Tarifa

En el pabellón gana el voluntariado

  • El pueblo tarifeño se vuelca ayudando a los migrantes acogidos en el polideportivo de La Marina

En el pabellón  gana el voluntariado

En el pabellón gana el voluntariado

Más de dos mil migrantes han llegado a las costas del sur de Andalucía desde San Juan. El buen tiempo permite que cientos de personas arriesguen su vida cruzando el Estrecho y la desesperante situación en sus países de origen les lleva a embarcarse en pateras en el mejor de los casos. Salvamento Marítimo los ha rescatado mientras lo intentaban en lanchas, barcas e incluso colchonetas de playa. "Por favor, ¿me podrías dejar el teléfono para llamar a casa? Solo quiero que sepan que estoy vivo". Esto preguntaba hace tan solo una semana una de estas personas a una voluntaria en el polideportivo de Tarifa, uno de los pabellones habilitados donde -gracias a estos solidarios ciudadanos- se ha podido ofrecer una atención digna a un flujo de personas ininterrumpido que ha obligado a mantenerlo constantemente abierto.

Todo empezó el 15 de junio, cuando Salvamento Marítimo rescató a más de 600 personas en aguas del Estrecho y el mar de Alborán. En ese momento la Subdelegación del Gobierno tuvo que pedir ayuda al Ayuntamiento ante la saturación de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE). Fue entonces cuando el polideportivo municipal La Marina abrió sus puertas para acoger a este grupo de migrantes. Desde ahí, el flujo de personas entrando y saliendo de él no ha parado. Una fecha clave es el 23 de junio: Mientras muchos se preparaban para las hogueras de la noche, desde el Ayuntamiento de Tarifa lanzaban un llamamiento a los ciudadanos pidiendo su colaboración. Salvamento Marítimo rescató a cerca de 300 personas y en el polideportivo se hallaban desbordados, necesitaban voluntarios. Unas 50 personas atendieron a esa primera solicitud. Desde ese día, más de 100 personas colaboran en la atención de estos migrantes.

La mayoría de los que cruzan el Estrecho no trae nada. Llegan a las instalaciones deportivas únicamente con el chándal que les ofrece la Cruz Roja y una mantita. Ha sido y es gracias al grupo de voluntarios que hoy cuentan con más medios. La concejal de Asuntos Sociales, Paqui Hidalgo, los capitanea y junto a ellos lucha por unas mejores condiciones, por que el máximo de familias permanezcan unidas y por facilitarles la situación.

Situación en el pabellón

Cada día, a las nueve menos cuarto de la mañana, se presenta un grupo de entre cuatro y seis voluntarios para ofrecerles el desayuno consistente en uno de los kits repartidos desde el Gobierno: batido de chocolate o zumo de piña, galletitas, alguna barrita energética, paté de cerdo (imposible de consumir por la mayoría de migrantes al ser musulmanes) y frutos secos. Y este se repite en el almuerzo y en la cena. No existen colchonetas suficientes y la mayoría de ellos deben dormir en el suelo. "El primer día, conforme se iban acabando las cajas de los kits las fuimos repartiendo para que se tiraran en el suelo", comenta la voluntaria María Luisa Serrano.

Durante el día, los cuerpos de seguridad se encargan de custodiarlos mientras traductores voluntarios tratan de atender a las dudas de cientos de migrantes asustados ante el registro de la Policía Nacional, trasladada al polideportivo, temiendo que los deporten. También el SAS se ha volcado en la atención, enviando a médicos y enfermeros para atender a embarazadas o a enfermos crónicos, ardua tarea en una época del año en la que las plantillas se reducen y los males aumentan.

Gracias a la ayuda del Ayuntamiento y a la colaboración ciudadana, las comidas han mejorado. Al principio el primero de ellos proveía con bocadillos y fruta, pero el mantenimiento del pabellón hace que no puedan abarcarlo todo. Al rescate acudió la sociedad civil. Un vecino se encargó de comprar más de 200 cepillos de dientes para todos y las donaciones de bocadillos y fruta son a diario. "Una chica de Madrid que venía de vacaciones está de traductora y ha donado la fruta y bocadillos de dos días", cuenta Pepa Mauri voluntaria del grupo Tarifeños Solidarios. Su compañera María Luisa comenta que están desbordados y abrumados por la ola de solidaridad.

Desde hace dos semanas más de cien vecinos se han convertido, como dice Paqui Hidalgo, en una auténtica gran familia. Las nuevas tecnologías permiten que se comuniquen a través de un grupo de Whatsapp llamado Voluntarios Tarifa donde se organizan los turnos y vuelcan las necesidades que existen en el polideportivo. De esta forma la coordinadora solicita a Asuntos Sociales todo aquello que no pueden conseguir por sus propios medios, como medicina para los diabéticos.

La humanidad como base

En el pabellón existen tres pilares de abastecimiento. En primer lugar los voluntarios se encargan de repartir la comida en las colas organizadas por la Guardia Civil. También se ven acompañados por traductores que se comunican con ellos y tratan de informarles lo máximo posible de su situación, repartiendo hojas informativas del Colegio de Abogados. Por último la ropa. Desde Tarifeños Solidarios y Madre Coraje se dedican a abastecer de mantas, toallas, ropa interior, de bebé... todo tipo de prendas necesarias.

Pero un cuarto pilar invisible reina en el pabellón, la humanidad. "Simplemente llegar y mirar a la cara, saludarlos, nos hace más humanos", nos cuenta uno de los voluntarios. "Hay personas que llevan un año prácticamente de país en país y esa angustia hay que relajársela", añade. A diario llegan a Tarifa en torno a 150 personas desde hace un mes, pero no hay que olvidar que son seres humanos y no cifras. Los acompañan miedos, recuerdos, angustia, tristeza y necesitan una mano amiga que encuentran en el polideportivo, donde el esfuerzo del Ayuntamiento, los voluntarios y cuerpos de seguridad ayudan a facilitarles la situación a pesar de las condiciones. Como indica uno de los voluntarios, "de un día para otro te llegan 500 personas y no hay sitio físico. ¿Dónde buscas 500 colchones? No podemos ser excesivamente críticos".

La atención dada por cientos de voluntarios que llevan semanas desbordados atendiendo a estos migrantes es imprescindible. Una de ellos es Pepa Mauri. Esta ama de casa de 51 años lidera un grupo de siete mujeres que se encarga de surtir de ropa a las familias más necesitadas desde 2012. A diario reciben gran cantidad de prendas, hasta el punto de colaborar con otras organizaciones como Despierta La Línea o Madre Coraje. Con esta última se está encargando de que no falte ropa en el polideportivo donde tienen cajas etiquetadas repletas que reponen a diario.

Y todo esto es gracias a la colaboración ciudadana, y no solo de vecinos tarifeños. Desde Andalucía principalmente y muchísimos otros sitios se están enviando alimentos, bienes de primera necesidad, calzado, ropa. Muchos vecinos y extranjeros de vacaciones en el pueblo colaboran y se presentan como voluntarios, además de anónimos que ofrecen importantes sumas de dinero. Las donaciones abarcan desde mantas hasta microondas para calentar los biberones, pasando por colchones cedidos por hoteles de la zona. Pero Tarifa, como toda España, está dividida. "En el pueblo creamos filias y fobias", resume Pepa. Al igual que se ve inundado por una ola de solidaridad, empieza a surgir una de hostilidad.

El cansancio pide mejoras. Aunque la organización y seguridad proporcionadas por la Policía Nacional y Guardia Civil, los servicios médicos que se desplazan desde el ambulatorio y la labor de ayuda ofrecida por Asuntos Sociales y el voluntariado sean más que bienvenidos, todos se encuentran desbordados ante la situación. "Estamos indignadas" resumía Pepa. "Carencias han existido y no debe ser el propio voluntariado el que lo cubra directamente", comenta María Luisa, voluntaria de Tarifeños Solidarios.

El territorio no se va a mover, el Estrecho siempre ha sido una de las entradas a Europa, por lo que todos reclaman soluciones permanentes y que, como dice un voluntario, "no se quede en manos de la improvisación. La marea de solidaridad está ahí pero no puede ser eterna".

En el polideportivo están a la espera de un nuevo centro de acogida que cumpla con unas condiciones mínimas de recursos materiales y humanos, ya que el Campo de Gibraltar necesita un lugar digno donde atender a la gran cantidad de migrantes que llega a sus costas, hecho con el que coincide el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien comentó la urgencia de la creación de uno, barajándose la posibilidad de utilizar un edificio en Crinavis.

En Tarifa han demostrado que, como comenta un voluntario, "se pueden hacer las cosas humanamente sin dejar de cumplir con los requisitos legales que en cada momento se tengan que llevar a cabo". Pero no van a poder aguantar mucho más. Los voluntarios están apenados y cansados de la situación, aunque siguen afrontándola con ilusión, entusiasmo y ganas porque la sensación de ayudar a los demás enriquece el alma.

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