Cataluña: que hablen las urnas, pero las de verdad

El ofrecimiento de Rajoy a Puigdemont puede ser una oportunidad para alejar a Cataluña del abismo al que se está acercando

El presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, le ha abierto una puerta al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para que pueda salir de la grave crisis en la que él y sus socios de gobierno han metido a Cataluña. Consiste ésta en renunciar a la proclamación de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) y convocar unas elecciones autonómicas que despejen en lo posible el enmarañado panorama político catalán. A cambio, el presidente Rajoy se compromete a no poner en marcha el artículo 155 de la Constitución y, por lo tanto, no intervenir el autogobierno de esta comunidad.

Evidentemente, la propuesta de Rajoy no solucionaría el grave problema de fondo que se vive en Cataluña, algo que probablemente llevará años. Pero sí puede ser una oportunidad para superar la actual e intensa crisis coyuntural, con una huida masiva de las empresas que han hecho de esta comunidad una de las más ricas de Europa y con un para nada desconsiderable riesgo de enfrentamiento civil. Carles Puigdemont tiene una oportunidad para dar marcha atrás y evitar así despeñar a Cataluña por el abismo. Un primer paso para evitar la catástrofe es dejar que hablen las urnas, pero las de verdad, con todas las garantías, con una autoridad electoral y un censo serio, dentro de la legalidad vigente y con programas electorales que digan muy claramente cuáles son la verdaderas intenciones políticas de los partidos que comparecen. Lo contrario, salir al balcón a proclamar solemnemente la independencia, como pretenden los sectores más radicales del nacionalismo catalán, sólo traerá discordia y pobreza.

Tanto el PSOE como Ciudadanos han apoyado la iniciativa del Gobierno. Sin embargo, en Cataluña, tanto ERC como la CUP están presionando a Puigdemont para que ignore la propuesta y siga por el camino de la secesión. Por su parte, una fuente del Govern perseveró ayer en la oferta de diálogo de tú a tú con el Gobierno Central sobre el hecho consumado de la independencia de Cataluña, un brindis al sol que no tiene ningún recorrido. A Puigdemont le quedan apenas unas horas para rectificar, si hoy a las 10 no mueve ficha de una manera satisfactoria para el Gobierno, el artículo 155 se pondrá definitivamente en marcha. No habrá otro camino para el Estado, que no puede permitir la rebeldía de un territorio impulsada por unos partidos que suman menos del 50% de los votos. Cualquier consecuencia amarga será responsabilidad de la Generalitat.

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