Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Quiero pensar

"Quiero pensar que la rojigualda seguirá uniendo a los españoles de Padrón, Tarifa y Reus en un pub de Londres"

Este es uno más de los miles de artículos que a lo largo de las últimas semanas y siguientes se han escrito y escribirán respecto a la crisis de Estado por la que atravesamos, pero advierto de que no trato de desvelar ninguna clave sobre sus porqués, sobre cuándo empezó todo o cómo poder solucionarla porque el tiempo me ha enseñado a no señalar con el dedo y a dudar hasta de lo que ven mis ojos.

Quiero pensar más bien que, de la misma forma que derechas e izquierdas lograron un acuerdo en la Transición para instaurar la democracia en España -con el nítido respaldo de la Corona, ahora que algunos cuestionan su papel- y que al igual que en el País Vasco se abrió paso hace no mucho una reconciliación imperfecta para superar el horror sembrado por los terroristas, también será posible en Cataluña atemperar los ánimos para poner a salvo la convivencia social que hoy se tambalea. Que alguien dará un paso atrás antes de que de los gritos e insultos pasemos a los tanques en las calles.

Quiero pensar, pues, que tras la crispación se abrirán paso el diálogo y el acuerdo desde el respeto a la legalidad vigente o la que pactemos -que para eso es y será la de todos- que no habrá más cargas policiales, que no se utilizará a los menores como escudos humanos y que se pondrá fin a cualquier adoctrinamiento ideológico en los centros educativos. Que las palabras de trazo grueso que muchos han lanzado estos días al aire para borrar cualquier matiz o intento de aproximación entre unos y otros se disiparán como la niebla.

Quiero pensar que la próxima vez que me monte en coche me recrearé escuchando a Serrat y Jaume Sisa, o a los Sau o Manel más moernos que recomienda Inma Carretero, sin que el conductor vecino me vuelva la cara con un mohín de reprobación. Gracias, José Mercé, más madridista que la Cibeles, por cantar a boca llena el otro día en la radio el himno del Barça.

Quiero pensar que más pronto que tarde volveré a Barcelona para detenerme en la Boquería e impregnarme de aromas de mercado, leer bajo el sol de la Barceloneta a Enric Juliana en las páginas de La Vanguardia y degustar luego en la barra de Calp Pep ese guiso inigualable de almejas con garbanzos. Y que al pedir la cuenta y escuchar mi acento, alguien me dará la enhorabuena por aquel 0-1 del Betis en el Bernabéu, con gol de un delantero paraguayo.

Quiero pensar que la rojigualda seguirá uniendo a los españoles de Padrón, Ribadesella, Tarifa y Reus en un pub de Londres mientras celebran los goles de Piqué o las canastas de los Gasol. Y espero que tantas energías y tiempo gastados sirvan de experiencia a los responsables de lo ocurrido para que, de ahora en adelante, recuerden que los esfuerzos inútiles, además de a la melancolía, nos conducen al precipicio.

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