Tierra de palabras

Valentía

El nuevo aprendizaje me entusiasma. Mi nieto es un valiente que llegará a la vida en este difícil momento

Es demostrable que tengo las emociones a flor de piel. Mientras me perfecciono e invento nuevas fórmulas en el laboratorio que es ahora mi cocina, cuando oigo la radio, cualquier testimonio de cualquier vecino de cualquier rincón de este en el país en el que vivo, hace que me tiemble la barbilla y con mucha probabilidad me saque una lágrima. Personas que no conozco, que nunca conoceré y con las que empatizo como si fuesen hermanos míos.

Cuando dan las ocho y llegan desde la lejanía de la urbanización que tengo enfrente los aplausos que tantos agradecimientos encierran, abro la ventana y aplaudo también agradecida y me emociono. No solo por lo que conlleva esta comunión a una hora, aunque en realidad sean todas las horas del día las que nos tienen unidos, sino también por oír mi aplauso solitario retumbar en el alfeizar recordándome el modo de vivir que he elegido; porque oigo el aplaudir conjunto de mis lejanos vecinos, pero el mío solo yo lo oigo. Quiero entender con honestidad qué me emociona, qué hace que se me coja un carrasposo nudo en la garganta y me la apriete. Por un lado, mi parte víctima, esa que está casi olvidada pero que quiere seguir siendo protagonista, se emociona por el espejismo de creerse lo sola que se encuentra; por otro lado, la otra parte que descubrí de mí desde el silencio y el trabajo interior se emociona por lo valiente que soy al sentirme cada vez más libre. Y cuando en la ventana empiezo a respirar la libertad que me he ganado a pulso, se suaviza la garganta y la víctima que fui se difumina sin conseguir sacarme ni una lágrima.

Ya estaría preparada para después del confinamiento montar un restaurante vegano porque es indiscutible que mano para la cocina tengo y que me gusta ponerle amor al alimento. Ya estaría preparada para ser profesora de yoga ya que después de cuatro años de práctica, meditación, pedagogía, anatomía postural, textos sagrados, sensibilización y crecimiento personal, aprendí a aquietar la mente, a inspirar recibiendo el mundo en mi interior y a espirar entregándome al mundo.

Pero ahora hay algo maravilloso para lo que tengo que prepararme porque de la materia no sé nada y el nuevo aprendizaje me entusiasma: ser abuela. Mi nieto es un valiente que llegará a la vida en este difícil momento; es por eso por lo que ahora entiendo para qué estuve yo forjando mi valentía: para estar a su altura.

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