ORCHESTRA BAROCCA ZEFIRO | CRÍTICA

Bach y sus colores con Bernardini

La Orchestra Barocca Zefiro en el Maestranza.

La Orchestra Barocca Zefiro en el Maestranza. / Guillermo Mendo

Tras tantos conciertos de la Sinfónica con el desangelado panorama de medio teatro vacío, da gusto ver el Maestranza lleno para disfrutar de un concierto barroco, sin duda el repertorio con más arraigo entre los aficinados sevillanos.

En esta ocasión se ponían en los atriles los Conciertos de Brandenburgo de Johann Sebastian Bach, una de esas colecciones que marcan una época y que dan cumplida cuenta del genio de su creador, que quiso con estas seis composiciones explorar prácticamente todas las posibilidades combinatorias en materia de timbres y de estilos (francés, italiano, alemán) que la orquesta de Cöthen le permitía. Cada concierto tiene una personalidad propia y ello supone un verdadero reto para el conjunto que los aborde, pues debe tener a su disposición trompas, trompeta oboes, flautas de pico, violas da gamba y violas de brazo, además de violines, violonchelos y continuo.

Zéfiro, de la mano de Alfredo Bernardini, bien conocido aquí por sus actuaciones con la Orquesta Barroca de Sevilla (que aportaba a Mercedes Ruiz, María Saturno y Ventura Rico), dio cumplida cuenta de las exigencias de estos conciertos. Se notó, y mucho, cuando Bernardini, como en el tercer concierto, se puso al frente para coordinar ese continuo ir y venir de frases entre violines, violas y chelos, consiguiendo un encaje perfecto a un tempo casi de moto perpetuo subyugante. Estupendos solistas en general, con la nota levemente discordante del violín de Elisa Citterio en el primer concierto, con un sonido áspero y quedándose atrás del grupo en el tercer tiempo, si bien en el resto de sus intervenciones destacó (ya sin el violino piccolo) por su agilidad y su fantasía ornamental. Las violas de Ceccato y Nikolic protagonizaron, con su sonido sedoso, bellos diálogos en el sexto concierto, en cuyo primer movimiento afloraron unos sorpresivos y expresivos ritardandi. No le dio Anna Fontana al clave toda la brillantez que Bach escribió en esa crucial cadencia del primer tiempo del quinto concierto por mor de un fraseo algo atropellado y poco fluido. Sin resuello nos quedamos con el tempo vertiginoso con el que Bernardini cerró el tercer concierto, siempre llevando con firmeza las riendas del conjunto. Magistral Alberto Grazzi al fagot en el primer concierto. Por último, hay que brindar por la brillantez con la que Gabriele Cassone interpretó la muy compleja parte de trompeta natural en Fa en el segundo concierto.

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