Balona 16/17, el comienzo de un nuevo ciclo

Los albinegros, a la espera de alguna incorporación, celebran sus primeras sesiones de trabajo en San Roque Club Maurí, con problemas de visado, no se incorpora hasta el fin de semana El defensa Aitor llega a prueba

La plantila de la Balompédica que ayer comenzó la pretemporada posa en el campo de fútbol de San Roque Club.
La plantila de la Balompédica que ayer comenzó la pretemporada posa en el campo de fútbol de San Roque Club.
Texto: Rubén Almagro - Vídeo: Andrés Carrasco

15 de julio 2016 - 05:02

La Real Balompédica 2016/17 es una realidad desde primera hora de ayer. Aún faltan por incorporarse al elenco linense dos-tres, quién sabe si cuatro futbolistas, pero el grueso de la plantilla conformada por primera vez de acuerdo a los preceptos de Manolo Ruiz ya está en marcha. Un plantel que desprende por muchos motivos una sensación de nuevo ciclo. No compareció el brasileño Maurí Franco, que tiene problemas con su visado, pero al que se espera para el fin de semana. Sí lo hizo el defensa Aitor Brioso, que se ejercita con los balonos a prueba.

El primer día de trabajo, con dos sesiones de entrenamiento, permitió comprobar que los futbolistas de la Balona se han cuidado durante su largo asueto estival. Esta vez no hay camisetas que denuncien excesos a lo largo del periodo vacacional. Eso sí, algunos de los canteranos acabaron el día con la misma cara de sufrimiento que los ciclistas que subieron al Mont Ventoux.

La mañana arrancó pronto. Muy pronto. Apenas pasaban unos minutos de las ocho y en el restañado vestuario local del Municipal de La Línea ya tenía lugar la protocolaria ceremonia en la que el presidente, Alfredo Gallardo, y el entrenador, Manolo Ruiz, estrechaban la mano de los que se disponían a iniciar su primera jornada de trabajo. Tras unos minutos de charla para poner sobre la mesa la filosofía de trabajo los futbolistas pusieron rumbo a San Roque Club, donde fueron desembarcando de manera paulatina, casi sin pausa, en turismos.

Aunque el césped presenta algún desperfecto de última hora que ya se trabaja para subsanar, San Roque Club no es precisamente un escenario cualquiera. Más bien es impropio de un equipo de la maltrecha Segunda división B. Aunque a la mayoría no les alcance la memoria ésa fue la casa que eligió el equipo americano de golf que disputó la inolvidable Ryder Cup de 1997 en Valderrama para montar su cuartel general.

El míster tuvo la cortesía de permitir a Andrés Carrasco, fotógrafo de este periódico, realizar su trabajo más 'formal' antes de que comenzase el trabajo propiamente dicho. Una gentileza, por otro lado, al único medio presente en este primer entrenamiento. "Yo qué me pongo con los que llevan catorce años en la plantilla", bromeó Ismael Chico. "Y yo con los que nos hemos pelado casi al cero", agregó Juampe. Se palpaba que había ganas de ponerse manos a la obra. "Pepe ¿por qué no te han puesto con nosotros?" recriminó el preparador a José García, el masajista, después de que el primer entrenador posase con el resto de los miembros del cuerpo técnico: José María Moreno, Raúl López y José Luis Moncayo.

Más tarde también llegó, para oficiar de espectador, Miguel Ángel Ordóñez Chichi, que ahora desempeña la función de nexo entre la caseta y la directiva.

Una vez cumplida la liturgia fotográfica empezó la sesión. Afortunadamente para los jugadores el cielo encapotado y la suave brisa (a ratos daba la sensación incluso de que chispeaba) propiciaban una sensación térmica que en nada se parecía a las asfixiantes de los días precedentes. Aun así, como ya precedía Lydia Grant a mediados de los ochenta en la serie Fama, los profesionales son conscientes de que van a empezar a pagar con sudor su pretensión de enfundarse con regularidad la centenaria camisola albinegra.

Ya desde las primeras carreras la impronta que despide esta plantilla es muy diferente a la de años anteriores. La sensación de que el verano ha sido un paréntesis de otros comienzos de pretemporada ha desaparecido. Hay tantas caras nuevas que entre el puñado de personas que siguen la sesión de entrenamiento -entre los presentes estuvo el presidente de la Unión Deportiva Los Barrios, Álvaro Moya- son constantes las preguntas ("el quince ¿quién es el chaval del Guada o el que ha venido del Logroñés?", "el de las barbas es el de Algeciras ¿no?"). A esa imagen renovadora ayudan tanto el escenario, desconocido hasta ayer, como un cuerpo técnico en el que a pesar de que tres de sus integrantes ya llegaron durante el curso pasado hasta las funciones de alguno, caso del preparador físico, Raúl López, han cambiado.

Después de los estiramientos aparecen los problemas de logística propios de quienes no están en su domicilio habitual. Nada que no le suceda a quien pasa unos días fuera de casa por culpa de unas obras. Al final con dosis de buena voluntad, mucho buen humor y alguna mirada de reprobación de Manolo Ruiz el material sube al buggy en el que viajó hasta el hotel, donde los jugadores tienen reservado un espacio para ducharse antes de emprender el regreso a La Línea. El círculo vicioso ha empezado. El que más y el que menos ya tiene ganas de que arranque la competición.

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