Al final del túnel

José Luis Raya

Narradores malagueños

C REO recordar que existe un ranking de los mejores inicios de la novela de la Literatura Universal, siempre encabezado por Tolstoi, Cervantes, Gabo o Nabokov. Cuando tengo un libro en mis manos me fijo en ese primer capítulo, no tanto como lector sino como escritor. He escrito extensos artículos sobre cómo incentivar a la lectura y he dado unas cuantas charlas. Recordemos el dicho “la primera impresión es la que cuenta”. A través de esas líneas es cuando el lector medio y no tan medio decide si debe continuar. Esto es fundamental para afianzar y recuperar a los lectores remisos que andan pegados a sus móviles y sus innumerables trampas.

Cuando cayó en mis manos Todo acaba en Marcela de Sergio Barce, supe que esta novela corta podría entrar en ese exquisito ranking. Desde sus primeros párrafos el autor perfila una historia que te va envolviendo hasta que no puedes dejar de leer. La trama te atrapa, los personajes principales y secundarios empastan muy bien con lo que quiere contar y el lenguaje fluye como un río caudaloso limpio y fresco, pero al mismo tiempo negro y turbio como la terrible y magnética historia que nos narra. En las primeras líneas asistimos al sangriento asesinato de Marcela a manos de su ex novio, cruel y sanguinario como él solo. Ella deja de existir en los primeros párrafos –no estoy destripando nada–; sin embargo, como la Rebecca de Hitchcock, es la protagonista absoluta.

Una señal de identidad de la estructura de dicha novela es la unificación de la narración, descripción y diálogo. Esto no se prodiga en exceso pero impele verdaderamente a una lectura fluida y briosa como un torrente. A mí siempre me ha disgustado el uso y abuso de los guiones de los diálogos. Aquí no hallamos ninguno. Todo está imbricado en los mismos períodos oracionales. Creo que, incluso para el lector convencional, resulta beneficioso. Dicho esto, podría ser una magnífica lectura para los centros donde se imparte bachillerato, ya que condensa todos los alicientes que favorecen la rica y beneficiosa lectura, esto es, novela breve, uso correcto y apropiado de la lengua y el lenguaje, trama adictiva, personajes bien dibujados y combinación correctísima de de los ingredientes de la novela negra y policial. Además, se desarrolla en Málaga.

Son muchos y buenísimos los autores malagueños que voy descubriendo año tras año. Todos ellos de excelsa prosa y laboriosa narración. Entre ellos destacaría, sin duda, Antonio Soler. Hay que recordar a nuestro –recientemente desaparecido– Pablo Aranda. La nómina es extensísima e interesantísima: Miguel Ángel Oeste, Juan Madrid, Rafael Ábalos, Carlos Sisí, Muñoz Rengel, García Maldonado o el famosísimo Javier Castillo entre otros muchos. A Barce lo descubrí cuando fue galardonado con el Premio de la Crítica de Andalucía. Con esta última novela se consolida como uno de los grandes narradores malagueños.

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