La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Aconfesionalidad no es mordaza

Aconfesionalidad no significa expulsar a la Iglesia del espacio público como una voz sumada a otras

El secretario de Justicia, Libertades y Nuevos Derechos del PSOE ha dicho que "hay que denunciar" el Concordato con la Santa Sede porque "está obsoleto"; y que es necesario "empezar a poner las cosas en su sitio" porque, pese a que la Constitución establece que el Estado es aconfesional, esto "se confunde cada día que sale el sol". Vaya por Dios (con perdón). Siempre que el PSOE se pone sus abalorios de izquierda y sobreactúa -sobre todo desde que Podemos le quita votos- saca a relucir lo del Concordato y la aconfesionalidad. En lo primero ni entro ni salgo. Doctores tienen el Estado y la Iglesia. En lo de la aconfesionalidad, sí. Porque se miente al confundir Estado y ciudadanía. El Estado español -afortunadamente- es aconfesional y laico porque ni está adscrito ni depende de ninguna confesión u organización religiosa. Pero ello no conlleva la desaparición de la Iglesia del espacio público ni su exclusión -como una voz sumada a otras en la polifonía democrática- de los debates de interés general.

Laico tiene sentidos distintos según se aplique al Estado o a los individuos. Con relación al primero ya se ha visto qué significa. Con relación a los ciudadanos designa a los creyentes que, sin tener órdenes clericales, pertenecen a una organización religiosa, la Iglesia, y procuran ordenar su vida pública y privada de acuerdo con sus creencias. Esta correspondencia entre creencia y actuación es lo que en el ámbito religioso se llama ortopraxis y en el ideológico coherencia. No se es cristiano o socialista a tiempo parcial. Creencia o ideología suponen compromisos integrales de vida que deben traducirse en comportamientos. Y esto es un derecho. Añádase que si un Estado democrático no puede ser ni cristiano ni socialista, un gobierno sí puede definirse como tal, casos de los gobiernos españoles del PSOE o del actual CDU de Merkel.

El secretario de Justicia del PSOE también ha dicho que los políticos deben dejar "a la Iglesia tranquila" -pues que lo haga- y que si "algunos no somos dignos de estar en actos que son puramente religiosos y no populares, pues no estemos; y no pasa nada por eso". Y tanto que no pasa nada. Como que no deberían estar -sean del partido que sean- ni en los que llama "puramente religiosos" ni en los "populares" a los que acuden para hacerse la foto o, peor, para reducirlos a cultura y folclore. En esto, mira por donde, soy más radical que él.

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