Recuerdo aquella vez....
Fútbol l Tercera división
La Balompédica vuelve mañana a El Palmar, un estadio con el que mantiene un particular idilio, ya que en ese escenario selló permanencias agónicas en 1990 y 1998
La Real Balompédica regresa mañana a El Palmar de Sanlúcar de Barrameda, un añejo estadio que se ha ganado un espacio propio en el corazón de la parroquia linense, ya que por dos veces (1990 y 1998) los albinegros lograron en ese césped, ahora tan maltrecho, permanencias tan agónicas como celebradas.
Los balonos, por el contrario, tienen aparte una cuenta pendiente con el Atleti, ya que la derrota 2-0 en ese escenario la pasada andadura resultó determinante para que los que dirigía Juan Carlos Añón no alcanzasen la fase de ascenso.
El primer capítulo de esta relación idílica entre la Balona y El Palmar se remonta al 27 de mayo de 1990. Una semana antes el equipo que entrenaba Gabriel Navarro Baby se había ganado el derecho a depender de sí mismo para permanecer en Segunda B al doblegar al Badajoz del ex balono José María Martín Doblado (2/0), aunque acudía con el handicap de no haber coseguido un triunfo a domicilio desde octubre de 1988 (es decir, un año y cinco meses antes). Sólo en un desplazamiento había logrado marcar (4-3 en Telde, donde Currito Álvarez malogró un penalti en el último minuto.
La semana previa al Atleti-Balona estuvo salpicada de suspicacias de todo tipo. Un comentario del local Orbegozo ("saldremos a jugar sin malicia") desató las iras de otro de los implicados en la pelea por la salvación, el extinto Atlético de Marbella.
La dureza con la que se emplearon los verdiblancos hizo correr el rumor, nunca confirmado, como sucede siempre en estos casos, de que habían recibido un incentivo económico por parte del Estepona, otro de los que trataba de salir de la quema.
Un millar de balonos acompañaron al equipo y tomaron un Palmar sin apenas representación de la hinchada local, más pendiente de festejar la Feria de la Manzanilla.
En el 18' Pacheco subió la banda y Ahumada hizo el tanto que valdría la salvación, aunque el resto de los marcadores hubiese posibilitado la permanencia incluso con un empate.
Después de marcar el 0-1, los linenses montaron una tela de araña y sólo pasaron apuros a ocho del final, con Cristóbal evitando sobre la línea de meta el empate del equipo que entrenaba Pedro Buenaventura -años más tarde técnico de la Balompédica- cuando de fondo ya sonaban los cánticos de los aficionados visitantes.
El pitido final del granadino Renedo Montalvo dio lugar a una fiesta que al entonces presidente, Manuel Monteagud, que soportó la segunda mitad en la caseta, porque se sentía incapaz de ver el desarrollo del juego, le suponía "la mayor alegría" de su vida.
Los de La Línea volvieron a encontrarse en una situación muy similar el 10 de mayo de 1998 en la penúltima jornada, sólo que entonces en Tercera. Les bastaba con sumar los mismos puntos que el Cádiz B ante el Chiclana para no tener que esperar a la última jornada. Manolo Cruz estaba tan escaso de efectivos que tuvo que incluir a Miguel Ángel García, que estaba realizando el servicio militar en Ceuta, entre los quince convocados.
Unas 500 personas se desplazaron en los autocares que la directiva de Ángel Serrano fletó de forma gratuita. En un partido dramático, Moreno y Trompita parecieron sellar el triunfo visitante, pero los forasteros acabaron sufriendo al encajar el 1-2 en el 83'.
Para el post-partido quedaron las lágrimas del meta Pablo Caballero -seguramente el mayor artífice de aquella salvación- que, sentado en el suelo de la caseta, recordaba a un familiar desaparecido unas horas antes y los abrazos entre jugadores y aficionados dentro y fuera del terreno de juego.
Manolo Cruz se mostró convencido de que evitar el descenso era "más mérito que jugar la liguilla para otros", en clara referencia al actual preparador balono Rafa Escobar, que ya era un secreto a voces que sería su sustituto y que finalmente no pudo terminar entre los cuatro primeros.
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