin soltar el móvil. Escenas así son ya inevitables.
P.¿Hasta qué punto es un riesgo hacer fotos a la Semana Santa y quedarse con las manos de la gente?
R.No lo sé. Eso lo dirán quienes se acerquen a Cinco lobitos y expresen su parecer. Confieso que, mientras trabajaba en este proyecto, en mi cabeza todo funcionaba bien, pero al mismo tiempo me quedaba la duda de si la gente entendería la idea cuando viera las fotos. Cinco lobitos es, sobre todo, un libro en torno a las manos: a partir de aquí, quien se asome puede interpretar lo que quiera. Por otra parte, el riesgo forma parte de mi trabajo. Si no asumes ciertos riesgos, no puedes hacer buenas fotos.
"Creo que a menudo nos movemos con demasiados estereotipos cuando nos referimos a la Semana Santa"
P.Pero siempre habrá quien sostenga que sus fotos no reflejan propiamente la Semana Santa.
R.Creo que la cuestión es si podemos mirar la Semana Santa de otra manera. Y yo sostengo que sí, que por supuesto que sí. Un tema importante en Cinco lobitos es el paso del tiempo. Hay manos de personas de distintas generaciones unidas como en un relevo, y esto es algo vital en la Semana Santa, ya que la devoción suele transmitirse de padres a hijos. Pero si solo haces fotos a lo que pasa en la procesión, si no prestas atención a lo que sucede fuera, y si encima haces las mismas fotos de siempre, es imposible mostrar esto.
P.¿Recuerda algún momento que le impactara especialmente mientras buscaba las manos para sus fotos?
R.Sí, en el traslado del Lunes Santo del Cautivo. Cuando la imagen llegó al Hospital Civil, una enfermera se acercó, sacó una estampa y tocó con ella la moldura del trono. Podía parecer un gesto banal, una mera superstición, pero no lo fue en absoluto: encontré un montón de conexiones ahí, mucha memoria, mucha emoción, a título personal pero también compartida.
P.¿Su público natural está dentro o fuera de la Semana Santa?
R.No establezco distinciones. Creo que a menudo nos movemos con demasiados estereotipos cuando nos referimos a la Semana Santa: todos los cofrades son de una determinada manera, los que no participan en esto piensan esto y lo otro o tienen tales motivos… Es todo muy artificioso. Yo hago mis fotos para todo el mundo, y me gusta pensar que cualquiera puede sentirse interpelado, independientemente de si se siente cerca o lejos de la Semana Santa. Al final, yo trabajo con emociones, y eso es común a todo el mundo. Por otra parte, mi empeño está en poner todos los medios técnicos a mi alcance al servicio de la mejor foto posible. Una vez que la foto está hecha, la gente puede pensar lo que quiera.
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