Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

El botellón

Dos de cada tres jóvenes afirma que comenzó a ingerir alcohol siendo menores. La media de edad: 13 años

La agresión sufrida hace una semana por dos policías locales algecireños en el Llano Amarillo, a manos de dos individuos en estado de embriaguez a los que acabaron deteniendo, obliga a hacer una reflexión sobre la continuidad del botellón y sus consecuencias. El citado incidente puso de relieve en primer lugar la profesionalidad y solvencia de ambos agentes a la hora de evitar males mayores, pero eso no es óbice para denunciar la permisividad con la que la mayor parte de las autoridades suelen despachar una problemática que se prolonga desde hace ya décadas en prácticamente todas las ciudades españolas.

No podemos abstraernos del hecho indiscutible de que nuestra sociedad asocia la ingesta de bebidas alcohólicas a momentos de felicidad, ya sea con ocasión de una reunión de amigos, de un triunfo de nuestro equipo o de la boda de un primo en la que hasta nuestra abuela se lanza a bailar. Y seguramente puede y debe seguir siendo así, pero siempre que cada cual asuma sus responsabilidades como miembros, eso quiero pensar, de un país civilizado.

En el caso del botellón, además de generar ruidos, suciedad y alguna que otra pelea, se propicia la ingesta abusiva de alcohol, con los problemas en la salud que ello genera, de manera especial a edades tempranas. Dos de cada tres jóvenes andaluces confiesan, según las encuestas que maneja la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales, que se iniciaron en el consumo de alcohol antes de cumplir los 18 años y que la media de edad a la que lo hicieron fue, atentos, a los 13 años. ¿Es de recibo que sigamos cerrando los ojos ante este panorama? No vale ponerse de perfil.

El amplio reportaje que hoy presentamos en páginas interiores sobre lo que ocurre prácticamente todas las noches de los fines de semana en el Llano Amarillo pone de relieve cómo la inmensa mayoría de las tiendas ubicadas en las inmediaciones incumple de forma flagrante y a la vista de todos la normativa, vendiendo bebidas alcohólicas a menores de edad y con colas visibles desde la calle hasta la 02:00. La prohibición, recordemos, afecta también a los mayores de edad, que solo pueden adquirir este tipo de productos antes de las 22:00.

Todos los ayuntamientos deben tener muy presente que la legislación andaluza les otorga la potestad de regular las concentraciones al aire libre, lo que permite a las policías locales intervenir las bebidas, clausurar temporalmente los establecimientos infractores, imponerles multas y precintar los vehículos de venta ambulante. No hay que esperar, por tanto, a que suceda una desgracia para actuar. El aumento de la presencia policial en el Llano durante la madrugada del viernes en previsión de incidentes fue muy positiva, pero resulta evidente que debe mejorar mucho el control sobre la venta de bebidas.

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