Primer asedio castellano de Algeciras y fundación de al-Binya

Algeciras musulmana y cristiana

En 1278, Alfonso X ordenó a su almirante que bloqueara el puerto y al año siguiente envió a su hijo para que cercara por tierra a la ciudad

Torre meriní de don Rodrigo o del Espolón en la playa del Chorruelo (Acuarela de E. Louis Lessieux. Museo Municipal de Algeciras)
Torre meriní de don Rodrigo o del Espolón, en la playa del Chorruelo (Acuarela de E. Louis Lessieux. Museo Municipal de Algeciras)
Antonio Torremocha

25 de mayo 2019 - 06:07

Algeciras/Desde el otoño del año 1277, la flota castellana, compuesta por ochenta galeras, veinticuatro naves, además de las galeotas, leños y otros navíos menores, que se habían construido o reparado en Sevilla, comenzó a patrullar las aguas del Estrecho. En el mes de agosto del año siguiente, Alfonso X ordenó a su almirante que bloqueara el puerto de Algeciras y, en el mes de marzo de 1279, envió a su hijo, el infante don Pedro, con el ejército para que pusiera cerco por tierra a la ciudad. El almirante de la flota, Pedro Martínez de Fe, comunicó a don Pedro que desde que estuvo bloqueada por mar la ciudad no le habían entrado a los defensores vituallas, por lo que, aseguraba, que debían estar muy desmayados e inclinados a la rendición si se les combatía con la suficiente insistencia y tenacidad.

Tras recibir esta información, el Infante dio órdenes de que se instalaran las máquinas neurobalísticas en los sitios convenientes y que batiesen la población. El bloqueo y el asedio continuaron durante toda la primavera y parte del verano de aquel año sin que los defensores, bien abastecidos, dieran muestras de desfallecimiento. Sin embargo, desavenencias surgidas entre el rey de Castilla y su hijo don Sancho impidieron que las naves con bastimentos y las pagas llegaran al cerco. Los hombres de la escuadra sufrieron hambre y enfermedades carenciales, teniendo que saltar a tierra en la Isla Verde muchos de ellos dejando desguarnecidas las embarcaciones. En el mes de julio, el sultán meriní, que estaba en Ceuta, mandó reunir una flota (de setenta navíos, según Ibn Jaldún) y la envió sorpresivamente contra la escuadra cristiana que bloqueaba Algeciras.

Una parte de los navíos musulmanes se dirigió hacia la Isla Verde donde pasaron a cuchillo a los soldados que estaban en ella, tanto a los sanos como a los dolientes, quemando las galeras que se hallaban allí fondeadas. El resto de la escuadra se dirigió contra las restantes embarcaciones que estaban en el cerco, entablando batalla con ellas y derrotándolas. El almirante Pedro Martínez de Fe fue capturado en el curso de los combates. Después de aquella derrota naval, los musulmanes pudieron abastecer a los defensores de la ciudad y el infante don Pedro se vio obligado a levantar el cerco y retornar a Sevilla. Según Ibn Abi Zar’, los habitantes de Algeciras salieron, hombres y mujeres, y se esparcieron por las tiendas, matando y cautivando. Encontraron en ellas despojos, dineros, frutas, odres, cebada y harina en cantidad inmensa; todo lo transportaron a la ciudad. El primer intento castellano de tomar Algeciras había fracasado.

Combate naval entre las flotas castellana y meriní, en aguas del Estrecho. Óleo de A. de Brugada. Museo Naval de Madrid
Combate naval entre las flotas castellana y meriní, en aguas del Estrecho. Óleo de A. de Brugada. Museo Naval de Madrid

Después del frustrado asedio de Algeciras de 1279 y mientras el reino de Castilla se hallaba sumido en un conflicto dinástico que obligó a Alfonso X a sellar un pacto con el emir de los meriníes, Abu Yusuf decidió fundar una nueva ciudad junto a Algeciras. Dicha ciudad, que las fuentes árabes denominan al-Binya, al-Bunya o al-Buniyya y las cristianas Villa Nueva, se edificó al sur de la vieja medina, al otro lado del río, sobre el altozano donde había estado asentado el ejército castellano. La identificación de la ciudad fundada por los meriníes como la que existió en el solar de la actual Villa Vieja se debe a los trabajos de investigación llevados a cabo por los arqueólogos José María Tomasseti y Rafael Jiménez Camino.

En origen se trataba de una ciudad-campamento erigida para que residieran en ella las tropas expedicionarias norteafricanas, pero, al mismo tiempo, fue una ciudad palatina que habría de contener los elementos de representación del poder: alcázar, mezquita, mexuar y baños. Al-Binya debía representar la plasmación física del poder del sultán —aún en su ausencia— y la prueba palpable de que la presencia de los Banu Marín en al-Andalus tenía como objetivo recuperar las tierras del Islam en la Península y establecer un dominio sine díe en la orilla norte del Estrecho como antes habían hecho los almorávides y los almohades.

La Dajira dice, en relación con la fundación de al-Binya: “En los días de su reinado (Abu Yusuf), construyó dos ciudades-fortaleza. Una de ellas fue la dichosa Fas al-Yadid (Fez la Nueva) que adoptó como sede de su monarquía... La segunda es la ciudad que construyó también para su propia residencia a las afueras de Algeciras... En ella moraban él, sus familiares y visires, pues sentía vergüenza de que la gente de Algeciras se viera en el apuro de tener que alojarle cuando pasaba a la Península para hacer el yihad. En ambas ciudades construyó aljamas, alminares, alcázares, baños, acequias y puentes en los caminos...”.

El Musnad refiere que (Abu Yusuf) construyó la Ciudad Blanca de Fez la Nueva, urbanizándola y eligiéndola como residencia para sí y para sus soldados, con objeto de separarlos de la población de Fez. “Cerca de Algeciras construyó al-Binya, ciudad que se le asemeja mucho”. Tanto el autor de la Dajira como Ibn Marzuq establecen un intencionado paralelismo entre las dos fundaciones, paralelismo que era evidente para los cronistas contemporáneos que debieron conocerlas: ambas eran ciudades palaciegas y ambas servían como residencia a los miembros de la corte meriní y a las tropas del sultán. Ibn Jaldún refiere, en relación con la fundación de al-Binya: “Queriendo poseer, sobre el litoral y junto al puerto, una ciudad en la que poder instalar sus tropas y tenerlas aisladas con el fin de librar a los habitantes del país de sus violencias y exacciones, eligió un emplazamiento en las cercanías de Algeciras y dio orden de elevar en aquel lugar los edificios necesarios. Esta nueva ciudad fue construida bajo la dirección de un hombre de su confianza y recibió el nombre de al-Binya.” Dos hechos vienen a confirmar la existencia de al-Binya como ciudad palatina y centro del gobierno y de la administración meriní en la Península Ibérica. Uno es que cuando Abu Yusuf murió, estando en Algeciras, el 20 de marzo de 1286, fue enterrado en el oratorio de su alcázar de al-Binya; y otro que su hijo Abu Ya’qub Yusuf fue proclamado rey el mismo día del óbito de su padre en la ciudad de Algeciras, recibiendo el juramento de fidelidad de las cabilas en la misma ciudad unas semanas más tarde.

La construcción de la Villa Nueva debió finalizar en el año 1285. Al menos, el alcázar y los principales edificios palaciegos estaban ya terminados en el mes de octubre de ese año. Escribe Ibn Abi Zar’ que “volvió el emir de los musulmanes a Algeciras, donde entró el 27 de sa‘bán (28 de octubre de 1285) y encontró que el alcázar que construía en la ciudad nueva, la sala de audiencias (mexuar) y la mezquita se habían terminado por completo”. No cabe duda de que con anterioridad a esa fecha se había construido el recinto defensivo –como refiere el Hulal– con el foso y las puertas de ingreso.


Antonio Torremocha. Doctor en HistoriaMedieval. Académico de número de la Academia Andaluza. Director del Museo de Algeciras (1995-2007).

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