Unicaja

El Unicaja, liberado pero no saciado

Alberto Díaz, a la salida del Ayuntamiento.

Alberto Díaz, a la salida del Ayuntamiento. / Javier Albiñana

En la cola para embarcar desde Belgrado a Málaga, Ibon Navarro ya hablaba sobre lo que viene, sobre el inminente partido ante el Lenovo Tenerife de ACB, 72 horas después de la batalla en Serbia. Un calendario que es una trituradora y permite pocas licencias. Pero no se gana un título todos los días y hay que soltar la cuerda aunque cueste alguna derrota. Quedan cuatro partidos de temporada regular en 10 días, tres de ellos durísimos: Tenerife y Barcelona a domicilio y Murcia y Palencia en casa. El Unicaja ya es matemáticamente segundo en la temporada regular tras la derrota del Barça en Andorra este fin de semana. Lo que ahora se privilegiará es estar prestos para cuando el 14 o 15 de mayo arranquen las series de cuartos de final de la ACB. Para ello echarán humo las tablets de Marcos y Arantxa, el equipo de preparadores físicos, en conexión con todo el staff, una parte esencial en este éxito.

El título de la Basketball Champions League convierte ya la temporada en histórica. Da tranquilidad y es una liberación. Porque sí, había presión por ganarla. El Unicaja es el mejor equipo de la competición y el formato Final Four minimiza el favoritismo, abre el abanico a las sorpresas. Dos formas de ganar, ante el UCAM remontando y ante el Lenovo gobernando siempre el partido. A los dos equipos se enfrenta esta semana y los dos son potenciales rivales en los cuartos de final de la Liga Endesa. Ahí habrá un escollo importante. Toque el rival que toque será complicado y una eliminatoria a tres partidos no da la seguridad de una de cinco tampoco. Será otro momento de tensión, pero el Unicaja va creciendo en tiempo récord como un grupo ganador. Va aprendiendo de las derrotas, pocas pero alguna señalada, en estas dos temporadas. Es una característica de este equipo, la absorción de los golpes para crecer.

“A por la Liga”, se gritaba entre la afición malagueña que seguía a la expedición de la celebración por el título en distintos puntos de Málaga. Había un punto de exageración en el cántico, pero ciertamente hay una sensación, interna y externa, de que este equipo está preparado para grandes cosas. Lo refrendaba Dylan Osetkowski, que no rehuía e iba para adelante con el órdago desde el balcón del Ayuntamiento.

El éxito se puede trabajar pero es complicado de programar. Exigir al Unicaja la ACB no es realista, pero las oportunidades se presentan cuando llegan. Y el nivel del equipo malagueño es altísimo, le ha ganado a los cuatro equipos de Euroliga esta temporada, ya tiene un título y jugó otra final. El equipo tiene desgaste, pero está fresco con ese excel que maneja Ibon, una filosofía que no es sencilla de implantar aunque el entrenador ha visto cómo le compran su mensaje. Sólo tres jugadores han superado los 900 minutos esta temporada en el equipo: Alberto Díaz, Dylan Osetkowski y Tyson Carter. Por ejemplo, Campazzo supera los 1.500 en el Real Madrid, Musa y Hezonja los 1.400. En el Baskonia, Miller-McIntyre roza los 2.000 minutos y Howard, Sedekerkis y Marinkovic rebasan los 1.700. En el Barça, Satoransky y Parker también suben de los 1.500.

Es inevitable que salgan informaciones y rumores, ya se vio de manera interesada en la víspera de esta Final Four de la BCL, acerca del futuro de jugadores. Es una buena noticia, significa que los jugadores han aumentado su valor de mercado, que las cosas se hacen bien. A grandes rasgos, Alberto Díaz tiene contrato hasta 2028; Tyler Kalinoski, hasta 2026; Osetkowski, Kravish, Taylor, Carter, Djedovic y Perry, hasta 2025. Todos con buenas cláusulas, a partir del medio millón, alguno por encima del millón. “Cláusula, no hay más”, decía López Nieto hace poco. Acaban, en algún caso con opciones de club, Barreiro, Sima, Lima, Thomas y Ejim. Están cedidos Saint-Supéry (2028) y Nzosa (2026). Como explicaba Juanma Rodríguez, la idea es seguir con “un 80 o 90%” de la plantilla. Pero antes hay una misión antes en el próximo mes y medio que asumen con bastante naturalidad. Liberados, pero no saciados.

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