El Sexenio Democrático: Una feliz liberación y un proyecto ferroviario para Algeciras en 1870
Historias de Algeciras
Las Cortes Constituyentes, bajo la presidencia de Ruiz Zorrilla, rechazaron por 71 votos frente a 70 el proyecto de un tren para Algeciras
Dos militares gibraltareños, asaltados cuando regresaban a caballo de la Feria de Algeciras
El sexenio democrático en Algeciras: Los Bálsamos y el secuestro de dos británicos en tiempos de feria
Algeciras/Continuando con el asunto de los dos británicos secuestrados -comentado en la anterior entrega- y elevado a razón de Estado, el constitucional gobierno de Prim sigue informando sobre los detalles acontecidos y que llevaron a la resolución del caso: “El 4 del presente mes recibiéndose noticias del buen estado de salud de los secuestrados siendo el mayor de ellos D. Juan Bonnell quién llegó á Gibraltar; se dijo que venía por la cantidad de 22.000 duros, precio del rescate, dejando en rehenes á su sobrino. El día 6 del corriente á las once de la mañana recibían los secuestrados de los señores Bonnell el precio de su rescate. En la misma noche del 6 ó en la mañana del 7, el secuestrado que quedaba en rehenes debía llegar á Cádiz á á algún punto inmediato. Dicho día 6, las diligencias por parte del ministro, del gobernador y secretario de Cádiz se redoblaron. El día 7 á las doce y media fué restituido el joven Bonnell en el Puerto de Santa María. Era llegado el momento de que las autoridades del gobierno desplieguen todos sus medios de acción para el castigo de los criminales y desde entonces no se levantó mano para conseguirlo. Se corrieron los avisos oportunos del ministerio á los gobernadores de Cádiz, Sevilla, Córdoba y secretario de Cádiz, y entre sí, dando por resultado que á las tres de la madrugada del 8, en las inmediaciones de Sevilla y cerca de la venta llamada La Eritaña, se sostenía un porfiado combate entre los cuatro secuestradores de los súbditos ingleses y los tres bizarros guardia civiles, Mateo Zarzuela Ríos, Juan Paez Casado y Juan Dorado Gil, auxiliados éstos inmediatamente por el sargento Pedro Cordero Nogales y los guardias Bernabé García Peco y Miguel Arcos de la Costa; resultando de tan tenaz y porfiada lucha muertos tres de los cuatro criminales, entre ellos el jefe Francisco Martín Espejo, dejando en poder de los guardias 6.000 y pico de escudos, y herido de gravedad el guardia Juan Dorado Gil”.
Finalizando la gubernamental información: “Tal es á grandes rasgos contada la historia de los secuestrados en Gibraltar si bien omitiendo muchos detalles que de publicarlos probarían la discreción y energía con que el ministro de la Gobernación ha dirigido estos trabajos, y la actividad y prudencia con que los han secundado las personas á quienes se les encomendó, y á las cuales parece que ha propuesto el ministro para las gracias y recompensas de que sin duda alguna se han hecho dignas. Como se ve es digna de todo elogio la conducta del señor ministro de la Gobernación y la del Jefe Superior de órden público Sr. Rodríguez, el cual ha interpretado con gran acierto é inteligencia el pensamiento del señor Rivero y dictado las órdenes con la mayor oportunidad y exactitud. Los gobernadores de Sevilla, Córdoba y Cádiz, así como la Guardia Civil, los agentes de seguridad pública y cuantos han intervenido en el rescate de los Sres. Bonnell han rivalizado también en celo y decisión. Ante tan glorioso hecho caen por tierra todas las patrañas é intervenciones de los enemigos de la situación, y España queda en el lugar que le corresponde á los ojos de las demás naciones, que no podrán menos de reconocer que si hay aquí como en todos los países del mundo hombres dispuestos á lanzarse al crimen, hay también autoridades que velan por la seguridad personal, y hacen sufrir á los delincuentes todo el rigor de la ley”.
Ni Francisco Martín Espejo, alias Malaspatas; ni Juan Morales Montero, alias Cucarrete; dos de los secuestradores muertos en el enfrentamiento con la Guardia Civil, podían imaginar que su acción delictiva se convertiría en un asunto de interés internacional dada la problemática situación interior y exterior del país. Ya fuera por el buen momento en el que se encontraban las relaciones con Gibraltar, o ya por la buena imagen hacia el exterior que el constitucional gobierno había adquirido a raíz de la resolución del secuestro de los Bonnell, lo cierto fue que en la sesión de las Cortes Constituyentes, correspondiente al día 9 de junio, y bajo la presidencia de Ruiz Zorrilla, se trató el siguiente punto de gran importancia para el desarrollo económico de la zona: “Ferro-carriles.= Diputado Pascual Silvestre:- En efecto la línea de Cádiz á Gibraltar es una de las más importantes bajo todos los aspectos que se le considere y por eso tiene en su favor la autoridad de Cortes anteriores y la de la comisión nombrada en 1864, que no solo declaró convenientemente, sino de primera necesidad; opinión en que han estado expuestas conforme el señor ministro de Fomento y sus compañeros de Guerra y Marina; porque para todos hay en ella razones muy poderosas que la hacen digna de atención preferente. Basta conocer la situación de la bahía de Gibraltar, donde muchas veces nuestros buques de vela y vapor se ven detenidos por los temporales, allí muy frecuentes, y recordar que Algeciras es el mejor puerto en aquella costa para emprender los fundamentos de la línea de que se trata”.
Prosiguiendo el diputado Silvestre: “Respecto á las consideraciones estratégicas y militares que exigen que la línea férrea de Madrid á Cádiz se prolongue hasta Gibraltar, básteme decir que el señor ministro de la Guerra lo ha reclamado varias veces, y los mismo el de Marina, pues seguramente el puerto de Algeciras es el mejor de aquella costa como puerto de refugio”.
El diputado Sánchez Ruano puntualizó: “No hay que olvidar que el proyecto que discutimos nació del deseo de que las provincias que se ha dado en llamar desheredadas se colocaran en las mismas condiciones que las favorecidas, en cuanto á ferro-carriles; y como en ese caso no están á que se refiere la línea de Cádiz á Gibraltar, línea en cuya construcción se pensó durante la guerra de África como cuestión del momento, y después nadie ha vuelto á acordarse [...] Además, cuando hay provincias en España que todavía carecen de ferro-carriles, y en el estado de penuria del Tesoro Público, no me parece que debemos de hacer líneas en territorio que no es español [...] Sin más debates se puso á votación la enmienda, y habiéndose pedido que fuera nominal, así se verificó, resultando deshechada por 71 votos contra 70”. Aquel único voto que marcó la negativa diferencia vino a significar 20 años de retraso para la llegada -y gracias a la iniciativa extranjera-, del ferrocarril a nuestra comarca.
Perdido una vez más el tren del progreso “¡por un solo voto!” y más que posibles innumerables e invisibles maquinaciones, un nuevo suceso -teniendo como protagonista indirecta a la Real Feria algecireña- vuelve a poner en la palestra a la comarca: “No ha salido todavía la población de la ansiedad cuando una nueva ocurrencia ha venido á turbar los ánimos de estos pacíficos habitantes: El asunto es como sigue: Dos oficiales de esta guarnición -Gibraltar- Mr. Fraser y Mr. Inglis, pertenecientes al regimiento núm. 74, al regresar á caballo ayer por la tarde de la feria de Algeciras, se vieron acometidos entre el Espigón y el Cachón, término de San Roque, por dos hombres, á pié uno de ellos navaja en mano, el cual acometió á uno de los caballos, que cayó muerto en el acto; el jinete se montó en un salto en las ancas del otro, y metiendo espuelas, llegaron ambos á la línea fronteriza á esta plaza donde dieron parte á las autoridades”.
Y mientras las autoridades españolas tomaron cartas en el asunto, en nuestra ciudad acontecían otros hechos especialmente relevantes para sus protagonistas: “Doña María de la Luz Mercedes Santos Izquierdo, soltera, libre de la patria potestad y propietaria y de este domicilio, expresó qué en unión de su hermana Josefa, en fecha 17 de Enero de 1866, se obligaron á pagar á Dña. María Josefa Larios Avilés, hermana de Joaquín Larios Avilés, la cantidad de 1.200 escudos, que les dió en préstamo sin interés por tres años, poniendo las deudoras en garantía un casa conocida como patio del Peral, y otra en la calle Santísimo perteneciente á Dña Mercedes; que habiendo fallecido María Josefa, su hermano Joaquín adquiere el crédito de los 1.200 escudos, o sean 12.000 reales [...] Y deseando la Doña Mercedes asegurar más a su acreedor el reembolso de la deuda ha convenido con éste aumentar la garantía hasta la cantidad de 800 escudos, y sobre una casa con jardín situada en calle de San Antonio de esta ciudad, número 21; teniendo como vecinos por la derecha y espalda a D. Simón Puig, y por la izquierda á D. Benito Oliva, teniendo un valor de 2.000 escudos. Esta vivienda la heredaron las hermanas deudoras por herencia de su fallecida madre Dña. María Terrero en 1 de Setiembre de 1858. Coincidente en el tiempo con el préstamo adquirido por las hermanas Santos Izquierdo, la también vecina de Algeciras, Dña. Juana Fernández López, viuda que fue de D. Juan Custodio, vendió a D. Antonio López Revelle, de estado casado y natural de esta, el siguiente ganado: Veinte dos reses novilladas, compuesta de dos novillos cerreros y el resto de utreros, cuarteños, quinteños y vacas. Diecisiete bueyes, compuestos de novillos de media venta y bueyes hechos. Un utrero en vena. Un toro. Diecisiete vacas paridas. Cuyas reses en su totalidad hacen cincuenta y ocho, siendo la venta por 37.000 reales de vellón”.
Al mismo tiempo que la viuda de don Juan Custodio, doña Juana Fernández, se desprende de tan importante patrimonio ganadero se conoce la triste noticia del fallecimiento de la propietaria de una popular casa de huéspedes sita junto al mercado municipal: “A los 73 años de edad, falleció doña María Goméz Pérez, viuda que fue de don Andrés Quintero; siendo propietarios ambos de la casa de huéspedes, reconocida por todos los algecireños como de Quintero”. La finada había nacido en nuestra ciudad en 1797. Es decir, la infortunada propietaria de la pensión Quintero bien pudo haber sido testigo en su infancia de importantes páginas de nuestra historia durante gran parte del siglo XIX; a saber, entre otras la finalización de la construcción de la Iglesia de la Palma, incluida su torre-campanario; la también construcción de la Plaza Alta, con su famoso obelisco, el cual bien pudo presenciar su derribo cuando había alcanzado la treintena; la presencia de los franceses y los efectos de la guerra de la Independencia o, para finalizar, la llegada victoriosa de Rafael de Riego en el 20, cuando la infortunada contaba con 23 años. Era hija de los también algecireños Pedro Gómez y Gertrudis Pérez, contrajo matrimonio con el referido Andrés Quintero, de oficio marinero, sin que tuviesen descendencia; pertenecía a la cofradía de Jesús y Soledad, dejó en herencia la citada casa de huéspedes en manos de la persona que la había cuidado, siendo esta doña Dolores San Juan Rodríguez. Y dado que su difunto marido cuando falleció pertenecía al gremio de Mareantes, dejó expresado documentalmente lo que sigue: “Y además tengo derecho á percibir lo que el Gremio de Mareantes abona en estos casos á la viuda de un matriculado, lo que cobrará mi albacea para los gastos que concurran á mi fallecimiento”.
Mientras tan histórico gremio sigue protegiendo a sus matriculados y sus desamparadas familias, se van implantando con mayor fuerza en todo el país las modernas ideas en defensa de la lucha obrera nacidas de la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). El progresista gobierno de Prim aún recelaba de la reunión de los obreros, no así las tradicionales cofradías e históricos gremios como el de Mareantes, surgido en nuestra ciudad en el siglo anterior.
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