La musicóloga y antropóloga en efecto, Miguelina Cabral, alumbró anoche en la sede de la Sociedad del Cante Grande de Algeciras el camino marcado para feminizar la historia de "un arte que nos contaron los hombres". La conferencia ilustrada, dentro del programa Flamenco de orilla a orilla, se denomina La evolución del arte Flamenco: desde la música preflamenca, folclor andaluz y latinoamericano pasando por el mestizaje y la mujer en el arte flamenco', y contó también con la cantaora Mariana Cornejo.

En la ponencia Miguelina Cabral descubrió el trabajo en la etapa más importante, entre finales del siglo XVIII y XIX, cuando la mujer era la verdadera protagonista, "era un eje fundamental", en un momento en el que el flamenco estaba configurándose. Hizo un recorrido reflexivo a lo largo de la historia, "podemos mirar atrás y repasar todos los escritos e investigaciones que hay, pero estamos en el siglo XXI, hay que repasar otra vez todo eso y estamos lo suficientemente preparados como para poder entender entre líneas", en referencia a la importancia de las mujeres que no vio la luz. "Ahora los tiempos han cambiado, hay que revisarlo y se puede reconstruir".

En primera persona Cabral documentó ofreciendo la perspectiva de todo ese recorrido de cambio. En su obra La mujer en el toque Cabral reivindica el papel femenino, especialmente en el toque flamenco, "en el siglo XIX la mujer tocaba, cantaba y salía a bailar". A su vez, recordó al algecireño Paco de Lucía, por la importancia que ha tenido al internacionalizar el flamenco, lo que marcó una etapa nueva.

Sin embargo, lamentó que existan mujeres "que son verdaderas máquinas con la guitarra" y no se habla de ellas. A su vez explicó que actualmente el baile es más reconocido entre mujeres, y en el cante esgrimió que en los siglos anteriores eran más bien "la sombra de los maridos". Hizo mención a La Piriñaca, "en el momento en el que se quedó viuda se subió a un escenario", y llevaba cantando toda la vida. Aunque Cabral valoró que ya no ocurre.

La musicóloga instó a cambiar la lectura del mundo del flamenco, a "feminizarlo" porque está carente de la visión de la mujer.