Día Mundial del Autismo

La integración laboral y social, un reto pendiente para la sociedad con el autismo

  • En el Campo de Gibraltar las estimaciones apuntan a unas 2.700 personas con autismo

  • Pablo Morales, un joven de Algeciras, comparte las barreras existentes para las personas con TEA en los estudios y el mundo laboral

Pablo Morales delante de una pared azul, color del autismo

Pablo Morales delante de una pared azul, color del autismo / Erasmo Fenoy

El autismo es una enfermedad que, pese a ser más común de lo que pensamos, es una de las grandes desconocidas para quienes no están directamente relacionados con ella. Tanto es así que ni siquiera es una enfermedad, sino un síndrome muy amplio que varía mucho según el perfil de quien lo sufre, como es el caso de Pablo Morales, de Algeciras.

El Síndrome del Espectro Autista (TEA) tiene diversos niveles según el grado de atención que requiera la persona. Más en profundidad, existen muchas variantes a tener en cuenta como la capacidad de comunicación de la persona o cómo se relaciona con los demás. Es habitual que se identifique en los niños, aunque hay quien descubre su autismo en edad adulta.

A Pablo se lo diagnosticaron con 22 años, lo que se conoce como un diagnóstico tardío. No obstante, su madre, Manuela Bermejo, reconoce que desde bien pequeño ella sospechaba que su hijo era especial. "Los médicos me decían que yo miraba mucho a mi niño, que si tuviera más no lo miraría tanto", explica.

Al no estar diagnosticado y no contar con la ayuda necesaria para desarrollar su potencial, este joven algecireño alcanzó un momento especialmente complicado en Bachillerato, cuando entró en depresión ya que no le adaptaban la enseñanza a sus necesidades y tuvo que abandonar el curso. Tras aprobar el acceso a un FP, uno de los profesores notó los mismos rasgos que Manuela conocía desde hacía años y realizó un informe. Con ese sencillo documento, todo se agilizó y llegó el diagnóstico de autismo que supuso un alivio al ponerle nombre por fin después de tantos años.

Pablo Morales posa para 'Europa Sur' Pablo Morales posa para 'Europa Sur'

Pablo Morales posa para 'Europa Sur' / Erasmo Fenoy

Aun así, Pablo ya tomó conciencia en su adolescencia de que era algo diferente gracias a la experiencia de un amigo con Síndrome de Asperger (grado más bajo dentro del TEA) que identificó en él una serie de detalles que caracterizan a las personas que lo padecen. Así, con 14 años, le dijo a su madre que sospechaba que él también lo padecía, a lo su madre le respondió: "Yo también lo pienso".

Pese a que se tiende más a colocar dentro del autismo a los niños, cuando son adultos, como en el caso de Pablo, es donde afloran aún más las barreras a las que tienen que enfrentarse en un sistema que no está preparado para ellos. Aunque las grandes empresas tienen cupos para personas con discapacidad, en la que entra el TEA, no es tan fácil que les contraten.

"Algunas asociaciones hacen convenios con empresas para que puedan hacer prácticas no remuneradas. El problema es que trabajan unos meses gratis, que además les cuesta dinero por el transporte, pero luego no aprovechan ese cupo para contratarlos", reprocha Manuela, que se muestra muy preocupada por la quimera que supone encontrar un trabajo a su hijo. "Muchas veces te sientes sola porque tienes que batallar por sus derechos", explica.

Una vez confirmado el diagnóstico, Pablo y su madre se pusieron en contacto con algunas asociaciones, gracias a las que tiene cada semana sesiones de terapia grupal y orientación para ayudarle, al igual que otras personas como él. Además, les facilitan acompañamiento para los estudios si lo necesitan.

Las peculiaridades del autismo

Los autistas continúan a día de hoy rodeados de estigmas como que son personas aisladas, metidas en su mundo y que realizan movimientos repetitivos o pueden resultar agresivas. No obstante, Beatriz Mota, responsable de apoyo psicológico y diagnóstico de Autismo Cádiz, destaca la evolución que ha experimentado la población para con los prejuicios del TEA. "Ahora hay menos que antes, cada vez tiene una incidencia mayor y a largo plazo se nota la pérdida de mitos", explica a Europa Sur.

Contra estas ideas preconcebidas también se muestra Manuela, la madre de Pablo. "Dicen que rehúyen el contacto físico, pero es muy cariñoso. Además es muy empático y, aunque le cueste transmitirlo, es como si sintiera lo que vive la otra persona", comenta.

El autismo no tiene tipos como otras enfermedades, sino que tiene tantos perfiles como personas. También se divide en niveles como el síndrome de Asperger, que entra dentro de los más leves dentro del espectro autista. Las principales variables que se tienen en cuenta y que ayudan a alertar ante un posible caso son la forma de comunicarse y relacionarse, si existe lenguaje verbal o si tiene intereses restringidos.

"Todos los niños tienen necesidad de comunicarse para pedir, señalar lo que le gusta y compartirlo. No todos los que no hablen tienen TEA pero si no se comunica de otra forma, entonces sí hay que atenderlo. Pueden ser dificultades en la interacción social, la manera en que comparte con sus padres o se relaciona con otros niños o familiares", puntualiza Mota.

Pablo y Manuela durante la entrevista en la redacción de 'Europa Sur' Pablo y Manuela durante la entrevista en la redacción de 'Europa Sur'

Pablo y Manuela durante la entrevista en la redacción de 'Europa Sur' / Erasmo Fenoy

Autismo en la comarca

Ante la ausencia de un censo oficial de personas con autismo, el baremo que se considera es de una de cada 100 personas. Eso significa que, en el Campo de Gibraltar, de sus 273.000 habitantes, hay unos 2.730 con TEA en cualquiera de sus diferentes niveles.

En Autismo Cádiz atienden a casi medio centenar de niños en la comarca a través de su centro en Algeciras. En torno a la mitad tienen menos de seis años y entran en el Centro de Atención Infantil Temprana de la Junta, mientras que el resto son atendidos como parte de un servicio privado.

También existe otra organización, Asperger-TEA Campo de Gibraltar, que ayuda a 80 familias, aunque especializada en el menor grado de autismo. En ella realizan también terapias y otros servicios. Aproximadamente la mitad de los atendidos tiene entre seis y diez años, aunque algunos llegan hasta los 30.

En La Línea se ha formado una asociación de padres de personas con autismo llamada TEA-Esperanza Azul, integrada por unas 90 familias. Su objetivo es, juntos mejorar las condiciones de sus hijos y ayudar haciendo un frente común para visibilizar el autismo con actividades como la realizada en la carrera Cresta Sierra Carbonera, donde los participantes portarán pulseras azules.

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