A vista del águila

Edificios oficiales

  • No solo comercios, galerías, grandes almacenes, confiterías o salones de té orillaron la calle Ancha

  • Edificios oficiales se alzaron en las aceras que Miguel Ángel del Águila fotografió

La comandancia de la Guardia Civil.

La comandancia de la Guardia Civil. / Archivo Hijas de Miguel Ángel Del Águila

A la calle Ancha se iba a pasear, a comprar, a ver escaparates, carteleras, anuncios. Era lugar de peñas taurinas, de encuentros, miradas cruzadas, trajín constante; camino del médico, de la Feria, de la casa, pero también era lugar donde se establecieron organismos oficiales que a lo largo de décadas vieron pasar el tiempo en forma de restauraciones, dictaduras, repúblicas, guerras, nuevas dictaduras hasta llegar a una Transición en la que el cambio llegó también a las fachadas de la calle más pisada de la ciudad en aquellos tiempos.

Dos edificios destacaron especialmente: el de la comandancia de la Guardia Civil y el del Banco de España. Uniformes y cajeros, tricornios y ventanillas. En una nacieron y vivieron no pocos conciudadanos, al otro se acudía para realizar funciones poco poéticas. Situados ambos en el tramo más próximo a la embocadura del Parque y el Calvario, fueron hitos determinantes de una ciudad pujante y fronteriza, cosmopolita y abierta, donde el dinero y el orden no han ido siempre de la mano.

1. La comandancia de la Guardia Civil

La sede de este organismo estuvo ubicada en pleno centro de la ciudad; a un paso de su salida septentrional, donde arrancaban las antiguas vías que llevaban hasta las poblaciones ubicadas al norte del arco de la Bahía, casi en el extremo de la muy transitada calle Ancha. En la acera de la derecha yendo hacia el parque, la Avenida o los altos del Calvario, donde se levantaban el Casino Cinema y la Perseverancia, se alzaba una antigua casona dieciochesca donde acabó ubicándose la sede central de la institución fundada por el duque de Ahumada.

El 24 de febrero de 1971, Miguel Ángel del Águila acudió a la puerta del edificio con ocasión de la llegada de una visita ilustre, la del general Luis Díez-Alegría Gutiérrez, director general de la Guardia Civil hasta un año después, en que pasó a desempeñar el cargo de jefe de la Casa Militar del por aquel entonces jefe del estado. Vinculado a Algeciras, donde falleció en el nuevo milenio, el militar contempla la llegada de los números que, en formación de desfile, se acercaban por la calle Ancha desde el cruce con San Antonio.

Por encima de uniformes, botonaduras y guantes, destacan los carteles de madera y el logo de la Benemérita, que tenían un aire de provisionalidad impostada sobre la noble arquitectura barroca de cal con molduras pintadas del preceptivo verde: pilastras, rejerías, balconadas, barandillas de pecho de paloma y un oscuro zaguán que apenas deja entrever las proporcionadas arcadas de un patio interior que tantos cruzaron y vivieron a un paso de todo y a resguardo de todo.

El Banco de España. El Banco de España.

El Banco de España. / Archivo Hijas de Miguel Ángel Del Águila

2. El Banco de España

Esta institución nacional abrió sucursal en Algeciras el 23 de mayo de 1904. Eran los años previos a la Conferencia Internacional y la ciudad vivía momentos de un optimista desarrollo impulsado por una de las mejores campañas de promoción urbana en las que también se convirtió la cosmopolita reunión. A partir de 1930, la entidad bancaria se ubicó en un edificio propio que se hizo construir en la calle Ancha, cuya sede fue inaugurada el 26 de octubre. Por aquel entonces, el área de plazas adscritas a la sede algecireña abarcaba desde las africanas de Ceuta o Tetuán a una comarca que trascendía sus lindes hasta las sierras de Ronda y Cádiz.

Miguel Ángel del Águila traspasó su cancel una mañana de marzo de 1972 y fotografió buena parte de sus dependencias. Aún mantenía el lustre de sus primeros años la sala central que aparece en la imagen vacía e impoluta: suelos de mármol, mesa de caoba torneada, livianas banquetas con aires de cuplé, plafones con curvas de entreguerras, mostradores de tintes coloniales, rejas de brillante latón dorado. La luz entra a raudales desde el abierto patio trasero y reverbera en la estancia desde los tubos del techo. Ventanillas cerradas, funcionarios de espaldas, papeleras vacías. Atmósfera de tiempo detenido, sin pólizas, sin cambio de divisas, sin deuda pública, sin papel moneda.

Dependencias municipales. Dependencias municipales.

Dependencias municipales. / Archivo Hijas de Miguel Ángel Del Águila

3. Dependencias municipales

En 1983 el Banco de España había cerrado ya sus puertas. Fue entonces cuando se produjo la cesión del noble edificio de principios de los años treinta al consistorio local, acto que recoge el fotógrafo en esta imagen. Los años de inactividad habían empezado a hacer mella en una fachada con persianas mallorquinas cerradas, mástiles sin banderas y bloques de piedra cubiertos por carteles electorales de candidatos a pasados comicios electorales. Solamente la clave de la puerta permanece limpia, ninguna propaganda cubrió el curvo perfil de la regia cabeza de león, bajo cuya mandíbula permanece la fecha de apertura del establecimiento en la ciudad.

Con claros trajes de chaqueta de verano posan representantes del banco con otros del ayuntamiento presididos por el alcalde. Corbatas y atildadas poses junto a cuellos abiertos y manos en los bolsillos: todo un tratado de kinésica corporal. Unos miran a cámara, otros a una vida cotidiana que transcurre tras ellos, bajo luminosos rótulos de zapaterías locales y sobre el primer enlosado de rojizos perfiles de peces en cuyos ojos tardaba en secarse el agua de la lluvia. Al fondo, las puertas de la antigua entidad permanecen cerradas, antes de que sus peldaños sirvieran para acceder a gestiones locales lejos de las pólizas, los cambios y el papel moneda.

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