Guardiana de dragones | Crítica

Spanish animation made in China

Una imagen del filme de animación hispano-chino.

Una imagen del filme de animación hispano-chino.

Nos vamos con Julia a ver Guardiana de dragones y a los pocos minutos ya nos estamos arrepintiendo. Ni es para su edad, ni tampoco para nuestro estómago. Fruto de una forzada alianza de fuerzas creativas y productivas entre los autores de Buñuel en el laberinto de las tortugas y la compañía China Film Animation, esta cinta de animación digital 3D nace con el propósito de conquistar el mercado global con su diseño y modelaje más o menos estandarizados a partir de una no menos clásica aventura de iniciación basada en las novelas de Carole Wilkinson y ambientada en la vieja China imperial y sus leyendas de dragones y mazmorras.

Y bueno, no podría decirse que el empeño tecnológico no tiene resultados aceptables, sobre todo en el apartado de escalas paisajísticas y arquitectónicas o en un trabajo de iluminación y atmósferas que por momentos roza lo tenebrista (¡pobres criaturas!). Otra cosa son ya los personajes, que se mueven entre el feísmo de los humanos, a veces mostrado en aberrantes primeros planos, y la infantilización de dragones, dragoncitos y mascotas aliados de nuestra heroína Ping en su deseo que recomponer el orden perdido, dominar sus poderes mágicos y ejercer con responsabilidad como guardiana.

El resultado es una película narrativamente dilatada, espesa y farragosa (¡firmada a diez manos!), saturada de estímulos, sobre todo sonoros (el compositor Cardelús se ha ganado el sueldo y los diseñadores de efectos se han pasado de volumen), escasamente personal u original en su concepción de la animación y bastante decepcionante en su conjunto. Cabe preguntarse si esta nueva y cacareada animación española para el mundo no debería encontrar primero sus señas de identidad propias antes de apostar por la superproducción a toda costa con mano de obra extranjera resintiéndose de la colisión de universos y sensibilidades.