Origen e historia de los espacios urbanos de Algeciras: El Secano (V)
Observatorio de La Trocha
En las inmediaciones del Secano existió hasta hace pocos años uno de los establecimientos con más solera de la ciudad, Casa Pino, fundado en 1922 por Juan Pino Sánchez, el que para muchos fue el mejor taller para reparación y venta de bicicletas
Origen e historia de los espacios urbanos de Algeciras: El Secano (IV)
Continuamos aquí con nuestra relación de alguno de los elementos de interés localizados en este histórico espacio urbano.
Más arriba de la inconclusa bodega de Acosta había una casa de una planta con tres vanos, (puerta y dos balconcillos a cada lado) con antepechos semicurvos de balaustres. Más adelante, se veía una importante estructura, el caserón que en sus últimos tiempos se llamó de Bartolomé González Márquez, donde se vendía todo tipo de material de obra, siendo tradición el comprar allí la cal viva necesaria para renovar la blancura de la ciudad antes de la feria. Años después se abrió una tienda de material de fontanería y cuartos de baños.
Hemos conocido el edificio con su organización arquitectónica primitiva, alrededor de un gran patio con arquería de toscos arcos de medio punto al fondo, soportando una planta alta, a nivel de la contigua calle del Matadero, actual Teniente Miranda. Esa planta superior se acusaba también en el Secano y paralelamente a un primitivo uso agrícola, del conjunto, es sabido que a fines del siglo XIX y principios del XX existía una posada, situada estratégicamente en un cruce de caminos, el de la Trocha y el "camino de ronda" que bordeaba Algeciras entre la bahía y Tarifa, que sirvió para el paso por la ciudad de la carretera de Cádiz-Málaga.
Mención especial merece la Puerta de Jerez, que todo lleva a situar en los cimientos del citado caserón de González Márquez, ya que en los planos históricos del siglo XVIII, aparece allí una gran torre, destacando en gran medida en el sector del recinto murado medieval correspondiente a la Banda de la Sierra, o sea la parte de la ciudad que daba al oeste o poniente. Desde luego, dados su tamaño y extensión, no se trataba de una torre más y su función era defender el acceso de la muralla por donde se salía en la edad media hacia Jerez. Es mencionada en la crónica de Alfonso XI y existe en el mismo Secano otro ejemplo de gran estructura de puerta usada en la edad moderna para cimentar y construir un edifico moderno de buen tamaño, el hospital de la Caridad.
La costumbre era denominar esos accesos a las poblaciones como las ciudades a donde conducían, sin importar la distancia de las mismas, como en el caso, también en Algeciras, de la puerta de Tarifa o las de Carmona, Córdoba y Jerez en Sevilla o bien las de Toledo, Segovia y Alcalá en Madrid. La importancia de nuestra ciudad, como puerto de control del estrecho está confirmada por la existencia, en el recinto medieval de Córdoba de una Puerta de Algeciras.
El citado Camino de la Trocha al parecer se iniciaba en el sector sur del gran espacio vacío que después sería en el siglo XVIII nuestra entrañable Plaza Alta. Precisamente frente a la Capilla de Europa también pasaba, en sentido norte-sur, el Camino Real entre las puertas de Gibraltar y la de Tarifa. La Trocha podría perfectamente subir por la calle de Jerez, (el posible camino a esta ciudad) que forma aún en su cruce con la calle Muñóz Cobos un ángulo muy agudo, el más forzado de todo el trazado del casco antiguo, para ascender por Ruiz Tagle y bajar desde San Isidro por la misma calle, o bien por la paralela Alferez Garcia del Valle y cruzando Teniente Miranda, acceder al Secano por la puerta de Jerez. Desde allí, el camino seguía por María Auxiliadora y continuaba por Vicente de Paúl en busca de la sierra, que atravesaba para acceder a la zona más llana, que conducía a Jerez.
Precisamente esa travesía de la abrupta sierra le daba al camino su nombre de Trocha, que según la RAE quiere decir vereda o camino angosto y escusado, o que sirve de atajo para ir a una parte, siendo otra acepción la de camino abierto en la maleza. El ambiente y dificultades que entrañaba el uso de este camino fue perfectamente reflejado por un gran erudito, el llorado Padre Martín Bueno Lozano, en su insustituible obra de 1988 El renacer de Algeciras a través de los viajeros.
Nuestra Trocha era camino de herradura, solo apto para caballerías o personas, que podían ascender y superar la sierra como, gracias a las pequeñas revueltas del abrupto camino. O sea, no era una vía apta para uso de carros o carretera, por eso ha sido olvidada y no ha dado origen a ninguno de nuestros accesos viarios importantes. Sobre ella, es imprescindible la magistral obra de José Juan Yborra y Jesús Mantecón Cantero, La Trocha: la vía de la Estrella. El camino histórico que vertebró la provincia de Cádiz.
En la acera de los pares se levantaba otro caserón de B. García Márquez, en la esquina con la calle María Auxiliadora y tras su derribo se edificó el Garaje Internacional, cuya fachada recordaba vagamente a la del Casino Cinema, y su diseño, según la leyenda, procede nada menos que del estudio de Torroja y no solo eso, sino que el forjado del techo a dos aguas, siempre según el rumor popular, sirvió de ensayo para la cúpula del mercado Ingeniero Torroja. El caso es que el garaje fue derribado para levantar el actual edificio de Correos. Cerca estaba la vivienda de estilo victoriano del Dr. Romero tenía dos plantas y en la inferior se abría un porche con jardines a su puerta, de los cuales sobrevive un gran cedro en la actual acera de la calle.
Cruzando la acera, entre las calles Ruiz Tagle y Alferez García del Valle estaba el popular Patio del Loro o del Lorito, hace años inventariado por la asociación cultural La Trocha. Tras el derribo de aquellas insalubres viviendas, una excavación descubrió la muralla medieval. En frente, en la esquina con la calle María Auxiliadora, se localizaba el bar La vinícola, destacando su cobertura de tejas vidriadas, combinando los colores blanco y verde. Junto a él hubo una autoescuela y una tienda de motos Vespa.
Cruzada la calle Dr. Barraquer, antaño llamada Tunar de Ojeda, sin urbanizar hasta fines de los años sesenta, llegamos a Villa Palma, o “La huerta del Inglés”, al haber sido su dueño Juan Morrison. Era una mansión victoriana rodeada de gran cantidad de árboles y otras plantas, parecida a Villa Smith, en el Parque de las Acacias. Tenía dos plantas, destacando en cada extremo unos hastiales con sendos óculos en medio, en el centro de la planta alta se abría amplia terraza y en la parte baja se encontraban los consabidos miradores de estilo victoriano o eduardino semihexagonales.
Era tan impresionante el ajardinamiento, que merecía haberse convertido en un nuevo parque público, pero en los años sesenta se edificó allí una urbanización, también denominada Villa Palma, que conservó un paseo flanqueado por palmeras de especie canaria (Phoenix canariensis), con las que acabó la plaga del picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus), un escarabajo que ha causado graves daños a las palmeras de toda la comarca.
A continuación, se encontraba otra finca de origen inglés: “Villa Nelly”, de una sola planta, y seguidamente la finca del Dtor. Posada . Esta era también de una sola planta; a cada lado de la parte superior alzaban unos hastiales triangulares, con un óculo en el centro, y en cada extremo se abrían unos cierros enrejados, y la puerta de entrada se hallaba adornada por una cornisa alabeada, coronada por un copete también alabeado y mixtilíneo, partido, con un óculo en su centro. Ambas tenían jardines a su entrada y de la finca Villa Nelly se mantiene una yuca y de la del doctor Posada una altísima araucaria, y debido a los retranqueos, ambas están hoy en la actual acera de la calle.
Bajando el Secano, se abría una tapia con puerta a las escaleras de acceso a un callejón, con casitas de una planta a ambos lados, desde el cual se llegaba a terrenos de la Renfe, donde más tarde se construyeron bloques de pisos para sus empleados.
Toda la Calle Benito Pérez Galdós, que nace y muere en la acera de los impares del Secano, supone un caso insólito dentro del urbanismo, al ser calle nacida en otra principal y desembocar de nuevo en ella. Esta circunstancia se debe a una desviación en la citada tendencia a utilizar la vieja muralla como cimentación.
En la esquina de esta calle con la antigua de Carretas, hoy General Castaños, existió hasta hace pocos años uno de los establecimientos con más solera de la ciudad, fundado en 1922 por Juan Pino Sánchez, la popularísima Casa Pino, el mejor taller para reparación y venta de bicicletas, donde trabajaron varias generaciones de la familia Pino, excelentes ciclistas. A continuación de la casa donde estaba la tienda de material de electricidad Cruz, se levantaban unas casas con unas galerías orientadas al oeste, algunos de estos edificios de dos o tres plantas contaban con una especie de semisótano, al que se accedía bajando unos escalones, pues estaban a inferior nivel de la acera de la calle. Su fachada este daba a la calle Pérez Galdós. En la otra esquina con esta calle, frente a Villa Palma, había una casa muy curiosa de dos plantas, cuya fachada de la esquina izquierda era semicurva. Sus vanos estaban adornados con cenefas de azulejos vidriados de color añil.
A la salida de Perez Galdós, ya en el Secano y en la acera de los impares, había unas casitas, con un patio que comunicaba el Secano con la calle Matadero (Tte. Farmacéutico Miranda) recordando la tradición de los adarves moriscos. Después, donde hoy se abre el portalón del aparcamiento El Carmen, había una larga tapia correspondiente a la salida trasera de la finca de la fábrica de harina de los Bandrés. Siendo concejal D. Isidoro Visuara se construyó un jardincillo paralelo a esta tapia para embellecer la zona. Más abajo, estaba la entrada al patio del colegio de Los Salesianos, San Ramón que estuvo allí hasta 1964, cuando se edificó la actual parroquia de N.S. del Carmen, que conserva allí el acceso a su actual patio. En frente estuvo hace siglos el cementerio del Hospital de la Caridad y en la esquina de la calle Panadería o Joaquín Costa, el restaurante La Cazuela, cerrado hace muchos años al igual que el cercano y popularísimo Bar Manolo del que ya hemos hablado en otras entregas.
En resumen, El Secano es un importante espacio dentro del urbanismo histórico de Algeciras, pues su análisis permite completar y comprender mucho de la morfogénesis y evolución de la actual ciudad, cuyo trazado es tan complejo como apasionante.
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