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El talismán sanroqueño de Garbiñe

  • Ana María Núñez se convierte en 'trending topic' por su peculiar forma de animar a la campeona vasca en la final de Roland Garros

La sanroqueña Ana María Núñez Guzmán pasó el pasado sábado en apenas unas horas de ser una absoluta desconocida para el gran público a desatar pasiones en las redes sociales. La señal internacional de televisión reparó repetidamente en su peculiar imagen -con una florida pamela, las uñas pintadas de rojo y gualda y una bandera con los colores nacionales con el nombre de San Roque- durante la disputa de la final femenina de Roland Garros, hasta el punto de arrebatarle parte del protagonismo a la mismísima campeona del torneo de tenis más importante de cuantos se celebran sobre tierra batida, Garbiñe Muguruza.

La popularidad no inquieta a esta exprofesora cuya única pasión es el tenis y que después de presenciar también el triunfo español en el doble masculino se entretuvo en grabar para varias cadenas de diferentes países su ya mítico cántico de "Garbiñe es cojonuda" y reprochar a los comentaristas españoles que le hubiesen apodado La Abuelita. "¿Abuelita yo? Con sesenta y cinco años, que poca delicadeza", desliza con la fuerza que acompaña a todos sus actos.

Ana María Núñez no es precisamente una desconocida en su pueblo natal. Después de ejercer de profesora en la Universidad de Madrid durante más de dos décadas y de enseñar español en Suiza, regresó a San Roque a comienzos de siglo para ejercer su profesión en el centro de Fegadi en La Línea. Volvió a España, por cierto, con el menor de sus dos hijos, Abel García, hoy presidente del Club Deportivo San Roque, cuyo primer equipo milita en la Tercera división de fútbol.

Sin embargo su labor profesional no lograba acaparar sus inquietudes y no tardó en presentarse como candidata a la alcaldía por una formación que ella misma fundó, el Partido Independente, porque, sencillamente, no le gustó "cómo estaba la situación en San Roque".

"No logré salir elegida, pero mis votos le quitaron la alcaldía a éste... ya no me acuerdo ni como se llamaba, pero tuve que venir yo de Madrid, porque ni el PSOE ni el PP habían sido capaces", dice con una risa burlona.

Posteriormente y después de pasar por el quirófano en un par de ocasiones, los médicos le recomendaron que se apartase de la vida pública. Hace cinco años y ya separada, decidió dedicar su tiempo "a lo que realmente" le gusta: el tenis, del que dice que vio su primer partido "cuando era una niña pequeña".

"He criado dos hijos, los tengo muy bien situados, son maravillosos y como lo que me divierte es el deporte y muy especialmente el tenis, pues me monto en el avión y voy donde haga falta", explica con naturalidad.

La exprofesora sanroqueña, a la que muchos ya han colgado el cartel de talismán de Garbiñe Muguruza ("es que el verdadero amuleto soy yo", reivindica) lleva a orgullo haber presenciado ya veintidós eliminatorias de la Copa Davis y tener vuelos y hoteles contratados para la eliminatoria de ascenso que España disputará en Rumanía a mediados del próximo mes de julio. "Pero no las entradas, porque se ve que en la Federación, con esto de las elecciones, no tienen tiempo de preocuparse de los aficionados", critica.

Además ha sido espectadora en torneos del Circuito Mundial de la ATP en lugares tan dispares como Argentina, Río de Janeiro y Montecarlo.

"Por cierto, eso que dice la gente de que con la bandera de España no se puede entrar en Barcelona o en París en mentira", recalca. "Yo soy culé y lo mismo voy al Nou Camp que al Conde de Godó y coloco mi bandera con los colores de España y San Roque puesto en grande y la gente me respeta, jamás me han dicho nada".

"También es verdad que todo el mundo me conoce y sabe que el tenis es mi vida y que hasta los propios jugadores me conocen", resume Ana María Núñez, que se refiere a Rafa Nadal como El Niño. "Cuando él juega la gente que me conoce ya sabe que no existo. Si no puedo estar donde él, me encierro en casa, cierro las cortinas, las persianas, desconecto el teléfono... y no me importa el mundo", detalla, al tiempo que relata una larga lista de jugadores reconocidos por la potencia de su saque que no tiene precisamente en sus oraciones. "Es que esos no son tenistas, son bateadores de béisbol. Cuando juegan ellos no se ve tenis, se ve a gente de sacar y te preguntas ¿para esto me he gastado yo doscientos euros en la entrada?".

"Lo que no he hecho ha sido hablar con Garbiñe después de la final", recalca. "Ya digo que los jugadores me conocen, ellos me ven y me saludan, ven la bandera y saben quién está detrás sentada, pero yo hablo más con sus padres que con ellos, no soy de esa clase de personas".

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