Manuel Sánchez Rivera, El Bola para la gente de fútbol de toda la vida, pasea por La Línea enfundado en un chándal de la Peña Madridista. A cada paso tiene que dar las gracias, porque sus paisanos le desean suerte en el derbi que su equipo, el Tesorillo, disputará mañana en el Nuevo Mirador con el Algeciras. Quieren que pierda el eterno rival, pero por encima de todo que gane Manolín, que es mucho más que un entrenador. Será la primera vez que el veteranísimo preparador linense se enfrente a los albirrojos en ese escenario. La última vez lo hizo en el desaparecido El Mirador, cuando oficiaba de segundo de Enrique Alés en la Real Balompédica. Más de dos décadas ha tenido que esperar para vivir un partido de rivalidad con tanto eco en primera persona. El de mañana es el derbi de Manolín. El derbi de El Bola.

-¿Ha ganado ya usted el derbi, porque a su edad es un privilegio ser el centro de atención?

-(se ríe). No hombre no, yo no he ganado nada. Pero reconozco que me hace mucha ilusión ir al Mirador, pero no hay en mí una intención de perjudicar al Algeciras, sino de beneficiar al Tesorillo, porque es mi equipo. Estoy convencido de que me tratarán bien, como siempre que he ido de visitante. Allí tengo muchas amistades.

-¿Se ha planteado en algún momento que el entrenador rival [Diego Pérez Yiyi] podría ser su nieto?

-Claro que podría serlo. De hecho yo tengo un nieto entrenador con veinticuatro años. Yiyi es un crío estupendo, va por buen camino y va a ser un extraordiario entrenador. Merece que le dejen trabajar pero, sobre todo en los últimos días, he escuchado cosas que no entiendo. Parece que hay quien no confía en él y yo le recomendaría a a esos aficionados que tengan paciencia con Yiyi, que él es que va a llevar al Algeciras a Tecera.

-Dicen que al Tesorillo puede venirle grande el Nuevo Mirador, la presión, el derbi…

-¿Y por qué? Nosotros no vamos derrotados de antemano, eso lo puedo garantizar. El partido hay que jugarlo y en noventa minutos suceden muchas cosas. El domingo pasado todo el mundo nos daba por víctimas con el Arcos, arrancamos un empate y merecimos ganar. ¿El campo? Hemos jugado en sitios de todo tipo.

-Los futbolistas también tendrán su pellizquito ¿o no?

-Por supuesto. Yo, aunque entonces no estaba, les he pedido que se olviden lo que sucedió en el partido de la primera vuelta. Estoy convencido de que no pasará nada raro, que cada uno intentará hacer su fútbol y nada más. ¿Qué si están motivados? Pues sí, para que voy a negarlo. Para muchos de ellos es una oportunidad preciosa. Pero lo que no podemos perder de vista es que nos enfrentamos a un gran equipo.

-Hoy por hoy, el mejor.

-Claro, por eso va primero. Que yo sepa a nadie le regalan los puntos, aunque fuera baje un poquito.

-También le pasa al Arcos. Igual es que esta categoría es más complicada de lo que cree mucha gente.

-Por supuesto. El domingo pasado el Arcos dispuso de ocasiones al principio, pero yo tengo un portero que es una maravilla [se refiere a Miguel Rivas]. Sin embargo después del descanso no les dejamos pasar del medio campo. Todos los partidos se hacen complicadísimos.

-¿El partido es decisivo?

-¿Decisivo? Por mucho que hable la gente ni nosotros estamos descendidos si perdemos ni el Algeciras ha dejado escapar el ascenso ni logramos un triunfo. Esto es largo.

-Hay quien defiende que el Tesorillo estará descendido aunque gane.

-No, no y no. Pongo la mano en el fuego. Yo diría que pase lo que pase en el Mirador tendremos un ochenta y cinco por ciento de posibilidades de lograr todavía la salvación.

-Si al final no logra el milagro ¿acabará una carrera tan dilatada como la suya con un descenso?

-Eso... no lo decido yo. Seguir o no en el fútbol es una decisión de los clubes.

-Perdone, usted seguirá o no en los banquillos, pero en el fútbol puede apostar a que continuará, porque Manolín no se entiende sin el fútbol, ni el fútbol sin Manolín.

-Ésa es una verdad muy grande. En la Peña Madridista o donde sea, pero estaré cerca del fútbol. Desde que he vuelto a entrenar me siento más joven. Parece que me hayan quitado años de encima, porque echaba de menos los banquillos y estaba un poco aburrido.