Cultura

Espejismos en la Costa del Sol

Como un capítulo de una de esas series de detectives que enganchan sin remedio al espectador, la exposición Suite Sinatra que Joaquín Peña-Toro lleva a Anticuario Ruiz Linares vuelve a sorprender por todo lo que añade a su interesante carrera. Siempre que tira del hilo este artista, sumando a lo Dupin intelecto y creatividad, consigue atrapar algo bueno. Para esta nueva propuesta, que surgió por una visita al Hotel Espada de Torremolinos-el primero de cinco estrellas que se instaló en Andalucía cuando esta región fue consciente de su tirón turístico-, siguió la pista nada menos que del mismísimo Frank Sinatra. El cantante brilló en la Costa del Sol durante tres días de 1964 gracias al rodaje de El coronel Von Ryan. Su estela se apagaría muy pronto por culpa de uno de los espectáculos más bochornosos que protagonizó en su vida real.

Peña-Toro, fascinado por la arquitectura del hotel, se alojó allí unos días para investigarlo y en plena tarea se encontró con una historia aún más jugosa. Ya no era sólo el edificio -con forma de transatlántico, dibujos psicodélicos, columnas redondeadas y escaleras a modo de faro-, sino lo que un día contuvo. Allí se alojó el cantante de My way. "La noche del 17 de septiembre" se vio envuelto "en un altercado que terminó en una multaza de las antiguas 25.000 pesetas y con el juramento de no volver ya jamás "a este jodido país" a la vez que escupía ante un retrato de Franco. La historia es "muy divertida", cuenta el artista. "Ya en aquella época la prensa rosa hacía sus intentos de montaje y una starlette cubana (Ondina Canibano) junto con un periodista de Málaga (Avellaneda, del diario Pueblo) intentaron tenderle una trampa. Cuando salió el fotógrafo para pillar el momento en que ella se acercaba a Sinatra el actor, que no era novato en estos asuntos, llamó a sus gorilas" y el espectáculo fue mayúsculo. Los guardaespaldas siguieron al periodista en su huida mientras Sinatra, solo, terminó empujando violentamente a la actriz contra el mostrador del bar del hotel. En su precipitada huida a Nueva York, dejó detrás un juego de cuatro pistolas que los trabajadores del hotel, para evitarse nuevas visitas de la policía, entregaron al equipo de rodaje queriendo pensar que sólo eran de atrezzo.

Que nadie quiera encontrar "la literalidad de aquella historia". Aparecen aquellas pistolas flotando como peces y en uno de los cañones, la escalera-faro del hotel malagueño. "A partir de la anécdora de Sinatra he dibujado cajas fuertes abiertas y vacías, danzas de pistolas, una maceta en el hall de un gran hotel...". El espectador ha de ser agudo. Las imágenes son como el trailer de una película que animan a verla entera, pero no la desvela. Incita el artista a que "cada uno indague sobre esas historias del turismo en Andalucía".

En Suite Sinatra, Peña-Toro expone las pistas que le llevaron hasta Sinatra para reflexionar sobre los espejismos del turismo. De hecho, Sinatra es una mera anécdota y un punto de partida, un ejemplo de "la fascinación y el deslumbramiento que produjo en aquella época el milagro económico del turismo. Un brillo muy efímero".

Suite Sinatra -el artista juega con la suite como habitación, conjunto, serie...- contiene una veintena de pinturas sobre papel y tabla de imágenes urbanas que en Anticuario Ruiz Linares encajan perfectamente. "La sala respeta la idiosincrasia del edificio donde está pero uno tiene la sensación de estar en pelno Soho neoyorquino".

El paseo por esta particular Costa del Sol comienza con una instalación, Málaga World, una bola de espejos que el autor sustituye por teselas de viejas postales y que gira al ritmo de la música de Sinatra emitiendo destellos que unas veces iluminan los paisajes y otras los oscurece, proyectando una sombra "como un agujero negro: la pérdida del paisaje". La instalación habla de ese turismo que, igual que la proyección a través de la bola, va desenfocándose a través de viejas postales turísticas de las "primeras que se hicieron" y que recogen aquella identidad "autóctona e ingenua". Al abandonar el rincón de Málaga World, la voz del cantante va apagándose también.

En el conjunto de su Suite Peña-Toro muestra imágenes de Torremolinos y Nueva York que no son identificables. "Son espacios cotidianos que podrían cualquier sitio. Ese tipo de arquitecturas y rincones un poco secundarios que son iguales en todos sitios, da igual donde estés". Aunque arranca con el Hotel Espada, hay edificios que llegan hasta nuestros días. Habla del turismo andaluz porque es la costa que más cercana siente. "Me parece que Torremolinos que comenzó con un inicio muy brillante y que hoy en día se ha vulgarizado muchísimo es, sin embargo, un ejemplo que describe muy bien cuál fue ese sueño español" que veía en el turismo su gran filón.

Hoy muchos de aquellos edificos que siguen en pie -"como algunas torres de apartamentos construidos por el estudio Lamela que siguen considerados como arquitectura de primera fila"- han cambiado su fachada o su interior sesentero pero siguen conteniendo como un espejismo historias del brillo de otros tiempos.

Joaquín Peña-Toro. En Anticuario Ruiz Linares. Hasta el 14 de julio.

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