Observatorio La Trocha| Nuestros topónimos

El verdadero origen del nombre de Algeciras (I)

La isla de Algeciras en el siglo XVII según el plano de Texeira. Obsérvese que Algeciras aún permanecía en ruinas tras su destrucción en 1375.

La isla de Algeciras en el siglo XVII según el plano de Texeira. Obsérvese que Algeciras aún permanecía en ruinas tras su destrucción en 1375. / E. S.

En la historiografía tradicional se repite desde hace mucho tiempo que el actual topónimo Algeciras deriva del árabe al-Yazira al- Hadra, que significa isla verde, teniendo como origen la existencia, frente a su costa, frente a la actual Villa Vieja, de una isla hoy desaparecida a causa de los rellenos del puerto. Estaba tan poblada de vegetación que merecía el calificativo de verde, siendo un elemento geográfico tan significativo que sirvió para denominar a la ciudad levantada en la orilla de la cercana tierra firme. A pesar de las afirmaciones expuestas, existen motivos de “duda razonable” para iniciar una revisión de la explicación tradicional del topónimo.

Tras una revisión metódica de fuentes y bibliografía, sin discutir el origen árabe del topónimo, se constata que la citada isla tuvo otras denominaciones a lo largo de la historia y el nombre actual solo aparece a fines del siglo XVIII, como veremos en su momento. Tras este análisis, se constata que en realidad esa isla no bautizó la ciudad, sino que la ciudad bautizó a la isla, cuyo nombre actual es fruto de una interpretación erudita de las fuentes, en época de la ilustración. El origen del topónimo hay que buscarlo en base a tres nuevos factores: a) el incipiente estudio de la paleotopografía en la llanura aluvial de Algeciras, (planicie entre la avenida de la Marina y la calle Alameda), b) las excavaciones arqueológicas en la actual Villa Vieja y c) una reciente revisión de las fuentes históricas, que ha proporcionado incluso el nombre de la población bizantina asentada en Algeciras e inesperadamente, lo que puede ser una solución al origen del nombre de la actual ciudad. Veamos:

Sorprendentemente, algunos estudiosos islámicos no tenían claro el origen del nombre, como en el caso de Yaqut, que escribe en 1224, o algo antes: “Las olas del mar baten su muralla a pesar de que el mar no la circunda como a las islas, ya que está unida a la tierra deal-Andalus. El agua la baña por casi todas sus costas. Así me lo contó uno de sus habitantes. Tal vez la llamaron isla por otro motivo”. Este autor también menciona a Al-Azharii, que dice: Al-Yazira es una voz árabe (kalam al-arab ). Es una tierra que penetra en el mar, a modo de que parece que la tierra queda cubierta cuando el mar la baña”. Este texto es revelador, al indicar la extrañeza de este erudito ante el topónimo, por lo que consulta el texto de otro autor, al que considera un experto en lingüística, siendo notable el que en aquel momento al parecer no estaba clara la asociación isla-ciudad.

La Isla Verde a principios del siglo XX y solitaria en la bahía formaba un paisaje idílico, tal como afirmaron muchos viajeros. La Isla Verde a principios del siglo XX y solitaria en la bahía formaba un paisaje idílico, tal como afirmaron muchos viajeros.

La Isla Verde a principios del siglo XX y solitaria en la bahía formaba un paisaje idílico, tal como afirmaron muchos viajeros. / E. S.

Entre las fuentes cristianas, (1270-1274), dice la Primera Crónica General de España (1270-1274): “En aquel tiempo tenie el cuende Julian por tierra la Ysla Verde, a la que dizen en aravigo Algeciratalhadra…” Rodrigo Jiménez de Rada, en la segunda mitad del siglo XIII, interpreta Hadra como el nombre de la población preislámica: “E el conde tenía entonces al Hadra á la que dicen agora Algecira e de allí facia gran daño a los moros de Africa que le avian grand miedo”.

En 1575-1577, Ambrosio de Morales considera no una, sino dos islas: “Algezira tambien en Arauigo Isla Verde quiere decir, y frontero de aquel lugar estuvieron antiguamente las dos islas, que los Geographos llaman verdes”. Alonso Hernández del Portillo a principios del siglo XVII, no se plantea en absoluto el que la isla sea origen del nombre de Algeciras: “Algecira, como dicho he, es nombre árabe y puesto por los moros, que viéndola en sitio tan ameno y agradable, la llamaron Algecira, que significa tierra verde y deleitosa. Dicelo Don Rodrigo, Arzobispo de Toledo”; “Después de la muerte del Conde Don Julián, y aun estando con vida, se señorearon los moros de Algecira, y si entonces o antes, le dieron el nombre, no se puede afirmar, pero bien entendido es ser el nombre árabe y querer decir tierra verde, o de placer, buen parecer y amena”; “Empiezan estas islas desde la que está enfrente de Algeciras, de bien poca capacidad, aunque hoy admite sementera y arados”; “Tenía cada una de estas islas su nombre en particular, y porque quien trabajó esto fue Florián de Ocampo, seguiré su orden: La primera (ésta entiendo yo por la que está más cerca de Algeciras) se nombraba Hermea, que es lo mismo que Mercurial ó de Mercurio; á esta la llamó el Arzobispo Don Rodrigo, Isla Verde”; “Como a estas islas hoy les falta el ser, también les falta el nombre, porque ninguna lo tiene antiguo ni moderno, sino la de Cucalis. La Erythia, que yo juzgo es la que está junto a Tarifa, tiene rastro de haber habido en ella edificios, y aún duran en ella algunos antiquísimos algibes”; “Es pues conclusión y opinión mía que desde las islas de Algecira, que hoy hay viva una parte de ella, hasta la isla de Cádiz, había muchas islas, de las cuales fuera del agua son nombre que se pudieran llamar islas, han quedado esta de Algeciras y la de Cucalis y la de Tarifa y Santi Petri; y que estas y las anegadas eran las antiguas Gades que dieron nombre al Estrecho de Fretum Gaditanum”.

Jean Baptiste Labat, que visitó las ruinas de Algeciras en 1705, vuelve a incidir en la idea de varias islas: “Algeciras, en árabe significa isla, y como hay dos, una al lado de la otra, formando un pequeño puerto bastante seguro y de buena traza, les llamaron las Algeciras, es decir las islas, y aunque el puerto se encuentre en muy mal estado y las islas erosionadas por la mar, se les sigue llamando islas”. Labat no se refiere a la actual Isla Verde, sino a los arrecifes emergentes, planos, contiguos y gemelos llamados piedras de la galera; que efectivamente dos siglos más tarde sirvieron de base al primer muelle importante del puerto algecireño.

En 1748, Estrada no se plantea la cuestión y dice, sencillamente: “Los moros, cuando la invasión de ella, fue de las primeras que dominaron y la llamaron Algecira”.

Las recientes excavaciones han descubierto el pozo de la isla de Umm-Hakim, actual Isla Verde. Las recientes excavaciones han descubierto el pozo de la isla de Umm-Hakim, actual Isla Verde.

Las recientes excavaciones han descubierto el pozo de la isla de Umm-Hakim, actual Isla Verde. / E. S.

No es el caso del británico James que en 1771, insiste en asociar el nombre a la isla y divaga sobre otros casos, pero olvida el resto del topónimo medieval: “Los sarracenos y árabes la llamaron Algier, Algezair, que, en Árabe, significa una isla, porque está situada cerca de una pequeña isla, y su nombre ha continuado desde entonces, si bien ha sido corrompido de muchas maneras, algunos llamándolo Algiers, y otros Argier o Arget. Mr. Shaw dice: Algiers, Alje-zeire or Alje-zeirah -pues así es como, según este caballero, deberíamos pronunciarla- significa en lengua argelina la isla; llamada así por estar en las cercanías (no las Islas Baleares, como Leo nos presentaba) del montículo este de la bahía que después de la conquista Turca, fue separado del continente. En las cartas y registros públicos está archivada como Aljezeire Megerbie, la isla en el oeste para distinguirla de una ciudad del mismo nombre cerca de Dardanelos”.

Un curioso y raro intento de explicación es, ya en 1805, el del espía Robert Semple: “Esta fortaleza -se refiere al recinto fortificado al sur del río, actual Villa Vieja- en mi opinión dio origen al nombre de Algeciras. Puesto que Alcázar en árabe quiere decir castillo, y siendo este de los primeros, si no el primero, de los construidos en España, pudiera fácilmente haberse modificado el término alcázar por el de Algecir, y gradualmente por el más latino de Algeciras”.

Entre estas interpretaciones personales, fruto de la desinformación, está la atribución de cada uno de los dos núcleos separados por el río, a momentos y culturas diferentes, con opiniones muy variopintas –en esto no entraremos–.

Pero Algeciras no escapó a un fenómeno propio de los siglos del XVI al XIX, muy extendido, que fue el considerar a ciudades en ruinas más o menos cercanas a una ciudad viva como una etapa histórica primitiva de esa ciudad, que había abandonado ese emplazamiento para instalarse en el actual. Se dan casos muy cercanos como Estepona, siendo espectacular el de la ciudad romana de Acinipo, llamada Ronda la Vieja y situada a veinte kilómetros de la Ronda actual. Algeciras, abandonada y en ruinas desde el tercer tercio del siglo XIV hasta las primeras décadas del XVIII, no escapo a la tendencia y en algunos mapas extranjeros sus ruinas son denominadas Viejo Gibraltar. Una muestra atenuada y tardía (1822-1830) es la opinión de Rochefort Scott, “Algeciras recibió su nombre actual de los moros, en cuyo tiempo se hallaba en la desembocadura del río, no a la izquierda como ahora sino a la derecha donde todavía pueden verse los restos de sus murallas”.

Volviendo al tema de la isla, una tradición historiográfica sobre la cual volveremos es considerar a la Isla de Algeciras mucho mayor en el pasado y disminuida a causa de la erosión marina, habiendo estado en tiempos unida al continente. Si bien geológicamente esto es cierto, el error es considerar este proceso como más acelerado de lo que es en realidad. En 1860, Montero no considera que hubiera todavía una isla en el siglo VIII, cuando la invasión arabo-bereber del año 711: “Dispuesto todo y llegada la primavera se embarcaron doce mil berberiscos y sobre quinientos árabes en una flota preparada en Ceuta (que era ya de Muza por habérsela entregado D. Julián) mandada por el marino árabe Mohamad Ben Thabita. Atravesó está felizmente el Estrecho y arribó a un paraje de la costa española cubierto de verdura, por cuya razón le llamaron los árabes Alghezyra Alhadra (isla verde) y que es justamente el mismo en donde vemos la fortaleza llamada así, y que entonces debió estar unido al continente.”

También añade Montero: “Hace menos de dos siglos que se veían en este sitio frondosos sembrados. Hoy, salvo el espacio de la fortaleza solo se ven peñascos pues el mar ha ido cubriendo el terreno. Viardot en su Historia de los árabes dice “que Tharig desembarcó en la pequeña isla al pie del monte Calpe, lo cual es erróneo porque el monte Calpe dista de la Isla Verde dos leguas”.

Situación actual en el puerto de Algeciras de la isla de Humm-Hakim, luego de Algeciras, o de Las Palomas, actual Isla Verde- marcado en rojo-, al igual que el pantalán de madera del ferrocarril y enfrente sel modestísimo muelle, existentes el año 1900. Situación actual en el puerto de Algeciras de la isla de Humm-Hakim, luego de Algeciras, o de Las Palomas, actual Isla Verde- marcado en rojo-, al igual que el pantalán de madera del ferrocarril y enfrente sel modestísimo muelle, existentes el año 1900.

Situación actual en el puerto de Algeciras de la isla de Humm-Hakim, luego de Algeciras, o de Las Palomas, actual Isla Verde- marcado en rojo-, al igual que el pantalán de madera del ferrocarril y enfrente sel modestísimo muelle, existentes el año 1900. / E. S.

Esta opinión de Montero sobre la evolución morfológica de la costa e isla es muy avanzada en su tiempo, reflejando el interés existente en el siglo XIX por las investigaciones geomorfológicas. En el caso que nos ocupa, sería necesario un estudio geológico exhaustivo para determinar con exactitud las modificaciones sufridas por la línea de costa a lo largo de la historia en la bahía de Algeciras.

Carles Davillier (1862) ironiza sobre el nombre: “Algeciras era llamada por los árabes Yazirah-Alhadra (la isla verde), nombre que ya no le viene bien hoy, pues el verdor no abunda ni en la ciudad ni en los contornos.” Aunque este no ha sido habitual, un cierto espíritu crítico asoma en Lutgardo López Zaragoza, que en 1899 opina: “Lo que sí está fuera de duda es que el nombre de Algeciras es arábigo, formado de al y djezira, que quiere decir islas. Su plural (Las Algeciras, nombre con que antiguamente se le designaba) se atribuye a la circunstancia de estar dividida en dos esta Ciudad por el pequeño río Miel, ó tal vez por haber sido reedificada después de algunas de las varias asolaciones que sufriera, en la margen opuesta á aquella en que antes existiera. La invasión sarracena acaecida como harto sabido es en el año 711 de J.C., tuvo lugar cerca de Algeciras, de cuya ciudad se apoderaron y a la que dieron el nombre de Al-Jezirah Al-Adra.” Este es otro punto de vista acerca del origen del nombre de Algeciras.

Manuel Pérez-Petinto y Costa en 1944 realiza un notable avance, aunque sigue la interpretación hoy habitual, habla ya de Umm Ḥakīm citando a una fuente árabe. También continúa las inquietudes geológicas de Montero: “Es término indiscutible que al dar el nombre de Aghezirah Alhadra (Isla verde) al lugar donde desembarcaron, lo hicieron por tratarse de una isla a medio kilómetro de Julia Transducta, con todas las apariencias de ser un trozo segregado de la tierra firme por alguna convulsión sísmica, en tanto que Carteia, asentada como lo estuvo en una pequeña colina, no podía en manera alguna, ser confundida con una isla: La isla Verde, que está delante de Algecirah y de la cual esta ciudad tomo el nombre. Llamase por los Árabes Umm Haquin, del nombre de una esclava de Tarik que quedo en la isla mientras este caudillo se internó en el país. (Al-Makkari)”

En resumen, hemos visto como han existido diversas opiniones con una idea dominante, que es la de atribuir el nombre a la contemporánea Isla Verde pero esta opinión no ha sido unánime, existen otras interpretaciones que incluso podrían clasificarse en grupos. Es evidente la aceptación de la idea tradicional pese a las variables constatadas. En la próxima entrega veremos lo errado de esta idea.

A los interesados en el seguimiento bibliográfico, remitimos a nuestro trabajo, Reflexiones sobre el origen del topónimo Algeciras publicado en la revista Almoraima nº 45, cuyo texto completo puede verse tanto en Dialnet como en el listado digitalizado de revistas Almoraima. Debido al tiempo transcurrido, habría que añadir la publicación de las excavaciones más recientes así como los trabajos de Ana María Berenjeno y José Soto, localizables en Dialnet.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios