Observtario de La Trocha | Nuestra arquitectura histórica

El Ayuntamiento de Algeciras

  • La Casa Consistorial algecireña es, en comparación con otras, excesivamente pequeña y nada majestuosa

  • La ciudad no ostentó semejante condición hasta mediados del siglo XVIII

El salón de plenos de Algeciras en la época de la Conferencia de 1906

El salón de plenos de Algeciras en la época de la Conferencia de 1906

En toda ciudad, villa o pueblo destacan dos edificios que representan los dos poderes esenciales en la vida de sus pobladores: la iglesia y el ayuntamiento. El primero simboliza el poder religioso y espiritual y el segundo, el civil y político. Estas dos construcciones suelen hallarse, usualmente, en la zona más noble y céntrica de la población, por regla general, en una plaza, ya que es allí donde se reúnen los habitantes para pasear, hablar o realizar actividades comerciales. Estas plazas tienen un remoto origen en el ágora griego y en el foro romano.

En nuestra ciudad, por su particular historia, no ocurre lo mismo, puesto que el edificio de sus Casas Consistoriales no está situado en la plaza principal, ni en ninguna otra, sino que se encuentra en una calle, encajonado por otras edificaciones anexas. También los ayuntamientos eran edificios civiles más destacables, tanto en su tamaño como en su categoría arquitectónica. El edificio del Ayuntamiento de Algeciras, por desgracia, no cumple estas condiciones. Es excesivamente pequeño –impropio de una ciudad de la categoría de la Algeciras actual– y también su aspecto no es nada majestuoso.

Hay que tener muy en cuenta para entender esto la singular historia de nuestra ciudad. Algeciras fue conquistada a los musulmanes en 1344 por Alfonso XI, como es sabido, pero veinticinco años más tarde la Media Luna vuelve a señorearse de ella. Es cuando comienza su desgracia, pues será destruida por el rey de Granada Muhammad V en 1375, con lo cual deja de ser ciudad, y por lo tanto de existir oficialmente, aunque no físicamente. Debieron transcurrir tres siglos y medio para que renaciera como población habitada, y lo hará como simple aldea gibraltareña, sin entidad jurídica ni política; por lo tanto, sin Ayuntamiento.

Tampoco contó con independencia eclesiástica, ya que dependía de la parroquia de Los Barrios, y tuvo que esperar hasta 1736 para disponer de parroquia propia, pero no así de Ayuntamiento, puesto que una ciudad comarcal se oponía a ello de forma totalmente radical y se negaba categóricamente a que se le concediera el título de ciudad que ya ostentó en su gloriosa Edad Media. La parroquia de la nueva ciudad resurgida de sus cenizas se construirá en la explanada que sería luego la Plaza Alta; pero, al no ser ciudad ni villa, no contaba con un Ayuntamiento, cuya sede pudiera haberse edificado en la misma plaza, aunando ambos poderes en el mismo lugar: el religioso y el civil.

Ayuntamiento de Algeciras Ayuntamiento de Algeciras

Ayuntamiento de Algeciras / Erasmo Fenoy

Cuando el rey Fernando VI, de la dinastía borbónica, le concede el título de ciudad, se ve la necesidad de disponer de un edificio que acogiera sus Casas Consistoriales. No podemos olvidar –y esto es de esencial importancia– que nuestra ciudad renació sin el apoyo de la corona, a diferencia de ciudades como San Fernando, creada bajo auspicio directo de esta. La incipiente Algeciras era muy humilde y esta circunstancia condicionó el que no pudiera construir un edificio lo suficientemente noble en su plaza mayor. Esta falta de recursos económicos ha sido un mal inherente de nuestra ciudad.

Parece ser que, en 1756, el Ayuntamiento de Algeciras se encontraba en un caserón de la Plaza Alta, aunque más tarde se trasladaría a un edificio de la calle Ancha, actual, durante las primeras décadas del siglo XIX. Posteriormente se instaló en la calle Imperial, la actual calle Alfonso XI, conocida popularmente como calle (del) Convento. En este edificio se encontraba la sede del Ayuntamiento, cuando en 1862 o en 1856 (no existe acuerdo sobre la fecha), debido al mal estado en que se hallaba la construcción, se decidió trasladar la sede a unas dependencias del antiguo convento de la Merced, que había sido desamortizado en tiempos de Mendizábal, en 1835.

Este convento estaba enfrente del actual Ayuntamiento, donde hoy discurre la calle Trafalgar. Aquel edificio de la calle Imperial era una casona típicamente andaluza, con una portada flanqueada por sendas columnas a cada lado y en cuyo interior se abría un patio columnado. Su fachada estaba adornada con miradores (cierros) y balcones de rejería; se hallaba enjabelgada con cal.

Debido al traslado de la Audiencia de lo Criminal al edificio del exconvento de la Merced, la Casa Consistorial se instaló en una casa alquilada de la calle Real, desde 1886 a 1892, año en que comenzaron las obras del nuevo edificio, actual sede del Ayuntamiento. Ya en 1867 la Corporación municipal deseaba construir un nuevo Ayuntamiento en el lugar del antiguo, abandonado en 1862, pero no será hasta 1887 cuando se proyecta un nuevo edificio, de un estilo de inspiración clásica grecorromana, de gran belleza, lujo y volumen.

Desgraciadamente, este proyecto no se llevó a cabo por cuestiones económicas, puesto que Algeciras era una población muy pobre y no podía sufragar un gasto tan elevado en su construcción. Por tal motivo, se modifica el proyecto original: se redujo el volumen y se simplificó su fachada, perdiendo elegancia y majestuosidad. Al final, se construyó a partir de 1892 un edificio de dos plantas, de reducidas dimensiones, cuyo arquitecto fue Amadeo Rodríguez. Las obras se concluyeron en 1897.

Proyecto no ejecutado del Ayuntamiento de Algeciras Proyecto no ejecutado del Ayuntamiento de Algeciras

Proyecto no ejecutado del Ayuntamiento de Algeciras

Su estilo es ecléctico; es decir, mezcla diferentes estilos arquitectónicos, con cierta inspiración neomudéjar, como es el uso del ladrillo visto como elemento ornamental en su fachada. En la vidriera que luce en la pared del rellano de la escalera imperial que conduce a la planta alta y en las de sus ventanales y puertas del salón de plenos podemos observar cierta influencia del Modernismo, estilo arquitectónico que abarca desde el último cuarto del siglo XIX al primero del XX, y en el cual las vidrieras con diferentes motivos decorativos desempeñaban un papel fundamental, como los azulejos de cerámica vidriada. En su fachada, de líneas muy sencillas, se combinan la piedra y el ladrillo visto. Una puerta de arco de medio punto, enmarcada por gruesas dovelas de piedra, da acceso a su interior. Lo más destacado de su decoración son las cornisas con palmetas de sus ventanas y el pequeño copete que corona la fachada, con un bajorrelieve que representa el escudo de la ciudad, rematado por una decoración también de palmeta. El pretil de su azotea luce unos relieves en forma de trébol, coronados por estas repetitivas palmetas.

El techo del zaguán o vestíbulo, al igual que el del salón de plenos, imita un artesonado de madera, construido con placas de uralita pintada de marrón, pues el Ayuntamiento no disponía del dinero suficiente para encargar el tallado de un verdadero artesonado de madera; además la uralita era un material que estaba muy de moda por aquel tiempo. El zócalo está revestido de azulejos vidriados hasta la mitad de la pared. El patio interior es de forma rectangular y está rodeado de una galería con balconadas de hierro fundido en su parte alta. Está cubierto por una montera acristalada. Se llega a él a través de una puerta enmarcada por cuatro pilastras de mármol con capitel de inspiración corintia sobre un plinto o podio, dos de ellas exentas y otras dos adosadas a la pared.

Se accede a la planta superior por una escalera de estilo imperial, como se ha mencionado anteriormente: el primer tramo llega al rellano y allí se bifurca en dos tramos, uno a la izquierda, y otro a la derecha. En esta planta noble se encuentra el salón de plenos, cuya longitud ocupa todo el ancho de la fachada del edificio. En él se abren dos grandes puertas que dan acceso a la galería del patio, y tres grandes ventanales abiertos a la calle Alfonso XI.

En 1906 se celebró en este salón de plenos la histórica Conferencia Internacional sobre Marruecos y entre 1928 y 1930, siendo alcaldes de la ciudad don Laureano Ortega y después don Emilio Morilla (el mismo que mandó decorar la Plaza Alta con su aspecto actual), decidieron remodelar la decoración de este salón, de tal manera que sus paredes se revistieron de azulejos, en los que se representaban varios lugares destacados de la población, y en el testero del fondo se instaló un mural también de azulejos que reproduce una de las sesiones de la referida conferencia . Asimismo, se colocaron el mencionado techo elaborado con placas de uralita, que imita un artesonado, y el zócalo del mismo material.

El Ayuntamiento de Algeciras y, al lado, la casa de los muñecos El Ayuntamiento de Algeciras y, al lado, la casa de los muñecos

El Ayuntamiento de Algeciras y, al lado, la casa de los muñecos

En el Museo Municipal se exponen algunos elementos relacionados con aquella conferencia de 1906, como el sillón presidencial y un panel con la lista de los países participantes en ella, junto con sus respectivos escudos. Originalmente, las ventanas de su planta baja carecían de rejas protectoras, las cuales fueron instaladas en los años veinte.

En los años setenta se barajó la idea de ampliarlo por su parte posterior para darle salida por la calle Regino Martínez, tras la demolición de la casa de don Ventura Morón. Tampoco esta idea llegó a buen puerto y continuó el edificio tal y como estaba originalmente. Finalmente, aquel edificio de estilo popular andaluz, con bella rejería, se demolió en los años noventa, para en su lugar levantar una moderna y antiestética construcción para uso comercial.

A mediados de la referida década de los ochenta, el Ayuntamiento de aquel tiempo pensó construir una nueva sede que acogiera la Casa Consistorial. Se edificaría en la zona ocupada por el antiguo cuartel de Infantería. En el proyecto figuraba un gran edificio provisto de una torre acristalada, en el que se agruparan todos los servicios y departamentos municipales dispersos por varios edificios de nuestra ciudad. Por diversas causas, entre ellas, la económica, no salió adelante aquel plan. Actualmente en esa zona se hallan las murallas medievales y la plaza marqués de Verboom, otro prócer de nuestra de ciudad.

También fue por aquel tiempo cuando se decidió abandonar el histórico edificio y trasladar las dependencias municipales al que hasta entonces fuera sede de la subdelegación del Banco de España, que originalmente era de estilo modernista y que más tarde, cuando se convirtió en banco, se modificó totalmente suprimiendo sus elementos primitivos, en la calle Regino Martínez. El edificio se dedicaría a usos culturales.

Se llevó a cabo una restauración en la cual se reconstruyeron, siguiendo el mismo estilo original, las puertas de dos despachos de la parte derecha de su planta baja, que en los años sesenta habían sido modificadas para darles un aire de “modernidad”. Esta obsesión por “modernizar” los edificios antiguos o parte de ellos es un verdadero cáncer arquitectónico que sufre nuestra ciudad, que carece de los más elementales principios de respeto al arte, a la estética y a la antigüedad. Sin embargo, se desestimó esta opción cultural y volvió a ser sede principal de la Casa Consistorial.

En la primera década del siglo XXI este edificio de la calle Alfonso XI se amplió por la parte posterior, tras la escalera de estilo imperial de acceso al piso superior. También colocó en su patio un quiosco de madera de estilo neo-modernista para atención a los ciudadanos. Más tarde se instaló un reloj en su fachada. Originalmente la puerta de entrada estaba flanqueada por dos artísticos faroles de hierro fundido, que en los años noventa fueron eliminados y sustituidos por otros fabricados en serie. También existía un azulejo con la imagen del Corazón de Jesús sobre la clave del arco de entrada, que fue eliminado en 1979.

Oficina de atención al ciudadano recién inaugurada, en el patio del Ayuntamiento de Algeciras Oficina de atención al ciudadano recién inaugurada, en el patio del Ayuntamiento de Algeciras

Oficina de atención al ciudadano recién inaugurada, en el patio del Ayuntamiento de Algeciras

Pese al valor histórico-artístico de la actual casa consistorial, nuestra ciudad necesita un gran edificio que acoja todos los servicios y departamentos municipales que aún siguen dispersos por diversos edificios y que tenga la suficiente categoría arquitectónica acorde con una población que ya no es aquella aldea gibraltareña, sino la segunda población de mayor número de habitantes de la provincia de Cádiz y mucho más poblada que la mayoría de las capitales castellano-leonesas o castellano-manchegas. Por ejemplo, Madrid trasladó su ayuntamiento desde la antigua Casa de la Villa, situada en el Madrid de los Austrias al majestuoso edifico que fuera sede de Correos y Telégrafos, Palacio de Comunicaciones, de estilo ecléctico-modernista, pues pose un empaque del que carecía el antiguo.

No sería, quizás, mala idea trasladar nuestro ayuntamiento al magnífico edificio modernista de la familia Gaggero, enclavado en la calle Segismundo Moret, una vez llevada a cabo su compra y efectuadas las obras necesarias para su adecuación al uso municipal. La histórica casona podría quedar solo para la celebración de plenos o de actos institucionales.

Pero esta idea utópica choca con la cruda realidad: Algeciras no tiene el dinero suficiente para llevar a cabo esta gestión, como siempre ha ocurrido y ocurrirá. Lo que sí es evidente es el hecho de que Algeciras necesita un gran edificio consistorial, donde se aglutinen todos los departamentos y servicios y además ofrezca una categoría arquitectónica acorde con la importancia de nuestra ciudad.

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